Todas las lenguas del mundo están en constante evolución. El cambio lingüístico es un proceso natural de modificación y transformación que, por su evolución histórica, todas las lenguas experimentan. Este cambio puede darse en diferentes niveles: fonético-fonológico, morfosintático y léxico-semántico. El cambio semántico, que se refiere al cambio de significado de las palabras, es para mí uno de los más interesantes, ya que suele reflejar factores históricos, sociales, psicológicos y culturales.
Acabo de leer que la Sección Filológica del Instituto de Estudios Catalanes (IEC) está discutiendo cómo tratar en el diccionario la palabra “matrimonio”, después de la aprobación de la ley que reconoce como matrimonio la unión entre dos personas del mismo sexo. Hasta ahora, todos los diccionarios definen matrimonio como “la unión de un hombre y una mujer”, y el IEC entiende que la nueva realidad social ha hecho insuficiente e incompleta la definición.
Se me ocurrió buscar en varios diccionarios ingleses y franceses monolingües para ver cómo tratan la palabra. En los diccionarios franceses que consulté se consigna la misma definición que los diccionarios españoles, pero no es el caso de los ingleses. Si bien muchos diccionarios ingleses todavía tienen la definición tradicional, descubrí que ya hay algunos que se han adaptado a la nueva realidad. El Merriam-Webster consigna dos definiciones: la primera es la tradicional y la segunda señala que puede referirse a “la unión de dos personas del mismo sexo”. El American Heritage Dictionary of the English Language (cuarta edición, 2000) también ha incluido una acepción que señala la unión entre personas del mismo sexo. El diccionario de Encarta va mucho más lejos, pues nunca menciona que la unión sea entre hombre y mujer, y define al matrimonio como “una relación legalmente reconocida, establecida por una ceremonia civil o religiosa, entre dos personas que tienen la intención de vivir juntas como pareja sexual y doméstica”.
Creo que la solución más fácil es hacer una generalización, como el Encarta, y definir al matrimonio como "una unión entre dos personas, concertada mediante ciertos ritos o formalidades legales". Es una definición más exacta y evitaría algunos posibles conflictos. La iniciativa del IEC me parece muy pertinente, y yo esperaría que la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española empiecen a considerarlo muy pronto. Desde ahora anticipo que muchas personas van a saltar, particularmente esos sectores ultraconservadores que todavía existen en nuestros países (y en todo el mundo). Sin embargo, hacerlo es lo correcto, ya que la actual definición de matrimonio se ha vuelto obsoleta.