lunes, 22 de marzo de 2010

Clichés fáticos

Hace tiempo que quería escribir sobre esto pero, por una u otra razón, no lo había hecho. Como mañana les voy a hablar a mis alumnos sobre las funciones del lenguaje me acordé del tema. En los años sesenta, el lingüista ruso Roman Jakobson (uno de los representantes del Círculo de Praga) distinguió seis funciones del lenguaje: referencial (que sirve para transmitir información), emotiva (en la que el emisor expresa sus sentimientos), conativa (que pretende captar la atención del receptor), fática (que sirve para que establecer contacto), metalingüística (en la que la lengua se vuelve el centro del mensaje) y poética (en la que el mensaje se vuelve una obra de arte). No voy a profundizar en las seis funciones porque no es el tema principal de la entrada y quienes no las conocen siempre pueden indagar en Internet.

La función fática, que es la que me interesa rescatar para esta entrada, está centrada en el contacto o canal de la comunicación. Hay mensajes que sirven básicamente para entablar, prolongar o interrumpir la comunicación, para atraer la atención del interlocutor o para confirmar su atención. Los hablantes decimos “hola” o “adiós” para iniciar o interrumpir conversaciones; cuando queremos comprobar que el otro nos escucha, preguntamos “¿me estás escuchando?” o usamos interjecciones. La función fática se puede manifestar por medio de un intercambio abundante de fórmulas ritualizadas o de diálogos completos con el mero propósito de prolongar la comunicación. Jakobson muestra el siguiente ejemplo captado por la dramaturga Dorothy Parker:

—Bueno —dijo el joven.
—Bueno —dijo ella.
—¡Bueno!, ya estamos —dijo él.
—Ya estamos —dijo ella —¿verdad?
—Eso creo —dijo él —¡Hala, ya estamos!
—Bueno —dijo ella.
—Bueno —dijo él —bueno.


La información transmitida en este tipo de diálogos es mínima, por no decir inexistente. No es más que hojarasca. Sin embargo, el hecho de establecer diálogo es importante. Mediante este tipo de intercambios de frases, las personas se ponen en “contacto” lingüístico, abren el canal de comunicación y, si es necesario, pueden intercambiar información más sustancial. Ésa es precisamente la finalidad de la función fática: poner en contacto a los interlocutores, situarlos en el diálogo para que, en caso necesario, una vez abierto el canal, puedan ir al grano.

El término fático (que parece provenir del griego fatos, dicho) fue acuñado por el antropólogo polaco Bronislaw Malinowski a principios del siglo xx para referirse a la función social del lenguaje que nace de la necesidad humana básica de hacer un gesto de amistad (o, al menos, de no enemistad). Si alguien no dice estas frases cuando se espera que las diga y se queda en silencio, es seguramente para indicar distancia, indiferencia o incluso peligro. Un ejemplo típico de "conversación" fática son los intercambios rituales acerca del clima que se dan en un elevador.

Lo interesante es que los clichés –o las fórmulas ritualizadas- pueden variar según las situaciones e incluso según las costumbres de cada grupo social. En algunos casos, el diálogo ritual puede ser extenso y en otros breve. Incluso pueden variar los tópicos. Cuando viví en la Bretaña francesa observé que la conversación sobre el clima realmente es un ritual. No hay conversación que no inicie por un comentario sobre el tiempo, lo cual hasta cierto punto
es comprensible ya que el clima en Bretaña es deprimente la mayor parte del año. Pero incluso cuando hacía buen tiempo, recuerdo que la dueña de la tienda de comestibles me recibía con un “Il fait beau, hein”. Y la conversación sobre el buen o mal tiempo que hacía ese día podía prolongarse hasta que yo pagaba y me salía de la tienda.

Pero el clima no es un tema universal para rellenar una conversación como los bretones o los ingleses podrían pensar. En México sí llegamos a usarlo (nunca falta un “ay, qué calor está haciendo” o “qué frío”), pero el tema principal que usamos como función fática los mexicanos (bueno, más bien los chilangos) es nada más y nada menos que el tráfico. Un comentario sobre el tráfico es la fórmula ritualizada por excelencia para iniciar casi cualquier conversación en el D.F. Incluso, cuando uno está en un taxi, éste puede constituir el tema principal que se prolonga hasta el momento en que uno llega a su destino. De hecho, los taxistas son los expertos en la comunicación fática y con ellos podemos tocar algunos otros temas. Antes del 2000 uno hablaba de la bola de rateros y corruptos del PRI, en los ochenta también se hablaba un poco sobre la contaminación. Hoy además del tráfico, también se habla de la inseguridad y del narco.

En algún lugar leí que las mujeres en Burundi, cuando se despiden, a menudo dicen en forma rutinaria y cortés “tengo que irme a casa o mi marido me va a golpear”. En otras culturas es probable que se hable poco y que los intercambios se reduzcan a breves fórmulas de cortesía. Cada lugar tiene sus propias costumbres sociales y lingüísticas. Me encantaría que los lectores compartieran los clichés que se usan en sus países. ¿Qué tópicos sirven para establecer contacto con otras personas? ¿Cuáles son las fórmulas más comunes?