sábado, 16 de octubre de 2010

La mente y el cuerpo: sanos, locos y enfermos


En lo que vuelvo a postear (lo cual, siendo realista, no será muy pronto que digamos), los invito a leer el nuevo número de la revista Replicante, dedicado a la salud y la enfermedad, en el que se publican tres textos de mi autoría:

La enfermedad y sus metáforas

Le enfermedad del otro

Superstición, tabú y enfermedad

Quizás algunos de ustedes ya conocen esos textos, pues aquí publiqué una versión de ellos. Si es el caso, les recomiendo que de igual manera vayan a Replicante, ya que el número está muy interesante y tiene artículos muy buenos. :)

viernes, 3 de septiembre de 2010

Acertijo lingüístico

Aquí tienen una pista de audio en una lengua incógnita. ¿Alguien sabe o puede adivinar cuál es?



sábado, 28 de agosto de 2010

Acrónimos recursivos y retroacrónimos

En la entrada anterior sobre el síndrome SAR, José Gerardo mencionó el caso de los acrónimos recursivos, que son los acrónimos que se refieren a sí mismos en la primera letra de la expresión. (Si bien todo el mundo los conoce así, en realidad deberían llamarse recurrentes, ya que recursivo no es una palabra aceptada en español). El ejemplo más conocido es el que citó José Gerardo: GNU, que significa GNU’s Not Unix (GNU no es UNIX). De hecho, la mayoría de los ejemplos provienen del ámbito de la informática y aquí pueden ver una lista.

Pero en el mundo de la acronimia también existe otro fenómeno muy curioso: el de los retroacrónimos. Un retroacrónimo (del inglés backronym -backward acronym-) es un acrónimo cuyo significado se inventa después de la creación del acrónimo. La diferencia entre los retroacrónimos y los acrónimos tradicionales es que estos últimos son términos derivados de las iniciales de varias palabras (por ejemplo, láser proviene de “light amplificated by stimulated emission of radiation”). En cambio, los retroacrónimos se construyen tomando una palabra –ya sea de uso común u otro acrónimo- y creando una nueva frase con las letras de la palabra como si fueran las iniciales de las palabras de dicha frase. Por ejemplo, la prueba de Apgar, que se hace para evaluar el cuadro de vitalidad de los bebés recién nacidos, lleva originalmente el nombre de su creadora Virginia Apgar. Sin embargo, diez años después de su publicación, se acuñó el retroacrónimo APGAR: Apariencia, Pulso, Gesticulación, Actividad y Respiración.

De hecho, muchas veces los retroacrónimos se usan con fines mnemotécnicos o educativos. Alcohólicos Anónimos y otros programas de recuperación usan retroacrónimos como herramientas de aprendizaje, similares a los lemas como “sólo por hoy”, pero a menudo con un matiz irónico. Por ejemplo, en inglés la palabra sober (sobrio) podría corresponder a “Son Of a Bitch, Everything is Real” (Hijo de puta, todo es real) y slip (resbalón) a “Sobriety Loses Its Priority” (la sobriedad pierde su prioridad). (Aquí pueden ver una lista más amplia de acrónimos en inglés relacionados con los doce pasos de recuperación de AA).

Algunas veces los retroacrónimos corresponden a una etimología popular o mito lingüístico. Por ejemplo, mucha gente cree erróneamente que la palabra SOS, que se usa como señal internacional de petición de auxilio, proviene de alguna de las siguientes frases: Save Our Ship (Salven nuestro barco), Save Our Souls (Salven nuestras almas), Stop Other Signals (Detengan otras señales) o Sure of Sinking (Seguros de hundirse). Sin embargo, SOS se eligió en 1908 como señal universal de petición de ayuda porque la combinación de tres puntos seguidos de tres rayas seguidas de tres puntos ( . . . - - - . . . ) en clave morse era fácil de enviar y fácil de reconocer. Las tres letras por sí solas carecen de significado alguno. Antes de 1908, la señal de ayuda en alta mar consistía en las letras CQD, que muchos interpretaron como Come Quickly, Danger (Vengan rápido, peligro). Al igual que SOS, el término antiguo carece de significado. Se trata de una combinación de las letras CQ –la llamada estándar de radio que significa “llamando a todas las estaciones” o “¿hay alguien ahí?”- y la letra D que se agregó para crear una llamada de socorro (distress). Así los operadores entendían CQD como “All stations: distress” (Todas las estaciones: socorro).

Otros ejemplos incluyen el nombre de la marca Adidas, llamada así por su fundador Adolf (Adi) Dassler, aunque erróneamente se cree que es un acrónimo de “All Day I Dream About Sports” (Todo el día sueño con el deporte), así como wiki que significa “rápido” en hawaiano, pero que algunos definen como acrónimo de "What I Know Is” (Lo que sé es).

Pero la mayoría de las veces los retroacrónimos no tienen más que una finalidad lúdica y jocosa. Por ejemplo, la Red Nacional de Ferrocarriles Españoles, RENFE, puede interpretarse como “Rogamos Empujen Nuestros Ferrocarriles Estropeados”. Lo mismo se hizo en Argentina con la empresa TBA (Trenes de Buenos Aires), cuyas siglas suelen interpretarse como “Todos Bien Apretados”.

Aquí les va una lista de retroacrónimos jocosos que encontré por ahí:

ADIDAS (la citada marca de ropa deportiva) Asociación De Idiotas Dispuestos a Sudar
ADSL (Asymmetric Digital Subscriber Line) Acceso Denegado, Siga Lamentándose
APPLE (la marca de computadoras) Aprendemos Para Poder Leer Enigmas
CIA (Central Intelligence Agency) Cuidado, Individuos Astutos
CNT (Confederación Nacional del Trabajo) Casi Nunca Trabajamos
HUMMER (la marca de automóviles) Hacemos Úlcera Mientras Maestra Elba Roba *
IMSS (Instituto Mexicano del Seguro Social) Importa Madre Su Salud
ISSSTE (Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado) Inútil Solicitar Servicios, Sólo Tramitamos Entierros
IVA (Impuesto sobre el Valor Añadido) Ingresar a la Voraz Administración
SEAT (Sociedad Española de Automóviles de Turismo) Sólo España Admite Trastos

Y ustedes, ¿conocen otros retroacrónimos jocosos que quieran compartir?

* Aclaración para los lectores no mexicanos: este retroacrónimo hace alusión a un escándalo que hubo hace dos años porque la presidenta del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación de México regaló camionetas Hummer (que cuestan un dineral) a varios líderes sindicales.

martes, 10 de agosto de 2010

El síndrome SAR

En mis navegaciones por la Web me topé con este curioso síndrome. No, no se trata del virus surgido en China que hace unos años amenazaba con matar a media humanidad, sino más bien de un “mal lingüístico” que aqueja a los hablantes de algunas lenguas.

El síndrome SAR (síndrome síndrome del acrónimo redundante) es el uso redundante de una o más palabras que forman un acrónimo o unas siglas con la abreviatura misma, de forma que se repiten una o más palabras. El término “síndrome SAR” es en sí mismo redundante y por lo tanto tiene algo de sarcasmo.

Este fenómeno ya lo había observado en mi tesis con respecto a la redundancia en la que caen muchos hablantes cuando dicen “virus VIH” (virus virus de inmunodeficiencia humana). Otro ejemplo en español es el que se ve en “impuesto IVA” (impuesto impuesto sobre el valor agregado) o en el mexicano y nefasto “impuesto IETU” (impuesto impuesto empresarial a tasa única).

En inglés hay muchos más ejemplos:

PIN number (personal identification number number)
ATM machine (automated teller machine machine)
LAN network (local area network network)
HTML language (hyper text markup language language)

En el artículo de Wikipedia dedicado al síndrome se dan algunas razones de su predominio, pero desde mi punto de vista son poco probables. Por ejemplo, se dice que una cantidad limitada de redundancia puede mejorar la efectividad de la comunicación (o al menos hace creer a los hablantes que la mejoran). Según esto, el hablante desea reforzar el significado de un acrónimo o de unas siglas, particularmente en contextos pedagógicos (ya sean formales o informales), de forma que la redundancia puede ayudar a proporcionar contexto y hacer que la comunicación sea más efectiva. Algo así como cuando deletreamos un nombre por teléfono y decimos una palabra para cada letra a fin de que nuestro interlocutor no se equivoque al escribirlo (ese de Samuel, te de Tomás, erre de Ramón, i de Inés, ka de kilo, a de Antonio).

Sin embargo, esta explicación me parece algo pretenciosa porque asume que la capacidad de análisis metalingüístico del hablante promedio es alta. Esto me recuerda a una discusión que tuve hace unos meses en Facebook, de la cual hablaré en otra entrada, sobre el mal uso del gerundio (mi amigo decía que la gente usa el gerundio con función adjetival –lo cual es un craso error gramatical- para crear un efecto de inmediatez en las redes sociales). La realidad es que los hablantes promedio no tienen ese tipo de conciencia metalingüística sobre el uso de la lengua y es poco probable que se pongan a reflexionar sobre los efectos que crearán en el discurso. La mayoría de las veces, las razones sobre el uso de algún recurso lingüístico tienen que ver más bien con la falta de reflexión de los hablantes.

En el caso del síndrome SAR me parece mucho más probable que los hablantes repiten una de las palabras del acrónimo por desconocimiento de lo que significa cada una de las siglas. Generalmente, el fenómeno se da con términos científicos o términos cuyos orígenes suelen ser oscuros para los legos en la materia. En otros casos, donde tal vez el hablante sí conoce el significado de cada una de las palabras que componen el acrónimo, como quizá sucede en “impuesto IVA”, la razón de usar la redundancia probablemente se deba simplemente a una falta de reflexión previa.

Además creo que la explicación del síndrome SAR se puede aducir a la falta de conocimiento porque en muchos casos se observa precisamente en acrónimos que provienen de una lengua extranjera, particularmente del inglés. En español es muy común decir “número PIN”, “disco CD” o “lenguaje HTML” porque seguramente los hablantes no saben que el acrónimo ya contiene la palabra. En inglés se suele poner en las invitaciones “please RSVP”, lo cual también es redundante puesto que RSVP (del francés Répondez s'il vous plaît) ya contiene “por favor”.

Estos términos se conocen en inglés como “frases RAP” (redundant acronym phrases phrases), que también es redundante. En este sitio web podrán ver algunas de las frases más comunes en inglés. ¿Conocen otros ejemplos en español? ¿O en otra lengua?

martes, 3 de agosto de 2010

Acertijo lingüístico

Después de dos meses de ausencia, estoy de nuevo por aquí y espero poder estarlo más seguido. Tengo algunas entradas en el tintero virtual, pero debo reestructurarlas. Mientras eso sucede, les dejo esto para reanudar la tradición de los acertijos mensuales:

Aquí tienen una pista de audio en una lengua incógnita. ¿Alguien sabe o puede adivinar cuál es?



viernes, 4 de junio de 2010

Los colores y las lenguas

La traducción entre dos lenguas suele subrayar las diferencias en vocabulario que hay entre ambas. El lexicón es el área del lenguaje donde esas diferencias se hacen evidentes, lo cual plantea la interrogante sobre la existencia de elementos universales en las lenguas. De hecho, una de las preguntas que se han planteado muchos lingüistas y semantistas es si hay lexemas que tienen correspondencias en todas las lenguas del mundo.

Al intentar responder estas preguntas, un área de discusión importante ha sido la diferencia en los nombres de los colores en las distintas lenguas. Si bien podríamos esperar que hay diferencias entre las palabras relacionadas con elementos del ambiente como animales y plantas, o con sistemas culturales como los términos de parentesco o de otros aspectos sociales como el gobierno y las diferentes formas de organización que tienen los pueblos, seguramente les sorprendería saber que el número de términos para los colores varía de una lengua a otra. Después de todo, los humanos compartimos la misma fisiología. En un estudio muy importante desarrollado a fines de los años sesenta, Berlin y Kay (antropólogo y lingüista, respectivamente) investigaron el hecho de que las lenguas varían en el número e intervalo de nombres que asignan a los colores básicos. Su argumento es que aun cuando haya diversas formas de describir los colores, incluida la comparación con los objetos, las lenguas tienen algunos lexemas que son básicos. Antes de seguir hablando sobe este trabajo, vale la pena aclarar lo que Berlin y Kay entienden por términos para colores básicos:

- El término es monolexémico, es decir, no se construye a partir del significado de sus partes. De este modo, un término como azul-verde no es básico.
- El término no es un hipónimo de otro término para color, es decir, el color no es un tipo de otro color. De este modo, el término rojo es básico, pero escarlata no lo es.
- El término tiene aplicabilidad amplia. Esto excluye términos como rubio.
- El término no es una extensión semántica de algo que manifieste dicho color. De este modo, turquesa, oro, vino y castaño no son básicos.

Estos colores básicos o categorías cromáticas son once: blanco, negro, rojo, verde, amarillo, azul, marrón, púrpura, rosa, naranja y gris. Berlin y Kay observaron que el número de elementos en este conjunto básico de términos parece variar entre dos como mínimo y once como máximo. En otras palabras, el número mínimo de nombres para colores básicos que una lengua lexicaliza es dos y el número máximo es once. Entre los ejemplos de diferentes sistemas de colores están los siguientes:

Dos términos: Dani (Trans-Nueva Guinea, Irian Jaya)
Tres términos: Tiv (Nigeria, Congo); pomo (Ocán; California)
Cuatro términos: Ibibio (Nigeria, Congo); hanunoo (Filipinas)
Cinco términos: Tzeltal (lengua maya, México); kung-ekoka (Sur de África)
Seis términos: Tamil (India); chino mandarín
Siete términos: Nez percé (Idaho), malayalam (India)
Diez/once términos: árabe libanés, inglés

A simple vista, estas variaciones parecen apoyar la hipótesis del relativismo lingüístico (aquella que alude a la relación entre lengua y pensamiento, y a la forma en que la lengua que hablamos nos hace pensar de una manera determinada). Sin embargo, el estudio de Berlin y Kay identificó varias similitudes subyacentes que demuestran la existencia de universales léxicos en los sistemas de términos de colores. De hecho, lo más interesante del trabajo es la evidencia de que existe una jerarquía para estas categorías de colores, es decir que, en una relación A < B, si una lengua tiene B, entonces debe tener A, pero no viceversa. De este modo, tenemos siete estadios evolutivos en los que aparecen las once categorías de colores básicos:

1. Si una lengua distingue solamente dos nombres, estos son para blanco y negro. En otras palabras, blanco y negro aparecen en el primer estadio de todas las lenguas.
2. Si una lengua tiene tres términos, entonces se añade el rojo.
3. Si son cuatro, aparece el verde o el amarillo, pero nunca surgen los dos al mismo tiempo.
4. De esos dos términos, en el estadio de cinco términos aparece el que no se había incorporado en el estadio anterior: es decir, aquí ya están presentes tanto verde como amarillo, además de rojo, negro y blanco.
5. El sexto término en aparecer es azul.
6. Si la lengua tiene siete términos, entonces se añade el marrón.
7. Por último, los cuatro términos restantes aparecen en este estadio prácticamente al mismo tiempo o si un orden perceptible: púrpura, rosa, naranja y gris. Este es un estadio de ocho, nueve, diez u once términos.

La teoría de Berlin y Kay sostiene que todas las lenguas han pasado por esta secuencia evolutiva. Es decir que las lenguas menos desarrolladas lexicalizan dos colores (blanco y negro), después tres (blanco, negro y rojo) y así hasta llegar a los once términos de los colores básicos. En este cuadro se aprecia mejor:

Número de términosTérminos de colores básicos
DosBLANCO, NEGRO
TresBLANCO, NEGRO, ROJO
CuatroBLANCO, NEGRO, ROJO, VERDE O AMARILLO
CincoBLANCO, NEGRO, ROJO, VERDE, AMARILLO
SeisBLANCO, NEGRO, ROJO, VERDE, AMARILLO, AZUL
SieteBLANCO, NEGRO, ROJO, VERDE, AMARILLO, AZUL, MARRÓN
Ocho, nueve, diez u onceBLANCO, NEGRO, ROJO, VERDE, AMARILLO, AZUL, MARRÓN, +/ PÚRPURA +/ROSA +/NARANJA +/GRIS


Esto no significa que los hablantes de dani (una de las lenguas que sólo tienen dos términos para colores básicos), por ejemplo, no puedan distinguir los demás colores básicos que los hablantes de inglés o de árabe libanés sí distinguen. Desde luego que los distinguen, pero necesitan referirse a éstos mediante circunlocuciones u otras estrategias lingüísticas (“el color del cielo”, “el color del barro”, etc.). Además, los estudios demuestran que dichos hablantes son capaces de aprender los nombres para aquellos colores cuya lengua no distingue. La conclusión que se desprende de todo esto es que la percepción del espectro de colores es la misma para todos los seres humanos, pero que las lenguas lexicalizan diferentes conjuntos del espectro. Lo interesante es que la selección no es arbitraria y las lenguas usan el mismo procedimiento de clasificación.

El trabajo de Berlin y Kay muestra que existen universales léxicos en la terminología de los colores, lo cual viene a constituir una fuerte crítica la hipótesis del relativismo lingüístico, según la cual el lenguaje determina la forma en que pensamos y vemos el mundo. (Si esta hipótesis fuera cierta, el hecho de que los hablantes de un pueblo sólo lexicalicen dos colores significaría que sólo pueden distinguir esos dos colores y no el resto del espectro. Como ya mencioné, se ha demostrado lo contrario). Además, esta teoría ha estado vigente ya por más de cuarenta años y se han hecho muchos estudios posteriores que la han ampliado y reforzado. Si les interesa, en este vínculo pueden ver un mapa interactivo con la distribución de los términos para colores en algunas lenguas del mundo, según los últimos estudios.

lunes, 17 de mayo de 2010

Acolitomanía

Acolitomanía es un neologismo que acabo de inventar. Proviene de los vocablos griegos ακολουθώ (acolito, seguir) y μανία (manía, obsesión), y significa "la obsesión por tener seguidores". Este trastorno es muy antiguo y lo padecieron muchos profetas y falsos profetas. Sin embargo, a raíz del surgimiento de las redes sociales, particularmente Twitter, se ha visto una gran propagación del padecimiento.

Como muchos de ustedes sabrán, Twitter, una de las redes sociales con más éxito en los últimos tiempos, gira en torno al principio de los "seguidores" (followers). A diferencia de otras redes como Facebook o Myspace, cuando alguien decide seguir a alguien en Twitter, la relación no es recíproca. Es decir, el hecho de seguir a alguien no lo hace automáticamente su amigo en Twitter. De este modo, se trata de una red asimétrica en la que el número de "seguidores" y "seguidos" nunca es el mismo.

Aunque abrí mi cuenta de Twitter hace poco más de un año, en realidad llevo sólo seis meses de "actividad tuitera" (lo pongo entre comillas porque tampoco tengo mucho tiempo para atender ese changarro). Pero el caso es que en estos seis meses he notado que muchos tuiteros padecen de una acolitomanía severa. El tema de muchos tuits es sobre los followers que ganaron o perdieron ese día. Mucha gente se desvive con tal de tener miles y miles de seguidores o que sus seguidores sean celebridades. La semana pasada hubo un incidente que lo demuestra: Twitter anunció la existencia de un bug que permitía forzar a un usuario a seguir a otro. Lo más chistoso del asunto es que mientras corregían el error, los contadores de seguidos y seguidores se restablecieron a cero y el pánico entre la comunidad tuitera fue descomunal. Por un par de horas, los tuiteros perdimos a todos nuestros seguidores y nos sentimos perdidos. (Cabe señalar que la pérdida --la de seguidores, aunque también la de rumbo-- fue virtual, ya que lo que los usuarios tuiteaban seguía apareciendo en el timeline de sus seguidores).

Al final el incidente no fue más que una anécdota divertida de la cual surgieron muchos tuits vaciladores cuando nos dimos cuenta de lo que pasaba. Pero no deja de llamarme la atención tanta obsesión por saberse seguidos y leídos. Hace algunos años, uno escribía y no sabía cuánta gente lo leía (o si alguien lo leía) ni quiénes eran sus lectores. Con las nuevas tecnologías uno puede controlar esa información. La mayoría de los blogueros tenemos contadores de visitas gracias a los cuales podemos saber no sólo cuántas personas nos leen al día, sino de dónde vienen y cómo llegan. Pero además del control, está --insisto-- ese afán por tener "seguidores". En los blogs también se puede ver el fenómeno con ese gadget de Blogger que muchos ponen y que permite ver el número de seguidores del blog en cuestión. En Facebook la gente colecciona amigos como si fueran trofeos; o hay usuarios que inclusive abren páginas de sí mismos para que los otros se vuelvan fans. Se maneja mucho ego y vanidad en todo esto. Ya una vez lo dije aquí: en esta cultura de narcisismo digital, todas estas herramientas y redes sociales funcionan como verdaderos escaparates del yo.

jueves, 29 de abril de 2010

Chomsky entrevistado por Ali G

Antes de que le salgan telarañas al blog, les dejo aquí un vídeo curioso que encontré. Se trata de una entrevista sobre el lenguaje que Ali G le hizo hace unos años a Noam Chomsky. Lo que me causó gracia es ver cómo Chomsky parece tomárselo muy en serio. (El vídeo está en inglés y no tiene subtítulos).



lunes, 22 de marzo de 2010

Clichés fáticos

Hace tiempo que quería escribir sobre esto pero, por una u otra razón, no lo había hecho. Como mañana les voy a hablar a mis alumnos sobre las funciones del lenguaje me acordé del tema. En los años sesenta, el lingüista ruso Roman Jakobson (uno de los representantes del Círculo de Praga) distinguió seis funciones del lenguaje: referencial (que sirve para transmitir información), emotiva (en la que el emisor expresa sus sentimientos), conativa (que pretende captar la atención del receptor), fática (que sirve para que establecer contacto), metalingüística (en la que la lengua se vuelve el centro del mensaje) y poética (en la que el mensaje se vuelve una obra de arte). No voy a profundizar en las seis funciones porque no es el tema principal de la entrada y quienes no las conocen siempre pueden indagar en Internet.

La función fática, que es la que me interesa rescatar para esta entrada, está centrada en el contacto o canal de la comunicación. Hay mensajes que sirven básicamente para entablar, prolongar o interrumpir la comunicación, para atraer la atención del interlocutor o para confirmar su atención. Los hablantes decimos “hola” o “adiós” para iniciar o interrumpir conversaciones; cuando queremos comprobar que el otro nos escucha, preguntamos “¿me estás escuchando?” o usamos interjecciones. La función fática se puede manifestar por medio de un intercambio abundante de fórmulas ritualizadas o de diálogos completos con el mero propósito de prolongar la comunicación. Jakobson muestra el siguiente ejemplo captado por la dramaturga Dorothy Parker:

—Bueno —dijo el joven.
—Bueno —dijo ella.
—¡Bueno!, ya estamos —dijo él.
—Ya estamos —dijo ella —¿verdad?
—Eso creo —dijo él —¡Hala, ya estamos!
—Bueno —dijo ella.
—Bueno —dijo él —bueno.


La información transmitida en este tipo de diálogos es mínima, por no decir inexistente. No es más que hojarasca. Sin embargo, el hecho de establecer diálogo es importante. Mediante este tipo de intercambios de frases, las personas se ponen en “contacto” lingüístico, abren el canal de comunicación y, si es necesario, pueden intercambiar información más sustancial. Ésa es precisamente la finalidad de la función fática: poner en contacto a los interlocutores, situarlos en el diálogo para que, en caso necesario, una vez abierto el canal, puedan ir al grano.

El término fático (que parece provenir del griego fatos, dicho) fue acuñado por el antropólogo polaco Bronislaw Malinowski a principios del siglo xx para referirse a la función social del lenguaje que nace de la necesidad humana básica de hacer un gesto de amistad (o, al menos, de no enemistad). Si alguien no dice estas frases cuando se espera que las diga y se queda en silencio, es seguramente para indicar distancia, indiferencia o incluso peligro. Un ejemplo típico de "conversación" fática son los intercambios rituales acerca del clima que se dan en un elevador.

Lo interesante es que los clichés –o las fórmulas ritualizadas- pueden variar según las situaciones e incluso según las costumbres de cada grupo social. En algunos casos, el diálogo ritual puede ser extenso y en otros breve. Incluso pueden variar los tópicos. Cuando viví en la Bretaña francesa observé que la conversación sobre el clima realmente es un ritual. No hay conversación que no inicie por un comentario sobre el tiempo, lo cual hasta cierto punto
es comprensible ya que el clima en Bretaña es deprimente la mayor parte del año. Pero incluso cuando hacía buen tiempo, recuerdo que la dueña de la tienda de comestibles me recibía con un “Il fait beau, hein”. Y la conversación sobre el buen o mal tiempo que hacía ese día podía prolongarse hasta que yo pagaba y me salía de la tienda.

Pero el clima no es un tema universal para rellenar una conversación como los bretones o los ingleses podrían pensar. En México sí llegamos a usarlo (nunca falta un “ay, qué calor está haciendo” o “qué frío”), pero el tema principal que usamos como función fática los mexicanos (bueno, más bien los chilangos) es nada más y nada menos que el tráfico. Un comentario sobre el tráfico es la fórmula ritualizada por excelencia para iniciar casi cualquier conversación en el D.F. Incluso, cuando uno está en un taxi, éste puede constituir el tema principal que se prolonga hasta el momento en que uno llega a su destino. De hecho, los taxistas son los expertos en la comunicación fática y con ellos podemos tocar algunos otros temas. Antes del 2000 uno hablaba de la bola de rateros y corruptos del PRI, en los ochenta también se hablaba un poco sobre la contaminación. Hoy además del tráfico, también se habla de la inseguridad y del narco.

En algún lugar leí que las mujeres en Burundi, cuando se despiden, a menudo dicen en forma rutinaria y cortés “tengo que irme a casa o mi marido me va a golpear”. En otras culturas es probable que se hable poco y que los intercambios se reduzcan a breves fórmulas de cortesía. Cada lugar tiene sus propias costumbres sociales y lingüísticas. Me encantaría que los lectores compartieran los clichés que se usan en sus países. ¿Qué tópicos sirven para establecer contacto con otras personas? ¿Cuáles son las fórmulas más comunes?

jueves, 25 de febrero de 2010

Acertijo lingüístico

Aquí tienen una pista de audio en una lengua incógnita. ¿Alguien sabe o puede adivinar cuál es?




jueves, 18 de febrero de 2010

Está en chino

En nuestra lengua el chino es una metáfora de incomprensibilidad. Cuando queremos decir que una forma de hablar o una cosa es incomprensible solemos usar frases como “me estás hablando en chino” o “esto es chino para mí”. Esta metáfora no se aplica solamente al lenguaje, sino que también podemos usarla para describir la complejidad de un problema matemático o de cualquier fenómeno que no comprendemos: ¡Está en chino!

De todas las lenguas del mundo, pensamos que la más compleja y la más incomprensible es el chino. De esta forma, no sólo el chino es una metáfora sino que también es, para los hispanohablantes, el prototipo de la ininteligibilidad. ¿Pero qué ocurre en las demás lenguas? ¿También se considera al chino, u otras lenguas extranjeras, como algo incomprensible? Y, ¿qué sucede en chino? ¿Hay alguna lengua que los chinos consideren tan difícil, más que la suya, que pueda usarse como metáfora de lo incomprensible?

Después de una pequeña investigación, descubrí que casi todas las lenguas del mundo tienen expresiones idiomáticas análogas y que, por lo general, se toma como punto de referencia una lengua extranjera con otro alfabeto o sistema de escritura. He aquí los resultados de la pesquisa:


LenguaExpresión idiomáticaTraducción aproximada*Lengua considerada como "ininteligible"
AfrikáansDis Grieks vir myEsto es griego para míGriego
AlemánDas kommt mir spanisch vorMe parece españolEspañol
Árabeيتحدث باللغة الصينيةHablas en chinoChino
BúlgaroВсе едно ми говориш на китайскиMe gusta hablar en chinoChino
CatalánAixò està en xinèsEso está en chinoChino
CroataTo su za mene španska selaEs para mí un pueblo españolEspañol
EslovacoTo je pre mňa španielska dedinaEsto es para mí un pueblo españolEspañol
EslovenoTo mi je španska vasEsto es para mí un pueblo españolEspañol
EsperantoTio estas VolapukaĵoEs volapükVolapük (el idioma artificial de la competencia)
FinésTäyttä hepreaaNo tengo una traducción aproximadaHebreo
FrancésC’est du chinoisEs chinoChino
GriegoΑὐτὰ μοῦ φαίνονται κινέζικαEsto me parece chinoChino
Hebreoזה סינית בשביליEs chino para míChino
HolandésDat is Chinees voor mijEs chino para míChino
HúngaroEz nekem kínaiEs chino para míChino
InglésThat’s Greek to meEsto es griego para míGriego
InglésIt’s Double DutchEs doble holandésHolandés
ItalianoQuesto per me è arabo/aramaicoEsto es árabe/arameo para míÁrabe/arameo
JaponésちんぷんかんぷんGalimatías---
LatínGraecum est; non legiturEs griego; no se leeGriego
LituanoTai man kaip kinų kalbaParece chinoChino
MacedonioЗа мене тоа е шпанско селоPara mí es un pueblo españolEspañol
Mandarín看起來像天書。/看起来像天书Parece un libro del cielo---
Mandarín聽起來像鳥語。/ 听起来像鸟语Suena como los pájaros---
Mandarín聽起來像火星話。/听起来像火星话Suena como lengua de Marte---
PolacoTo dla mnie chińszczyznaEs chino para míChino
PortuguésIsto é chinês/grego para mimEsto es chino/griego para míChino/griego
RumanoEşti turcSon turcosTurco
RusoЭто для меня китайская грамотаEsto es chino para míChino
SuecoDet är rena grekiskanEs puro griegoGriego
TurcoKonuya Fransız kaldım No tengo una traducción aproximadaFrancés


Como se puede observar, parece haber unanimidad entre casi todos los hablantes del mundo en que el chino es una lengua compleja e incomprensible. Luego le sigue el griego, cuyo origen parece provenir de la expresión latina Graecum est; non legitur. Esta frase era muy utilizada en la Edad Media entre los monjes escribas que copiaban manuscritos en las bibliotecas monásticas y que tenían poco conocimiento del griego. Algo que seguramente no se esperaban (al menos yo no me lo esperaba) es encontrar que nuestra lengua es considerada incomprensible para varios hablantes de lenguas eslavas y algunos de lenguas germánicas. Siempre pensé que el español tenía fama de ser una "lengua fácil", aun cuando no necesariamente lo sea.

Por último, es realmente interesante constatar que los chinos no usan ninguna otra lengua extranjera como metáfora de incomprensibilidad. Para ellos, lo incomprensible es la lengua de los marcianos, el canto de los pájaros o los misterios del cielo. Es como si supieran que su lengua es el prototipo de la ininteligibilidad y que ninguna otra puede superarla.

Por cierto, en español también se usa la expresión "eso es griego para mí" o “hablarle a alguien en griego”. De esa expresión surgió la palabra gringo como ya lo expliqué hace tiempo en esta entrada.


* Nota: la traducción que ofrezco en la tabla para la mayoría de las expresiones es aproximada. Si alguien tiene una mejor traducción para alguna expresión, no dude en hacérmelo saber en los comentarios.

domingo, 14 de febrero de 2010

De chile, de dulce y de manteca

He tenido un poco abandonada la blogósfera por motivos de trabajo. Sigo en el mundo de la localización y traducción de software y, aunque ya terminó el proyecto en el que participé el año pasado, ahora estoy en otro. Es un proyecto muchísimo más corto, así que mientras haya chamba mejor lo aprovecho. Ya saben que esta vida de freelance es como una ruleta rusa. El caso es que desde hace un par de semanas me la he pasado trabajando y no me queda tiempo para bloguear ni leer. Ganas no me faltan y, de hecho, hay varias cosas sobre las que he querido escribir, pero en la noche termino exhausta y con las neuronas fundidas. Además estuve diseñando el programa de un seminario de lingüística que voy a impartir en el marco de un diplomado de formación de traductores y eso también me ha tenido algo ocupada los fines de semana. Pero no me quejo porque ese seminario me tiene muy entusiasmada. Últimamente mi vida es demasiado técnica y, sin tiempo para bloguear, todavía más. Así que la docencia me va a regresar un poco al mundo de las ideas, lo cual buena falta me hace.

El poco tiempo que me queda libre durante los fines de semana intento desconectarme de la computadora y de Internet. Hoy, por ejemplo, nos fuimos en bici al centro. Resulta que el gobierno de la Ciudad de México, desde hace como tres años, organiza paseos dominicales en bicicleta desde Reforma hasta el Centro histórico. No entiendo por qué no lo habíamos hecho antes. La verdad es que es uno de los aciertos de este gobierno. No sólo es diversión sana y económica para toda la familia, sino que además promueve la cultura del ciclismo y, sobre todo, crea conciencia sobre la movilidad sustentable. Al pasar entre los demás ciclistas escuché en más de una ocasión comentarios sobre cómo si todos anduviéramos en bici no habría tanto tráfico. ¡Claro! Sólo hace falta que más personas hagan conciencia de que el coche sólo provoca caos.

Lo que sí debo decir es que no me gusta lo que han hecho del Zócalo (y ése es uno de los no-aciertos del gobierno de Marcelo). Cuando no está la pista de patinaje, hay un museo itinerante; cuando no está el museo itinerante, está tomado por manifestantes; cuando no está tomado por manifestantes, hay no sé qué otro evento con gradas y estructuras metálicas espantosas. Es una de las plazas más grandes del mundo y ya no es posible apreciarla en toda su magnitud. Antes, cada vez que llegaba al Zócalo (aunque fuera la enésima vez en mi vida), me impresionaba. Ya no. Lástima que no tenía cámara y que no pude tomar fotos para que entiendan de qué estoy hablando.

Pero ya ni quejarse es bueno. Mejor paso a las recomendaciones cinematográficas del mes:

Invictus

Es la última película dirigida por mi admirado Clint Eastwood. Al principio me decepcioné un poco porque, como nunca leo reseñas, creí que trataría totalmente sobre otra cosa (sobre los años de Nelson Mandela en la cárcel, su liberación y su llegada al poder). Pero qué buena sorpresa me llevé. La película está basada en el libro del periodista británico John Carlin Playing The Enemy (traducido al español como El factor humano). En resumen se trata de la estrategia de Nelson Mandela de utilizar el Mundial de Rugby de 1995, con sede en Sudáfrica, para reconciliar a los negros con los blancos y unir al país. En algún lugar leí que la película es simplista y maniqueísta. Lo del maniqueísmo ni siquiera lo voy a replicar porque me parece una tontería. Respecto al simplismo, es cierto que cuando uno adapta un libro y, sobre todo, un hecho histórico, es difícil no dejar fuera algunas cosas. Pero creo que la película es muy inspiradora y emocionante, además de que está muy bien lograda. Mandela es un ejemplo de tolerancia y reconciliación, un gran estadista como pocos y quizás el último gran líder vivo de este mundo. En la película está muy bien retratado. Realmente vale la pena verla.

A Serious Man (Un hombre serio)

Se trata de la última película de los hermanos Coen. Me pasó algo curioso con ella: cuando salí del cine no estaba segura de si me había encantado o no. Me gustó, pero salí algo desconcertada. Y es que no dejé de pensar en la película toda la noche ni la mañana siguiente. Entre más pensaba en la peli, más me gustaba y me daba cuenta de su genialidad. Es una película bastante críptica y con cierto grado de misticismo. A decir verdad, no estoy muy segura de que sea para todo el mundo. En algún lugar leí que se trata de una adaptación/parodia del libro de Job. La verdad es que, si bien hay algunos paralelismos con ese relato bíblico, yo no la entendí así. Para mí la película tiene más que ver con el misterio de la vida, el cual debemos aprender a aceptar. En todo caso, a quienes les gustan las películas de los Coen les recomiendo que no se la pierdan. Al menos les puedo asegurar que no se sentirán defraudados con el humor negro.

Nota para los lectores no mexicanos: el título de esta entrada es una expresión idiomática mexicana que se usa para describir categorías de tamales, pero que en general significa "de varias clases" o "revoltura" (Diccionario breve de mexicanismos). Como habrán notado, esta entrada es un revoltijo. :P








jueves, 28 de enero de 2010

Acertijo lingüístico

Aquí tienen un texto en una lengua incógnita. ¿Alguien sabe o puede adivinar cuál es?


lunes, 18 de enero de 2010

Lapsus cálami

Lapsus cálami es una locución latina que, según la RAE, significa literalmente “error de pluma”. Se emplea como locución nominal masculina con el sentido de “error involuntario que se comete al escribir”.

En el libro de 2666 hay una parte donde las correctoras de una editorial “se ponen a hablar de lapsus cálami, muchos de ellos recogidos en un libro publicado en París, titulado acertadamente Museo de errores, y otros seleccionados por Max Sengen, buscador de erratas
. Después las correctoras toman un libro (que no era el Museo de errores francés ni el de Sengen), cuyo título Archimboldi (uno de los personajes principales de 2666) no puede ver, y se ponen a leer en voz alta una selección de perlas cultivadas.

Con esa costumbre detectivesca que a veces tengo, me puse a investigar sobre el tal Max Sengen, pero no encontré nada que confirmara su existencia. En Google su nombre aparece 44 veces, de las cuales la mayoría hacen referencia al fragmento de 2666. Sin embargo, encontré dos referencias que son anteriores al libro de Bolaño. La primera es un libro de 2002 de una tal Gema Delgado, titulado Cómo documentar tu novela y cuyo contenido puede verse en Google Books. En ese libro, Delgado habla de una recopilación de lapsus cálami realizada por el austriaco Max Sengen en su Museo de errores y ofrece la misma lista que aparece en la novela de Bolaño. Pero también dice que fue una amiga la que le envió la lista por correo electrónico, por lo que creo que la fuente original es la segunda referencia que hallé en Google, que es aún más anterior. Se trata de un artículo del lexicógrafo y ortotipógrafo español José Martínez de Sousa publicado en 1998 en la revista Rinconete del Centro Virtual Cervantes. En dicho texto, Martínez de Sousa señala que a los lapsus cálami, en tipografía y bibliología, se les llama mochuelos, y suelen consistir en textos deshilvanados a causa de que el compositor del texto salta de una línea a otra y omite parte de aquel. A su vez, el corrector de pruebas lo deja tal cual por inadvertencia, y el texto sale impreso de esa manera que en ocasiones suscita una sonrisa o una carcajada. Después, nos ofrece una lista de lapsus célebres incluidos “hace tiempo en una obra llamada Museo de errores y publicada por un literato austriaco llamado Max Sengen”.

Es muy probable que Bolaño se haya basado en el texto de Martínez de Sousa; quizás éste sea el "libro" que sacaron las correctoras “cuyo título Archimboldi no pudo ver”. La lista de lapsus es prácticamente la misma y en el mismo orden. Lo raro es que, fuera de las referencias a la novela de Bolaño y las dos que mencioné, no encontré nada más acerca de ese misterioso buscador de erratas, Max Sengen. Es más, no aparece nada en alemán: todas las ocurrencias están en español, y hay dos en portugués.

En todo caso, les voy a copiar aquí algunos de mis lapsus cálami preferidos (el resto los pueden ver en el texto de Martínez de Sousa o leyendo la novela de Bolaño):

«La tripulación del buque tragado por las olas estaba formada por veinticinco hombres, que dejaron centenares de viudas condenadas a la miseria» (Dramas marítimos, Gaston Leroux).

«El duque apareció seguido de su séquito, que iba delante» (
Cartas de mi molino, de Alphonse Daudet).

«Con las manos cruzadas sobre la espalda, paseábase Enrique por el jardín, leyendo la novela de su amigo» (
El día fatal, de Rosny).

«El cadáver esperaba, silencioso, la autopsia» (
El favorito de la suerte, de Octave Feuillet).

«—Empiezo a ver mal —dijo la pobre ciega» (
Beatriz, de Balzac).

«Después de cortarle la cabeza, lo enterraron vivo» (
La muerte de Mongomer, de Henri Zvedan).

martes, 12 de enero de 2010

2666

1. Unas semanas antes de salir de vacaciones pedí a Gandhi.com unos cuantos libros que deseaba desde hace tiempo, con el fin de leerlos en los sagrados momentos de ocio que por fin llegarían a mi vida después de tantos meses de friega. Al preparar mi maleta, una noche antes de irme a la playa, me di cuenta de que uno de los libros (2666 de Roberto Bolaño) tenía mil ciento y cacho de páginas. Aun así me llevé dos libros: el de Bolaño y uno de Daniel Sada. Por supuesto fue mucha ambición de mi parte y no me alcanzó el tiempo para abrir el segundo libro. El de Bolaño lo terminé anoche, a dos días de mi regreso. Es la primera vez en mi vida que devoro una novela de tantas páginas en diez días. Es una de las contadas veces en mi vida que me da tanta pena terminar de leer un libro. La última vez que me sucedió fue con Los detectives salvajes.

2. Con Roberto Bolaño sucede algo curioso: el culto que hay alrededor de su figura parece dar derecho a sus admiradores a interpelar a un compañero de viaje en un autobús, a un vecino de banca en un parque o uno de mesa en un café, que casualmente esté leyendo alguno de sus libros, para hacer un comentario acerca del libro en particular o de Bolaño en general (en este derecho está implícito otro derecho: el de interrumpir la lectura del otro). Uno de los primeros días en la playa estaba concentrada en la lectura, apenas llevaba unas 200 páginas, cuando oí que alguien se detenía cerca de mí y decía algo con respecto al libro o a Bolaño o algo que tenía que ver conmigo en ese momento. Alcé la mirada y vi a un hombre de unos sesenta años que me decía que justamente venía hablando de Bolaño con su hija, que estaba a su lado y tenía mi edad aproximadamente. Me preguntó si había leído Los detectives salvajes y le dije que sí pero que éste me estaba gustando más. No sé por qué le respondí eso, pues en ese momento no necesariamente lo creía (tampoco ahora, que ya terminé, lo pienso necesariamente; pero sobre eso volveré más tarde). Supongo que se lo dije porque no tenía nada de ganas de entablar una tertulia literaria con arena y sol. Supongo también que él no había leído 2666 porque me dijo “bueno, ése es un tabique” (expresión que me parece un poco despectiva para referirse a una obra tan monumental como 2666) y, acto seguido, me volvió a preguntar “¿pero sí leíste Los detectives salvajes?”. En ese momento di por terminada la conversación que de todos modos no me apetecía, y volví a la lectura.


3. 2666 está compuesta por cinco partes. Ante la inminencia de su muerte, Bolaño dejó instrucciones a su editor para que la novela se publicara en forma de cinco libros independientes, con el fin principal de dejar asegurado el futuro económico de sus hijos. Cuando Bolaño murió, tras una lectura del trabajo, el editor junto con los herederos decidieron publicarla toda entera para respetar el valor literario de la obra. Qué bueno que así lo hicieron. Si bien cada parte podría leerse y entenderse de forma independiente, éstas comparten un tejido común; forman parte de una totalidad. Eso no impide que la novela pueda tener otro tipo de lecturas o relecturas. A mí se me antoja, de hecho, releerla en otro orden.

2666 es una novela inacabable cuyas historias se quedan abiertas, sin un final acabado. Esto no significa que sea una obra inacabada o interrumpida. De hecho, ese estilo no es nuevo en Bolaño. Como dice Ignacio Echevarría, el amigo del escritor que se ocupó de sus asuntos literarios tras su muerte, si Los detectives salvajes se hubiera publicado póstumamente, seguramente muchos habrían especulado también acerca de su inacabamiento. Quizás a Bolaño no le alcanzó la vida para pulir más algunas partes de 2666, pero es muy probable que la versión que hoy podemos leer es muy similar la que él hubiera publicado estando vivo.

4. Es difícil decir de qué se trata 2666 porque en esta novela convergen varias historias: la de un misterioso escritor alemán cada vez más en boga pero que nadie, salvo su editor, ha visto nunca, la de sus críticos europeos, la de un profesor chileno de filosofía que por azares del destino acaba en una ciudad de Sonora azotada por crímenes de mujeres, la de un periodista afroamericano que también va a dar a esa ciudad y la de los mismos crímenes. A su vez en esas historias convergen un sinfín de subhistorias contadas por los personajes. Sin embargo, creo que el tejido común que comparten todas esas historias es la ciudad de Santa Teresa, fiel trasunto de Ciudad Juárez, en la frontera de México con los Estados Unidos. Y el telón de fondo es la ola (o más bien el goteo) de feminicidios que ahí ocurren. Por algo el epígrafe de Baudelaire que abre la novela dice: “Un oasis de horror en medio de un desierto de aburrimiento”.

La parte de los crímenes, que es la cuarta de la novela, es de hecho la más densa y siniestra de todo el libro: en ella se describen cada uno de los crímenes que ocurrieron en Santa Teresa en un período de cuatro años. Estoy segura de que los lectores que no terminan de leer esta novela se quedan ahí. Yo misma estuve tentada en algunos momentos de, si no dejar el libro, sí saltarme algunas partes. Pero no lo hice. Me quedé pensando que la intención de Bolaño era precisamente crear en el lector la misma sensación de hastío y de horror que se vivía en Ciudad Juárez. Por lo demás, afortunadamente las descripciones de los crímenes se alternan con otras historias que lo hacen más llevadero: las de algunos policías judiciales, las de unos periodistas, la de un curioso profanador de iglesias, la de una diputada feminista, etc.

5. Una de las cosas que más admiro de Bolaño como narrador es su audacia para crear polifonía. No sólo es capaz de dar voz a distintos personajes que cuentan un sinfín de historias a manera de anécdotas, recuerdos, sueños, relatos de otros personajes que nunca conocemos, sino que además tiene una habilidad admirable para cambiar de registro. El crítico habla como crítico, el policía habla como policía, el personaje español habla como español y el mexicano como mexicano. Todos esos cambios se dan con una naturalidad indiscutible y casi sin que nos demos cuenta de ello.

6. Los detectives salvajes me conmocionó cuando la leí hace algunos años, e inmediatamente entró en mi lista de libros imprescindibles. Ahora me topo con esta obra monumental y me quedo sin palabras. No hay por qué elegir entre las dos, pero creo que, como leí en algún lugar, Los detectives salvajes es el taller que hace posible 2666.