domingo, 26 de julio de 2009

Brüno

De regreso a México hicimos una escala de ocho horas en Madrid. G, que no conocía la ciudad, tenía ganas de ir al Museo del Prado, pero en lo que dejamos las cosas en la consigna del aeropuerto y nos desplazamos en metro al centro de la ciudad, ya quedaban pocas horas para el cierre del museo y no valía la pena pagar la entrada. Además hacía calor, estábamos algo cansados y yo me había puesto unos zapatos que no resultaron muy cómodos para caminar. Se nos ocurrió que podíamos ir al cine y luego a comer algo antes de volver al aeropuerto. Así que nos dirigimos hacia el Cine Ideal, en la Plaza de Jacinto Benavente, donde se exhiben películas en versión original. Llegamos al cine a las seis y diez, de modo que todas las películas de las seis ya habían empezado y faltaban una o dos horas para que empezaran las siguientes. De pronto vimos que a las seis y cuarto empezaba una película en inglés llamada Brüno. No sabíamos nada del filme, pero realmente queríamos ver una peli, así que, en una decisión algo precipitada (y algo arriesgada), compramos los boletos y entramos.

A veces veo películas sin saber de qué se tratan o sin haber visto el tráiler, pero ésta fue la primera vez en mi vida adulta y cinéfila que entré al cine a ver una peli sin siquiera saber quién era el director, o quién actuaba o al menos de que país era. No sabía absolutamente nada de la película y creo que fue lo mejor que me pudo pasar para ver Brüno. ¿Por qué? Para empezar porque si hubiera sabido que era la nueva película de Sacha Baron Cohen es probable que no habría entrado a verla. Si bien no fui de las personas que odiaron Borat, tampoco fui de las que la adoraron. Y suponiendo que hubiera entrado a ver la peli a sabiendas de qué se trataba, la habría visto con muchos prejuicios y no la habría disfrutado tanto. Durante toda la película me decía que el estilo me parecía familiar y llegué a pensar en Borat, pero curiosamente no reconocí a Baron Cohen en Brüno. No sé si atribuirlo a la genialidad del maquillaje y caracterización del personaje o a mi enorme distracción -o a ambas-, pero el caso es que no lo reconocí y que amé a Brüno.

Si Borat es provocativo e irreverente, Brüno es ultraprovocativo y ultrairreverente. Es über-shocking, como diría el personaje, y políticamente incorrecto hasta la médula. Brüno es un reportero gay que quiere entrevistar a las celebridades del mundo de la moda para convertirse en el austriaco más famoso desde Hitler. Con eso ya podrán darse una idea. En Brüno el humor grotesco no tiene límites, quizá menos que en Borat, y la película tiene escenas francamente incómodas que uno simple y sencillamente no puede creer estar viendo en el cine. En la fila de atrás había un espectador anglosajón que más de una vez gritó Oh, man! En México, estoy segura de que una tercera parte de la sala se habría salido. Pero también tiene momentos totalmente hilarantes. ¡Hacía tanto tiempo que no reía a carcajadas en el cine!

En conclusión, si Borat les gustó tienen que ver Brüno. Si la odiaron, mejor ni la vean porque ésta es más grotesca. Y si no vieron la primera, pero son de los que se ofenden fácilmente, mejor absténganse. ¡Bajo advertencia no hay engaño!

Y para quiénes les gusta ver el tráiler, aquí les va.



miércoles, 22 de julio de 2009

Desconectada

Queridos lectores y amigos de Tripodología Felina:

Sigo de vacaciones y sin muchas ganas de postear. Terminé la traducción del libro la semana pasada, regresé a casa de mis suegros en Les Cevennes y me he dedicado a descansar y a desconectarme de la computadora y del Internet. El sábado vuelvo a México, así que espero estar publicando nuevamente en este blog la semana que entra.

Mientras tanto, para los amantes de Almodóvar, les dejo el tráiler de su película más reciente, que vi la semana pasada en el cine de Lannion (en Bretaña). Los abrazos rotos es más del estilo serio de los últimos filmes del manchego y puede que a algunos de sus fans no les agrade. Pero a mí el cine de Almodóvar siempre me gusta.


lunes, 13 de julio de 2009

Acertijo lingüístico

He tenido medio abandonado el blog. La semana pasada fue muy intensa ya que estoy traduciendo un libro y, al mismo tiempo, intentando aprovechar al máximo mi estancia en Bretaña. Como se imaginarán es difícil trabajar y tener vacaciones a la vez. :D Quería subir antes este acertijo --la pista de audio la tengo desde hace varias semanas--, pero cuando estaba en casa me dedicaba a trabajar y no quería distraerme con otras cosas.

En fin, aquí les va una pista de audio en un idioma misterioso. ¿Alguien sabe o puede adivinar cuál es?




jueves, 2 de julio de 2009

¿Bueno?

Una de las cosas que siempre me he preguntado es por qué en México, cuando contestamos al teléfono, decimos “¡Bueno!”. Hace unos meses también leí a uno de los blogueros que sigo --no me acuerdo bien quién-- haciéndose la misma pregunta. La verdad es que es ridícula esa forma de responder. No sé exactamente cómo contestan al teléfono en cada uno de los países hispanoamericanos (esta vez no puedo ofrecerles mis clásicas listas; quizás ustedes, queridos lectores, pueden ayudarme en los comentarios), pero sí sé que “el bueno” sólo se usa en México. En los demás países se dicen cosas más lógicas, como “¿diga?”, “¿si?”, “hola”, “aló”, etc. ¿De dónde viene ese caprichoso “bueno”?

He intentado buscar el origen de esta expresión desde hace tiempo, pero no he tenido mucho éxito. Algunos diccionarios, no obstante, la consignan en la entrada de la palabra “bueno”. Por ejemplo, el Diccionario de la Real Academia Española y el Diccionario breve de mexicanismos señalan que es una interjección usada en México para contestar al teléfono. Pero del origen, no se dice nada.

Hace rato, buscando otra cosa (como suele ocurrir), di con una discusión en un foro de WordReference en el que se toca el tema. Uno de los participantes ofrece una teoría acerca del origen de la interjección que me pareció bastante verosímil. A ver qué opinan ustedes.

El participante dice que su padre trabajó en una compañía telefónica en México por ahí de los años 20 o 30. En esa época, los equipos de telefonía no eran tan avanzados como ahora y todas las llamadas se hacían por medio de una operadora que estaba en una central telefónica. Su padre le contó que como la comunicación a veces no funcionaba, la operadora solía preguntar “¿bueno?” para corroborar que la comunicación estaba buena, a lo que el interlocutor respondía “¡bueno!” (en caso de que así fuera). Entonces, si se conformaba que el teléfono “estaba bueno”, se podía continuar la conversación.

No puedo saber hasta qué punto es cierta esta hipótesis, pero además de ser la única que he encontrado al respecto, suena bastante lógica y le da sentido a la expresión que hasta ahora me pareció ridícula. De cualquier forma, creo que la interjección ya se volvió obsoleta dado que en la era de la telefonía digital ya no es necesario andar corroborando que la comunicación está buena. Esto me hace pensar que quizá, de ahora en adelante, debería decir otra cosa al descolgar el teléfono.