Gran parte del pensamiento filosófico y político de Hubert Aquin, que además se verá plasmado en su obra literaria, parece haber sido influido por su reflexión sobre la declaración de Lord Durham, gobernador general de Canadá en 1839, de que los canadienses franceses eran un pueblo sin literatura y sin historia. Así, en "La fatigue culturelle du Canada français"*, Aquin dice que la historia obviamente les pertenecía a los canadienses ingleses y que lo único que podían hacer ellos, los canadienses franceses, era tomarla como se toma un tren.
Para Hubert Aquin, el Canadá francés no tiene historia porque sufre de una incapacidad crónica para contar su propia historia, y aunque algunas veces los canadienses franceses desempeñan el papel principal, lo será siempre en una historia que ellos no escribieron. La misma distinción entre causas históricas y remedios políticos subraya el uso consistente que durante este periodo hace Aquin de los términos Canadá francés y canadiense francés, un uso que hoy podría parecer sorprendente, ya que estamos acostumbrados a escuchar los términos Québec y quebequés en un contexto nacionalista. Pero este uso es deliberado y de ninguna forma compromete su postura separatista; por el contrario, es el término que mejor evoca la realidad ambigua y la dualidad psicológica de su pueblo.
Así, observando las secuelas psicológicas que el ser una minoría había dejado en su pueblo (autocastigo, masoquismo, autodevaluación, depresión, falta de entusiasmo y vigor), Aquin llega a la conclusión de que los canadienses franceses se hallan en un estado de "cansancio cultural": "El problema no es escribir historias que ocurran en Canadá, sino asumir plena y dolorosamente toda la dificultad de su identidad. El Canadá francés, como Fontenelle en su lecho de muerte, experimenta ‘cierta dificultad de ser’".
A principios de los sesenta, Aquin experimenta un rechazo hacia la escritura, porque como artista sentía que estaba desempeñando un papel que le habían asignado: el de un subordinado talentoso. De este modo, al rechazar su talento, no sólo rechazaba todo lo que tenía que ver con su dominación, sino también la condición compensatoria y hasta "terapéutica" de la literatura en una situación social que él definía como colonial y paternalista:
El problema de la identidad individual y nacional es fundamental en las tres novelas de Hubert Aquin, quizás hasta el grado de constituir el foco mismo de ellas. No obstante, para Aquin, esta búsqueda de identidad no implica, como para muchos de sus contemporáneos, el uso del joual en la literatura quebequesa. El joual, habla popular de los canadienses franceses, muy contaminada de anglicismos, se convirtió para muchos escritores de la época en un símbolo de la identidad quebequesa. Su uso hacía referencia a la cuestión de ser originales que tanto buscaban desde el siglo XIX, cosa que para Aquin no iba por ese camino: "un pueblo puede expresarse de forma bien original aunque use, para ello, una lengua de la que no tenga la exclusividad".
La literatura joual es, desde su óptica, "la literatura de la incomunicación". Después de todo, quienes usan esa lengua corrompida lo hacen para expresar un monólogo interior; y, para Aquin, "la verdadera dialéctica es diálogo y no paralelismo de dos monólogos".
Incomprendido, Aquin fue un extranjero en su propio país. Fue el anticlérigo por excelencia, el más alejado, el único que podía estigmatizar de una manera definitiva su cansancio extremo. Quebec lo conoció y lo leyó, pero no lo reconoció. Hoy en día está confinado al terreno de los especialistas y de los teóricos de la literatura. Con motivo de los veinte años de su muerte, en 1997, Lamberto Tassinari escribió:
* "La fatigue culturelle du Canada français" fue publicado en Liberté en mayo de 1962. Ese ensayo constituyó una réplica a un artículo de Pierre Elliot Trudeau (quien posteriormente, en 1968, se convertirá en primer ministro de Canadá), "La nouvelle trahison des clercs", publicado un año antes en la revista Cité libre. El ensayo de Aquin es considerado como uno de los más importantes, sino es que el más, de sus escritos políticos.
Referencias
Para Hubert Aquin, el Canadá francés no tiene historia porque sufre de una incapacidad crónica para contar su propia historia, y aunque algunas veces los canadienses franceses desempeñan el papel principal, lo será siempre en una historia que ellos no escribieron. La misma distinción entre causas históricas y remedios políticos subraya el uso consistente que durante este periodo hace Aquin de los términos Canadá francés y canadiense francés, un uso que hoy podría parecer sorprendente, ya que estamos acostumbrados a escuchar los términos Québec y quebequés en un contexto nacionalista. Pero este uso es deliberado y de ninguna forma compromete su postura separatista; por el contrario, es el término que mejor evoca la realidad ambigua y la dualidad psicológica de su pueblo.
Así, observando las secuelas psicológicas que el ser una minoría había dejado en su pueblo (autocastigo, masoquismo, autodevaluación, depresión, falta de entusiasmo y vigor), Aquin llega a la conclusión de que los canadienses franceses se hallan en un estado de "cansancio cultural": "El problema no es escribir historias que ocurran en Canadá, sino asumir plena y dolorosamente toda la dificultad de su identidad. El Canadá francés, como Fontenelle en su lecho de muerte, experimenta ‘cierta dificultad de ser’".
A principios de los sesenta, Aquin experimenta un rechazo hacia la escritura, porque como artista sentía que estaba desempeñando un papel que le habían asignado: el de un subordinado talentoso. De este modo, al rechazar su talento, no sólo rechazaba todo lo que tenía que ver con su dominación, sino también la condición compensatoria y hasta "terapéutica" de la literatura en una situación social que él definía como colonial y paternalista:
Siempre pensé que había cierta ambigüedad en la aplicación de esta noción a la literatura puesto que postula que la producción literaria es una actividad compensatoria en nuestra sociedad y que el escritor sería, de cierta forma, un loco ideal que se dedicaría a sus elucubraciones mientras que todo el mundo está ocupado produciendo ‘seriamente’.
El problema de la identidad individual y nacional es fundamental en las tres novelas de Hubert Aquin, quizás hasta el grado de constituir el foco mismo de ellas. No obstante, para Aquin, esta búsqueda de identidad no implica, como para muchos de sus contemporáneos, el uso del joual en la literatura quebequesa. El joual, habla popular de los canadienses franceses, muy contaminada de anglicismos, se convirtió para muchos escritores de la época en un símbolo de la identidad quebequesa. Su uso hacía referencia a la cuestión de ser originales que tanto buscaban desde el siglo XIX, cosa que para Aquin no iba por ese camino: "un pueblo puede expresarse de forma bien original aunque use, para ello, una lengua de la que no tenga la exclusividad".
La literatura joual es, desde su óptica, "la literatura de la incomunicación". Después de todo, quienes usan esa lengua corrompida lo hacen para expresar un monólogo interior; y, para Aquin, "la verdadera dialéctica es diálogo y no paralelismo de dos monólogos".
Incomprendido, Aquin fue un extranjero en su propio país. Fue el anticlérigo por excelencia, el más alejado, el único que podía estigmatizar de una manera definitiva su cansancio extremo. Quebec lo conoció y lo leyó, pero no lo reconoció. Hoy en día está confinado al terreno de los especialistas y de los teóricos de la literatura. Con motivo de los veinte años de su muerte, en 1997, Lamberto Tassinari escribió:
Aquin es el escritor que más y mejor ha sentido, vivido y representado la dificultad de ser moderno y quebequés. Aquel que encarnó el drama de la modernidad huidiza y fuera de alcance conjugando, en su escritura, su propio destino individual con el porvenir histórico de la sociedad quebequesa. Su obra es el lugar donde se juega trágicamente la búsqueda de sentido existencial y político de toda minoría, de toda la humanidad... Pero Quebec no quiere leerse.No te pierdas la próxima entrega: Prochain épisode, la novela espejo
* "La fatigue culturelle du Canada français" fue publicado en Liberté en mayo de 1962. Ese ensayo constituyó una réplica a un artículo de Pierre Elliot Trudeau (quien posteriormente, en 1968, se convertirá en primer ministro de Canadá), "La nouvelle trahison des clercs", publicado un año antes en la revista Cité libre. El ensayo de Aquin es considerado como uno de los más importantes, sino es que el más, de sus escritos políticos.
Referencias
Aquin, Hubert (1998a). "La fatigue culturelle du Canada français", en Blocs érratiques, Textes (1948-1977) rassemblés par René Lapierre, Québec: Éditions Typo
Aquin, Hubert (1998b). "Le joual-refuge", en Blocs érratiques, Textes (1948-1977) rassemblés par René Lapierre, Québec: Éditions Typo
Aquin, Hubert (1998c). "Littérature et aliénation", en Blocs érratiques, Textes (1948-1977) rassemblés par René Lapierre, Québec: Éditions Typo
Tassinari, Lamberto (1997). "Oublier Hubert Aquin ?", en Le Devoir.
Hubert Aquin, el agente doble by Sandra Strikovsky is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 Unported License. Based on a work at www.scribd.com.
10 comentarios:
Cuando planeé esta serie tenía la firme intención de publicar más seguido. Pero las últimas dos semanas han sido de locura y las que vienen se anuncian todavía peor. Así que ya me resigné a que las entradas sean más espaciadas. Eso sí, intentaré que sea por lo menos una vez a la semana. Después de todo, en los periódicos así se estila con ciertos suplementos. ;)
Sos, parece, una magnífica introductora a Aquin, y un poco a la literatura del Canadá. Ya me agencié una "Anthologie de la littérature québéquoise" (manualcito de secundaria) que, sin vos como difusora de estos temas, ni se me hubiera ocurrido sacar de la Alianza.
Me hizo acordar, aunque distinto, a una novela de José Donoso. El personaje, un escritor en la época del boom de narrativa latinoamericana, conversa con una (o su) editora, que le dice que hay que escribir en castellano comunicable: pocos regionalismos, por favor.
Saludos desde Córdoba. :-)
"Un profeta sólo en su patria, entre sus parientes y en su casa carece de prestigio".
Qué hombres y mujeres, que aprenden a ser propios y extraños.
Saludos en perspectiva.
"El problema no es [...] sino asumir plena y dolorosamente toda la dificultad de su identidad."
Ay querida
Pues no sólo para los canadienses ingleses, diría yo. Por lo visto, es un sentir que muchos traemos.
"[...] la dificultad de ser moderno y quebequés. Aquel que encarnó el drama de la modernidad huidiza y fuera de alcance conjugando, en su escritura, su propio destino individual con el porvenir histórico de la sociedad quebequesa"
Esto bien podría haberlo dicho Octavio Paz, sobre nosotros los mexicanos.
Un beso
Esto de las identidades (colectivas), cuánto sufrimiento ha traído. Y lo que nos queda, me temo.
En mi opinión, una de las tareas pendientes es desmitificar las patrias. Pero falta mucho para que aprendamos a construirnos los yoes sin que tengan que ser apéndices parasitarios de unos "nosotros" artificialmente manipulados. El miedo, como siempre, está en la base. Un beso y sigue contándonos de este atormentado personaje (a ver si me consigo algo suyo; en español, claro).
cercano aún al día de la lealtad peronista asocié lo que escribes, acerca de la incapacidad crónica que tienen los canadienses franceses para escribir su historia, con estos versos: si la historia la escriben los que ganan eso quiere decir que hay otra historia, la verdadera historia, quien quiera oir que oiga.
aguardo por las partes siguientes de este personaje complejo.
saludos
Gracias por la nueva entrega. Estás haciendo de nosotros poco menos que doctorandos.
Petonets, des de Catalunya, bonica.
No pudiendo opinar sobre un autor que no he leído, creo que lo único que puedo hacer es escribir sobre la sociedad canadiense, a la que conozco relativamente bien. Los anglos ven a los quebequenses, con cierta razón, como niños chantajistas que exigen más recursos económicos para mantener sistemas sociales carísimos. Muchos anglos estarían felices de que Québec se separara, aunque el Bloc lo que busca es sacar más beneficios económicos y de poder.
Hola, Strika
Estoy esperando con ansias la próxima entrega.
Te cuento también que los planteamientos sueltos sobre la identidad que se ven de tus comentarios sobre Aquin me recuerdan mucho a los que se plantea con el bilinguismo en paraguay. Con el guaraní, como idioma no ya indígena, sino como una construcción que se fue dando como contraposición al español (símbolo del colonizador). Hay toda una postura literaria de mezcla actualmente que incluso los escritores rechazan: mezcla de guaraní y español, portugués y español (el portugués se habla en varias regiones del país, como portunhol); y en esta nueva sintáxis de una lengua, que crea una nueva lengua, dicen, está la sensibilidad particular de los paraguayos, su estructura psíquica que los hace ciudadanos de un país que tiene su propia máscara y que se anda bancando las caretas que se le imponen en todas partes: mestizos, indígenas, brasiguayos, etc. Si bien el paraguay no es una provincia de otro país, literalmente hablando, es su condición de ser depende exclusivamente de brasil y argentina, como canalizadores económicos y culturales. O se aprende bien castellano y se piensa en castellano, para una región; o se hace todo en portugués, en otra región. Y en el medio a estas imposiciones, están los dos grandes híbridos: el jopara (guara-ñol) y el portunhol. Ambas neo-lenguas se ubican en territorios móviles y paradójicos: están en el medio de dos idiomas (estructuras), es decir "podrían" ser centrales; pero están también marginadas. Entre el centro y la periferia, sin quedarse en ninguna parte, el jopara y el portunhol buscan su reconocimiento cultural (reconocimiento de sus hablantes) y lo están haciendo desde hace unos años. Como esto sería muy largo, aquí un par de blogs donde se hace el asunto: http://portunholselvagem.blogspot.com/ , http://felicitacartoneranhembyense.blogspot.com/
Saludos
Tamarit: Me alegra mucho haber despertado tanto interés en este autor que me parece fascinante. Y en cuanto a los regionalismos, como te comenté ya, a mí me encantan. :) Un saludo desde el DF.
Aurore: Aunque también dicen que nadie es profeta en su tierra... :∫ Saludos
Marichuy: Sí, aunque por otro lado, como platicaba anoche con un amigo, eso de definir la "mexicanidad" es como bastante difícil. ¿Realmente hay una? Otro beso
Miros: Totalmente de acuerdo contigo. Como ya lo dije aquí una vez, soy vexilófoba. En cuanto a Aquin, temo decirte que no hay nada en español (más que dos capítulos de su novela que una servidora tradujo hace siete años). Si lees inglés, sí que está traducido a esa lengua. Un beso
Mario: Es que de hecho hay varias historias, ¿no? Todo depende de quién la escribe. Un saludo
Juanjo: Qué bueno que te está gustando. Petons i abraçade :)
Francisco: En general, muchos de los separatistas son así como los describes. Y la realidad es que muchos de ellos no podrían separarse ya que no tendrían el presupuesto para hacerlo. Pero es todo un tema. La verdad es que a mí los nacionalismo, sobre todo a punto de empezar la segunda década del siglo xxi, me parecen absurdos y hasta me sacan urticaria. Saludos y gracias por tu visita.
Ever: Qué interesante todo lo que cuentas sobre el bilingüismo en Paraguay. A mí que me fascinan esos temas, me has despertado mucho interés y me pondré a leer al respecto. De entrada, después de comer me daré una vuelta en los blogs que me recomiendas. Muchas gracias. Un abrazo
Gracias a todos por sus comentarios y ya está en línea la penúltima entrega de esta serie.
Abrazos,
Strika
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