martes, 27 de enero de 2009

Caperucita roja (versión políticamente correcta)

Lo de la "Caperucita encarnada" que mencioné en la entrada pasada, me hizo recordar que alguna vez leí una versión políticamente correcta de la Caperucita roja. Quizás algunos de ustedes ya la conocen, pero pensé que es un texto digno de estar en Tripodología Felina.

Caperucita Roja / James Finn Garner

Érase una vez una persona de corta edad llamada Caperucita Roja que vivía con su madre en la linde de un bosque. Un día, su madre le pidió que llevase una cesta con fruta fresca y agua mineral a casa de su abuela, pero no porque lo considerara una labor propia de mujeres, atención, sino porque ello representaba un acto generoso que contribuía a afianzar la sensación de comunidad. Además, su abuela no estaba enferma; antes bien, gozaba de completa salud física y mental y era perfectamente capaz de cuidar de sí misma como persona adulta y madura que era.

Así, Caperucita Roja cogió su cesta y emprendió el camino a través del bosque. Muchas personas creían que el bosque era un lugar siniestro y peligroso, por lo que jamás se aventuraban en él. Caperucita Roja, por el contrario, poseía la suficiente confianza en su incipiente sexualidad como para evitar verse intimidada por una imaginería tan obviamente freudiana.

De camino a casa de su abuela, Caperucita Roja se vio abordada por un lobo que le preguntó qué llevaba en la cesta.

-Un saludable tentempié para mi abuela quien, sin duda alguna, es perfectamente capaz de cuidar de sí misma como persona adulta y madura que es -respondió.

-No sé si sabes, querida -dijo el lobo-, que es peligroso para una niña pequeña recorrer sola estos bosques.

Respondió Caperucita:

-Encuentro esa observación sexista y en extremo insultante, pero haré caso omiso de ella debido a tu tradicional condición de proscrito social y a la perspectiva existencial -en tu caso propia y globalmente válida- que la angustia que tal condición te produce te ha llevado a desarrollar. Y ahora, si me perdonas, debo continuar mi camino.

Caperucita Roja enfiló nuevamente el sendero. Pero el lobo, liberado por su condición de segregado social de esa esclava dependencia del pensamiento lineal tan propia de Occidente, conocía una ruta más rápida para llegar a casa de la abuela. Tras irrumpir bruscamente en ella, devoró a la anciana, adoptando con ello una línea de conducta completamente válida para cualquier carnívoro. A continuación, inmune a las rígidas nociones tradicionales de lo masculino y lo femenino, se puso el camisón de la abuela y se acurrucó en el lecho.

Caperucita Roja entró en la cabaña y dijo:

-Abuela, te he traído algunas chucherías bajas en calorías y en sodio en reconocimiento a tu papel de sabia y generosa matriarca.

-Acércate más, criatura, para que pueda verte -dijo suavemente el lobo desde el lecho.

-¡Oh! -repuso Caperucita-. Había olvidado que visualmente eres tan limitada como un topo. Pero, abuela, ¡qué ojos tan grandes tienes!

-Han visto mucho y han perdonado mucho, querida.

-Y, abuela, ¡qué nariz tan grande tienes!... relativamente hablando, claro está, y a su modo indudablemente atractiva.

-Ha olido mucho y ha perdonado mucho, querida.

-Y... ¡abuela, qué dientes tan grandes tienes!

Respondió el lobo:

-Soy feliz de ser quién soy y lo qué soy -y, saltando de la cama, aferró a Caperucita Roja con sus garras, dispuesto a devorarla.

Caperucita gritó; no como resultado de la aparente tendencia del lobo hacia el travestismo, sino por la deliberada invasión que había realizado de su espacio personal.

Sus gritos llegaron a oídos de un operario de la industria maderera (o técnico en combustibles vegetales, como él mismo prefería considerarse) que pasaba por allí. Al entrar en la cabaña, advirtió el revuelo y trató de intervenir. Pero apenas había alzado su hacha cuando tanto el lobo como Caperucita Roja se detuvieron simultáneamente.

-¿Puede saberse con exactitud qué cree usted que está haciendo? -inquirió Caperucita.

El operario maderero parpadeó e intentó responder, pero las palabras no acudían a sus labios.

-¡Se cree acaso que puede irrumpir aquí como un Neandertalense cualquiera y delegar su capacidad de reflexión en el arma que lleva consigo! -prosiguió Caperucita-. ¡Sexista! ¡Racista! ¿Cómo se atreve a dar por hecho que las mujeres y los lobos no son capaces de resolver sus propias diferencias sin la ayuda de un hombre?

Al oír el apasionado discurso de Caperucita, la abuela saltó de la panza del lobo, arrebató el hacha al operario maderero y le cortó la cabeza. Concluida la odisea, Caperucita, la abuela y el lobo creyeron experimentar cierta afinidad en sus objetivos, decidieron instaurar una forma alternativa de comunidad basada en la cooperación y el respeto mutuos y, juntos, vivieron felices en los bosques para siempre.

[Traducido del inglés por Gian Castelli Gair]

James Finn Garner. Cuentos infantiles políticamente correctos, Circe Ediciones, Barcelona, 1995

viernes, 23 de enero de 2009

Denominaciones de origen boicoteadas

Así como se suele atribuir orígenes extranjeros a ciertos productos (probablemente con el objeto de darles un toque de exotismo), también existe un fenómeno inverso en el que se decide cambiar o quitar el adjetivo gentilicio del nombre de un producto con el fin de boicotear al país en cuestión. Este tipo de cambio lingüístico es muy común durante los momentos más álgidos de algunos conflictos internacionales. Veamos algunos ejemplos.

Freedom fries (papas de la libertad). Es un eufemismo que algunos conservadores estadounidenses usaron para referirse a las papas a la francesa, como resultado del sentimiento antifrancés en Estados Unidos durante la invasión de Irak en 2003. La francofobia era tan grande entonces que unos congresistas ordenaron que se eliminara toda referencia a las French Fries y al French Toast en los menús de los restaurantes de la Cámara de Representantes y que se sustituyera el gentilicio por la palabra Freedom. Como vimos aquí, la lista de nombres de productos en inglés que contienen el gentilicio "French" es amplísima, así que si hubieran ido más lejos habrían tenido que cambiar todos esos términos.

Kiwi fries (papas kiwi). En 1988, cuando el gobierno francés estaba haciendo pruebas nucleares en el Pacífico, en algunos restaurantes de Nueva Zelanda las French fries empezaron a llamarse Kiwi fries, o simplemente fries. Sin embargo, no era muy necesario que digamos porque la mayoría de los neocelandeses usan la palabra británica chips para nombrar ese platillo. Por otro lado, en esa misma época, algunos panaderos neocelandeses cambiaron el nombre del pan francés (French loaves) por Kiwi loaves. De todos modos, este fenómeno no fue tan publicitado como en el caso del sentimiento antifrancés en Estados Unidos.

Café griego. Después de la invasión turca de Chipre en 1974, cuando las relaciones greco-turcas se pusieron tensas, el “café turco” (τούρκικος καφές) se volvió “café griego” (ελληνικός καφές) en los menús de los restaurantes griegos. En otras lenguas, se usaron también eufemismos como “café armenio” y “café chipriota”.

Después del triunfo de Franco, en España aparecieron los siguientes eufemismos:
Filete imperial. Es el nombre que recibió el filete ruso.
Ensaladilla nacional. Así empezó a llamarse a la famosa ensaladilla rusa. Quizá por eso haya tantos que crean que no es rusa.
Caperucita encarnada. Es el nombre que recibió la Caperucita Roja.

Ensalada americana. Debido al fuerte sentimiento anticomunista que hubo en Turquía, la ensalada rusa fue rebautizada en ese país como ensalada americana.

Pastor alsaciano. Durante la Primera Guerra Mundial, los ingleses rebautizaron al perro pastor alemán como pastor alsaciano.

American Eskimo Dog. Durante la Primera Guerra Mundial, los estadounidenses le cambiaron el nombre al perro Spitz Alemán por American Eskimo Dog.

Liberty measles. También durante la Primera Guerra Mundial, a la rubéola, conocida en inglés como German measles (que literalmente significa “sarampión alemán”), se le empezó a llamar en Estados Unidos liberty measles. Ese cambio de nombre me parece absurdo. Si bien la rubéola se conoce con ese nombre en inglés porque fue descubierta por unos médicos alemanes en el siglo xviii, considero que habrían podido dejarle el nombre para que en el inconsciente colectivo los estadounidenses les atribuyeran a los alemanes el origen de ese mal. Pero no todos son tan maquiavélicos como yo...

Café Liégois. En Francia, durante la Primera Guerra Mundial, el Café Viennois (café vienés) fue rebautizado como Café Liégois (café de Liège) debido a la tensión con el Imperio austrohúngaro. Esta denominación se sigue usando todavía, sobre todo para los helados.

Kitchener. De mediados del siglo xix a la primera década del siglo xx, la ciudad de Berlín, Ontario (Canadá), era un animado centro industrial que celebraba su herencia alemana. Sin embargo, cuando estalló la Primera Guerra Mundial dicha herencia alemana se volvió un foco de conflicto. Si bien la mayoría de los colonos eran en realidad menonitas de Pensilvania, como no quisieron ir a la guerra (por su pacifismo), los residentes no alemanes de Berlín empezaron a verlos con muy malos ojos y la tensión incrementó. Este conflicto llevó a que, en 1916, después de un referéndum se cambiara el nombre de la ciudad por el de Kitchener (en honor a Lord Kitchener, entonces ministro británico de guerra que murió en las Islas Orcadas).

Kitchener bun. Durante la Primera Guerra Mundial, los australianos rebautizaron las berlinesas (unas bolitas de masa leudada y esponjosa de origen alemán) como Kitchener buns (panecillos Kitchener), también en honor de Lord Kitchener.

Roses of the Prophet Muhammad (rosas del profeta Mahoma). En 2006, durante la controversia por las caricaturas de Mahoma en el periódico danés Jyllands Posten, varios grupos iraníes abogaron por cambiar el nombre de los Danish pastries (pastelitos daneses) por el de Roses of the Prophet Muhammad.

miércoles, 21 de enero de 2009

Denominaciones de origen apócrifas (IV)

Para ver las primeras partes de la entrada, haz clic en:

Primera parte
Segunda parte
Tercera parte

No pensaba escribir una cuarta parte, pero ya me reclamaron porque no mencioné las prácticas sexuales. Como ya lo advertí en los comentarios de la entrada pasada, no pienso describirlas. No es por pudor, pero no me interesa que se llegue a este blog mediante cierto tipo de búsquedas. ¡No estoy tan desesperada por aumentar el rating!

Hace tres años traduje del inglés la autobiografía de una madame de prostíbulo de los Estados Unidos. En el libro se mencionaban varias prácticas que tuve que investigar. Afortunadamente, encontré en línea un buen diccionario de términos sexuales en inglés que me ayudó un montón. Gracias a ese trabajo, descubrí la cantidad de prácticas atribuidas a otros pueblos (supongo que para darles un toque de exoticidad). Aquí van algunas:

Australian sex
Chinese style
French sex
Russian arts o russian culture
Swedish arts
Swedish culture

En español también he visto los siguientes gentilicios asociados a prácticas sexuales:

Birmano
Californiano
Cubano
Francés
Griego
Hawaiano
Ruso
Tailandés
Turco

Si quieren saber en qué consisten, ¡pregúntenle a San Google!

lunes, 19 de enero de 2009

Denominaciones de origen apócrifas (III)

Para ver las primeras dos partes de esta entrada haz clic aquí y aquí.

Como se puede apreciar en las primeras dos partes de esta entrada, los franceses son los grandes monopolizadores de denominaciones de origen apócrifas. Pero me da la impresión de que no son ellos quienes se han apropiado de dichas denominaciones de origen, sino que más bien se las han atribuidos otros pueblos, particularmente los ingleses y los estadounidenses. Si no, ¿cómo explican la cantidad de términos en inglés acompañados del gentilicio “French”? Aquí les va una lista de lo más completa:

Término (traducción literal): equivalente en español

French bean (frijol francés): ejote
French braid (trenza francesa): trenza invisible o trenza francesa
French chalk (tiza francesa): jabón de sastre
French chop (chuleta francesa): es una chuleta de costilla, generalmente de cordero, a la que se le ha quitado la grasa pegada a los huesos.
French cleaners (lavandería francesa): lavandería en seco (tintorería)
French cricket (críquet francés): es un tipo de críquet
French cuff (puño francés): es un tipo de puño doble que se pone en la parte inferior de las mangas de un saco de hombre
French curve (curva francesa): plantilla para curvas o pistoletes (instrumento usado en el dibujo técnico)
French disease (enfermedad francesa): sífilis. ¡Para todos los nombres que ha recibido la sífilis, les recomiendo ampliamente esta entrada!
French door (puerta francesa): puerta de cristal
French drain (dren francés): dren de piedra en seco
French dressing (aderezo francés): vinagreta
French fries (papás a la francesa): Ver la primera parte de la entrada.
To French-fry (freír a la francesa): freír en la freídora
French harp (arpa francesa): armónica
French heel (tacón francés): tacón cuadrado
French horn (corno francés): trompa (instrumento musical)
French kiss (beso francés): beso de lengüita
French knickers (calzones o bragas francesas): es un tipo de lencería
French knot (nudo francés): es un tipo de nudo
French lentils (lentejas francesas): lentejas verdes
French letter (carta francesa): es una expresión informal para llamar al condón
French maid (sirvienta francesa): traje de sirvienta
French manicure: manicure francés
French marigold (caléndula francesa): Tagetes patula o clavel de Indias, ¡que es de hecho una hierba nativa de México!
French mustard: mostaza francesa o mostaza dulce
French pastry (pastelito o bollo francés): bollería o pan dulce
French polish (laca francesa): barniz de muñequilla
French roll (panecillo francés): es un tipo de pan
French roof (techo francés): es una cubierta en mansarda cuyos lados son casi perpendiculares
French seam (costura francesa): es un tipo de costura
French telephone (teléfono francés): auricular del teléfono
French toast: Ver la segunda parte de la entrada.
French twist: es un chongo o moño de pelo
French vanilla: vainilla francesa

lunes, 12 de enero de 2009

Denominaciones de origen apócrifas (I)

A raíz de la entrada sobre la ruleta rusa, se me ocurrió hacer un corpus de términos acompañados de adjetivos gentilicios que no necesariamente tienen que ver con su denominación de origen. Se trata de nombres de productos, objetos o incluso prácticas a los que se les atribuye un origen falso o no del todo comprobado. Cabe señalar que la mayoría de las veces quienes les atribuyen ese origen apócrifo son otros pueblos y no los naturales del país en cuestión.

Ensalada rusa. En la entrada sobre la ruleta rusa, algunos lectores expresaron su inquietud sobre este término y señalaron que la ensalada no es rusa. Bien, pues este producto es, no obstante, de los únicos en esta lista que no tienen un origen apócrifo. La ensalada o ensaladilla rusa es una especie de ensalada que lleva papa, zanahoria, cebolla, chícharos (arvejas o guisantes), a veces atún, a veces salchicha, perejil, mayonesa. La receta tiene sus variaciones. Aun cuando el platillo es muy popular en otros países europeos, particularmente en España, se puede decir que su origen es realmente ruso. La ensalada fue inventada a principios de los años 1860 por Lucien Olivier, un chef ruso de origen belga del restaurante Hermitage (uno de los restaurantes más conocidos de Moscú). Actualmente es uno de los platos que más se consumen en Rusia donde se le conoce como ensalada Olivier (Салат Оливье).

Papas a la francesa. Conocidas también en el mundo de habla hispana como papas (o patatas) fritas, no hay necesidad de explicar lo que son porque es uno de los “platillos” más populares del mundo. A pesar de que el nombre de las papas hace alusión a Francia, su origen es incierto y es de hecho un tema de disputa entre belgas y franceses. Los belgas, que se apoyan en un manuscrito familiar de 1781, señalan que a los habitantes de Valonia acostumbraban a comer pescaditos fritos que pescaban en el río Mosa. Como en el invierno el río se congelaba, cortaban papas en forma de pescaditos y las freían del mismo modo. Por su parte, los franceses sostienen que las papas fritas nacieron en París en 1789, en plena Revolución Francesa, con el nombre de “pommes Pont-Neuf”. Según documentos citados en el Friet Museum (Museo de las Papas Fritas) en Brujas, Bélgica, la culpa de que se les haya atribuido un origen francés la tienen los estadounidenses. Durante la Primera Guerra Mundial, los soldados estadounidenses probaron las papas fritas en Bélgica, pero como el francés era la lengua oficial del ejército belga los estadounidenses las llamaron francesas. Sea cual sea el verdadero origen de este platillo, parece que nació en algún lugar entre Bruselas y París.

Damas chinas. También conocido como la Estrella China, es un juego de mesa para un número de entre dos a seis jugadores, que se juega en un tablero con 121 casillas en forma de estrella de David. Al empezar el juego, cada jugador tiene diez fichas en uno de los triángulos que forman las puntas de la estrella, y el objetivo es ser el primero en desplazarlas todas desde la posición inicial hasta el triángulo opuesto. A pesar de llamarse “damas chinas”, el juego no tiene origen chino ni de ningún otro país asiático. De hecho, lo de “damas” tampoco viene al caso ya que el juego no es una variante de las damas tradicionales. El juego fue inventado en Alemania en 1893 con el nombre de “Stern-Halma”, como una variación de otro juego llamado Halma. El nombre “damas chinas” se originó en Estados Unidos para hacer que sonara más exótico. De hecho, el juego fue introducido en las regiones de habla china por los japoneses.

Cacahuates japoneses. Como seguramente lo sospechaban los mexicanos que se habían puesto pensar en ello, esta botana no viene de Japón, donde creo que ni la conocen. Pero quizá no se imaginaron que estos cacahuates son en realidad de origen mexicano. Para quienes no los conocen, se trata de cacahuetes o maníes recubiertos con una capa crujiente de harina de trigo y sazonados con salsa de soya. Según este artículo, Yoshigei Nakatani creó el “cacahuate japonés” alrededor de 1945 en un taller del mercado de La Merced en la ciudad de México. Entre 1950 y 1975 sus clientes fueron mayoristas de La Merced y la Central de Abastos, lo que permitió que el negocio de Nakatani pasara de ser un taller a una empresa registrada con el nombre de Nipón en 1975 y una marca en 1977.

Salsa inglesa. También conocida como salsa Worcestershire, es un condimento líquido muy utilizado para sazonar carnes y preparar numerosas recetas. Está elaborada a base de vinagre, melaza, jarabe de maíz, agua, pimentón, tamarindo, pimientos picantes, anchoas, soya, chalotas, clavos de olor, ajo y cebolla. Existen diferentes teorías acerca del origen de esta salsa, pero la más aceptada es que un lord inglés (cuya identidad es muy discutida) la saboreó en India en el siglo xix y luego les solicitó a los químicos John Lea y William Perrins, quienes tenían un próspero negocio de productos farmacéuticos en la calle Broad de Worcester, que intentaran reproducir sus aromas y sabores. En 1838 salieron al mercado las primeras botellas de salsa “Lea & Perrins Worcestershire”. Si bien esta salsa sí fue inventada en Inglaterra, los orígenes son más bien indios.

Salsa Tabasco. Es otro producto tan popular que no hace falta explicar lo que es. Sólo hay que decir que aun cuando su nombre haga referencia al estado mexicano de Tabasco, esta salsa picante no es ni tabasqueña ni mexicana, sino estadounidense (de Luisiana). El nombre alude al tipo de chile rojo usado para elaborar la salsa que fue invención de Edmund Mcllhenny en 1868.

Milanesa a la napolitana La milanesa es un fino corte de carne (de ternera, de pollo o de res) empanizado. Es un platillo muy común en Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay, y en algunos otros países latinoamericanos como México. Este platillo fue traído a América por inmigrantes de Europa Central y su nombre alude a la cotoletta alla milanese, platillo originario de Milán, Italia. La “milanesa a la napolitana” es igual a la simple, pero se le añade salsa de tomate, especias, jamón y queso, y además se mete al horno para lograr el gratinado del queso. Sin embargo, esta versión de milanesa no es originaria de la ciudad de Nápoles, sino de Buenos Aires. A pesar de ser porteña, se le quedó el nombre de napolitana porque la inventaron a fines de los años treinta en el restaurante “El Napolitano” (otras fuentes dicen que se llamaba “El Napoli”), situado frente al estadio Luna Park en Buenos Aires.

Wiener Schnitzel. Es el nombre que la milanesa recibe en alemán y significa “filete vienés”. Si bien es uno de los platos más famosos de la cocina austriaca, su origen procede del norte de Italia (similar a la cotoletta alla milanese). Algunos dicen que apareció en Viena durante el siglo xv o xvi, pero hay otra teoría que señala que el platillo fue introducido en 1857 por el Mariscal de campo Radetzky, quien al vencer a los rebeldes en Milán tomó como botín la receta de la cotoletta y la llevó a Austria donde se convirtió en un plato típico del país. El término wiener schnitzel data de 1862.

Flan napolitano. El flan es un postre preparado a base de huevo, leche y azúcar que se remonta a la época del Imperio Romano, donde se le conocía como tyropatina. Durante la Edad Media, se volvió muy popular en el resto de Europa ya que se comía en época de Cuaresma. Los españoles lo trajeron al Nuevo Mundo donde se le añadieron diferentes ingredientes de acuerdo con las costumbres culinarias de cada lugar. En México, y creo que en otros países latinoamericanos, es muy popular el “flan napolitano” que lleva queso crema y vainilla. Este flan no tiene nada que ver con la ciudad de Nápoles, pero tampoco sé por qué se le llamó así. ¿Sería otra especialidad del restaurante porteño que inventó la milanesa a la napolitana?

Enchiladas suizas. Las enchiladas son un plato típico mexicano elaborado a base de tortillas, relleno de pollo, y salsa de chile. Existen diferentes tipos de enchiladas, entre las que destacan las enchiladas verdes, las enchiladas suizas, las enchiladas potosinas, las enchiladas de mole, etc. Lo que caracteriza a las “enchiladas suizas” es que están cubiertas de queso gratinado, en vez del queso fresco más usual en otro tipo de enchiladas. Obviamente su origen no tiene nada que ver con Suiza, y el adjetivo gentilicio --me imagino-- hace más bien alusión al uso de queso. De hecho, varios platillos mexicanos gratinados, o que llevan uno o más tipos de queso, suelen llamarse “suizos”.

Continuará...

sábado, 3 de enero de 2009

Fuera de aire

Estimados lectores:

La autora de este blog se toma unas vacaciones y estará de vuelta la semana del 12 de enero con las pilas renovadas e ideas más frescas. Gracias por estar siempre ahí.

¡Hasta pronto!