sábado, 28 de junio de 2008

Fuera de aire

Mis estimados lectores:
En vista de que me voy de vacaciones y de que no tendré acceso regular a Internet, este blog no se actualizará durante diez días. Estaré de regreso el 9 de julio con nuevas e interesantes (eso espero) entradas.
¡Hasta pronto!
Strika

viernes, 27 de junio de 2008

Catch-22

"In a mad world only the mad is sane". Akira Kurosawa

Catch-22
, la novela satírica de historia ficción de Joseph Heller (1923-1999), es otro clásico antibelicista que todo pacifista debe leer. El libro fue publicado en 1961 y constituye un modelo del humor negro y del absurdo en la literatura estadounidense.

La acción se desarrolla durante los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial y se centra en una escuadrilla de bombarderos estadounidense instalada en Pianosa, una pequeña isla al oeste de Italia. Yossarian, uno de los bombarderos de la escuadrilla, es el protagonista de la novela, el antihéroe que busca a toda costa la forma de salvar su pellejo en esa espantosa guerra. Sus esfuerzos son totalmente comprensibles ya que como él mismo alega, ¡miles de personas que ni siquiera conoce están tratando de matarlo! Su problema es el Coronel Cathcart, que, como quiere que lo promuevan a general, se la pasa aumentando el número de misiones que sus hombres deben volar para completar su servicio y poder volver a casa. A pesar de todos los intentos que hace Yossarian para liberarse de las peligrosas misiones que tiene que volar, está acorralado por culpa de una regla burocrática absurdamente siniestra de la que el libro toma su título: un hombre es considerado como un loco si de buena gana quiere seguir volando misiones peligrosas, pero si hace una solicitud formal para ser eximido del servicio alegando enfermedad mental, el mismo acto de hacer la solicitud prueba que el hombre está sano y, por ende, es apto para volar. Un callejón sin salida.

De hecho, gracias a este libro se incorporó el término “catch-22” en el diccionario. El término describe un dilema falso que no tiene soluciones reales. Es una situación sin salida o una situación sin ganador. Al final de la novela, Yossarian enfrenta un dilema moral que podría ser visto también como una forma de catch-22. Pero al final Heller encuentra la escapatoria.

La novela es, entre otras cosas, una profunda crítica a la burocracia militar –y, en el fondo, a la burocracia en general. Entre los varios personajes y pequeñas historias del libro, se encuentra la de un médico al que los altos mandos deciden dar por muerto ya que su nombre estaba en el manifiesto del vuelo de un avión que se accidenta. Aun cuando el médico nunca se subió a ese avión, se le declara muerto e incluso se le avisa a su mujer en los Estados Unidos, quien se vuelve millonaria después de cobrar los seguros de vida, las pensiones del ejército y demás subvenciones de su marido. El médico sigue en Europa, pero es ignorado por todos ya que “oficialmente está muerto”, y esa situación es patéticamente peor a que si en realidad hubiese muerto.

Catch-22 es una de las novelas más divertidas que he leído en los últimos tiempos. El humor es tan negro que te ríes para no llorar. Parece que hay una adaptación cinematográfica en la que sale Orson Welles, pero no sé si quiero verla pues temo decepcionarme. En todo caso, el libro es altamente recomendable.

Nota: El libro está traducido al español como “Trampa 22”. No sé si la traducción de la novela sea buena, pero no estoy segura de que trampa sea el mejor equivalente para catch. En términos generales, catch es un problema escondido o inesperado, cuya existencia se sospecha cuando las cosas parecen demasiado buenas para ser verdad. Un poco como cuando hay gato encerrado.


martes, 24 de junio de 2008

Cuidado con lo que dices (o sobre los tabúes contemporáneos)

El otro día me topé con X, un conocido mío del barrio. Al igual que yo, él es freelance y estuvimos conversando un rato sobre lo difícil que es serlo en estos días. En un momento de la charla le dije que a veces me gustaría montar mi propio negocio, pues de estar trabajando como negra para otros, prefiero hacerlo para mí. Entonces, X se me quedó viendo y me dijo: “Ten cuidado con las expresiones que usas”. Le pregunté si se refería a “trabajar como negro” y me respondió que sí. (Aquí cabe hacer un paréntesis: X es francés y la conversación fue en francés.). Desconcertada, le pregunté si la expresión no era común en Francia o si era mal vista, o qué onda. Y me dijo que era muy mal vista. Seguí platicando un ratito con él, yo francamente ya muy incómoda, y luego me despedí y me fui. En la noche le pregunté a mi marido (que es francés) si en Francia es considerada racista la expresión, y me dijo que en su opinión no. Luego me puse a investigar en algunos diccionarios. De entrada, yo le dije “travailler comme un noir”, traduciendo literalmente la expresión española al francés. La expresión usual es “travailler comme un nègre”. Pero eso es lo de menos. En ninguno de los diccionarios monolingües que consulté, la expresión tiene marca de uso despectivo. En los diccionarios españoles tampoco. En ambas lenguas, la expresión es simplemente considerada como coloquial, informal o familiar. Que en los diccionarios todavía no se consigne el aspecto despectivo, no significa que no lo sea. Sin embargo, yo no creo que la expresión sea una injuria racista.

Cualquiera que tenga un poco de sentido común (y que sepa un poquito de historia), entiende que la expresión “trabajar como un negro” hace alusión a los esclavos negros de otras épocas. Al menos en francés, la expresión ya existía a finales del siglo xviii. Claro está que detrás de esa realidad histórica había una ideología racista, eso nadie lo discute. Pero la frase es un símil para decir que alguien trabaja muy duro, como los esclavos. ¿Qué hay de racista en la expresión? Digo, si uno dijera “apesta como ______ (llénese el espacio blanco con la nacionalidad de su predilección)”, pues sí entiendo que hay un insulto detrás.

En las últimas décadas, el mundo ha venido experimentando una transformación sociocultural conocida como la corrección política. Este movimiento de lo políticamente correcto pretende eliminar el sexismo, el racismo, el clasismo, y demás “ismos” del lenguaje y, eventualmente (con aspiraciones de neolengua orwelliana), del comportamiento humano. Este tema me ha intrigado tanto que, de hecho, lo toqué ampliamente en mi tesis de maestría.

Lo que no entienden los partidarios de la corrección política es que lo despectivo o racista de una expresión no está en la expresión en sí. Pedro Chamizo, uno de los autores que cité en mi tesis, señala que “el que una palabra dada (o una expresión, en su caso) sea sentida por los hablantes como un eufemismo o un disfemismo no depende de la palabra en sí, sino del contexto, del uso que se haya hecho de dicha palabra o de las intenciones de los hablantes”. Con base en esto, la expresión que yo usé y por la cual le saltó el escapulario a X no puede considerarse disfemística: ni por el contexto, ni por el uso que hice de ésta, ni por mis intenciones que, no está de más decirlo, no eran discriminatorias.

Algo que he observado es que la gente busca palabras alternativas para nombrar a las personas que pertenecen a grupos estigmatizados socialmente (negros, personas con discapacidad, enfermos de sida, indígenas, etc.) porque se sienten incómodos o tienen un issue con respecto a éstos. Pero el problema con los adjetivos que se usan para nombrar a estas personas es que muy pronto son considerados como peyorativos por lo que connotan y no tanto por el adjetivo en sí (a excepción de los términos que sí son abierta e intencionalmente racistas). En otras palabras, lo peyorativo hay que atribuirlo al estigma que tienen en la sociedad esos individuos más que a los términos en sí. Por esa razón están en constante cambio, pues tarde o temprano los nuevos términos propuestos como “correctos” terminan por contaminarse de la connotación negativa que se les atribuye. Así, cuando “negro” empezó a considerarse como despectivo, se propuso usar “persona de color”, y ahora que esa expresión también es racista para muchos, se recomienda el uso de “afroamericano”. Pero, ¿por cuánto tiempo afroamericano será “correcto”? Y así sucesivamente con el resto de grupos estigmatizados que existen en nuestra sociedad.

Si bien la sociedad contemporánea se ha relajado con respecto a ciertas normas como la irreverencia, la blasfemia y la obscenidad sexual, a la vez ha desarrollado nuevos tabúes sobre género, sexualidad, discapacidad, religión y etnicidad. En otras palabras, hoy en día decir “culo” en ciertos contextos ya no es tabú, pero decir “negro” sí que lo es. El sexo ya no es tabú, pero las cuestiones raciales sí lo son. Keith Allan y Kate Burridge, unos lingüistas australianos, dicen que la corrección política ha creado un clima de censura tácita. Y yo estoy totalmente de acuerdo. Cuando X me reprendió por mi expresión, me sentí como cuando de niña decía una grosería y mi papá me advertía que me iba a lavar la boca con jabón. Hay algo de moralismo detrás de todo esto. Lo curioso es que quienes estamos en contra de la discriminación lo estamos porque abogamos por la tolerancia. Pero ¿qué tan tolerante puede ser alguien si se la pasa sermoneando a los demás por su manera de hablar?


Nota: Sé que es un tema polémico y, desde ya, sé que esta entrada corre el riesgo de recibir muchas mentadas de madre. Adelante, para eso está le sección de comentarios. Sólo procuren no pasarse con los insultos, porque entonces me dejarán pensando y tendré más tela de dónde cortar ;)

domingo, 22 de junio de 2008

12:08 Al este de Bucarest

12:08 al este de Bucarest (A fost sau n-a fost?, 2006) es la segunda película rumana que veo en menos de dos meses. Creo que hay un boom del cine rumano, que se está exportando a otros países y ganando premios en diferentes festivales internacionales.

Esta peli está ambientada en un pequeño pueblo al este de Bucarest, el 22 de diciembre de 2005, durante el decimosexto aniversario de la caída del régimen comunista del dictador Nicolae Ceauşescu. El dueño de un canal de televisión local decide conmemorar el acontecimiento histórico en su programa de ese día. Para ello invita a un talk show a dos personas que se jactan de haber estado ese día en la plaza del pueblo: un profesor de historia alcohólico y un viejo barbón jubilado, conocido en el pueblo porque cada Navidad se disfraza de Santa Claus. El moderador incita a sus invitados, así como a los televidentes que pueden llamar por teléfono, a discutir si hubo o no hubo una revolución en ese pueblo. La discusión se centra en si la gente salió a manifestarse antes de las 12:08 (momento exacto en que el helicóptero de Ceauşescu salía huyendo de Bucarest), o si todos se esperaron a que el dictador huyera para salir a celebrar. Si la gente salió antes sí hubo revolución, si salió después, no. El debate termina siendo una hilarante discusión bizantina. Aunque hubo algunos chistes internos que no capté por no conocer mucho sobre Rumania, toda la parte del talk show (la segunda mitad del filme) destila un sentido del humor genial.

Advertencia: Si eres de los que sólo quiere acción cuando va al cine y no soportas las películas lentas, si no te gusta el cine independiente y de bajo presupuesto, esta película NO es para ti. Pero si te gusta el sarcasmo en su máxima expresión, entonces sí que te la recomiendo.

viernes, 20 de junio de 2008

Schadenfreude

Siguiendo con el tema de los vacíos léxicos, me topé con una palabra de origen alemán que no tiene equivalente en español: Schadenfreude. El vocablo proviene de las palabras Schaden (daño) y Freude (alegría), y significa algo así como “alegría por la desgracia ajena”. Algunos diccionarios lo traducen como “alegría malsana”. Inclusive existe el adjetivo schadenfroh, que mi diccionario define como malicioso o cruel, perdiéndose todo el chiste de la palabra.

El alemán no es la única lengua que ha lexicalizado este sentimiento tan ruin, y sin embargo tan humano. El griego tiene la palabra ἐπιχαιρεκακία (epikhairekakia) que proviene de ἐπι (epi, encima), χάρις (járis, alegría o gracia), κακός (kakos, mal). En la Ética a Nicómaco, Aristóteles usó el término epikhairekakia como parte de una tríada de términos, en la que epikhairekakia funciona como el contrario de phthonos (envidia) y némesis (justa indignación) el medio.

Otras lenguas también tienen términos similares:

Árabe: shamaatah, shamtan
Croata y serbio: zluradost (zlo: mal, radost: alegría)
Checo: škodolibost (škoda: daño o pérdida, libost: placer)
Danés y noruego: skadefryd (skade:, daño, fryd: regocijo)
Estonio: kahjurõõm (kahju: daño, rõõm: alegría)
Finlandés: vahingonilo (vahinko: accidente o daño, ilo: alegría o felicidad)
Hebreo: שמחה לאיד (simja la’id) (שמחה simja: felicidad, איד id: desgracia)
Holandés: leedvermaak (leed: sufrimiento o pena, vermaak: entretenimiento)
Lituano: piktdžiuga (piktas: enojado, džiaugsmas: alegría)
Sueco: skadeglädje (skada: daño, glädje: alegría o felicidad)
Ucraniano: zlovtiha (zlo: mal o daño, vtiha: alegría o felicidad).

El inglés no tiene un término específico, pero ha adoptado el Schadenfreude alemán y, de hecho, aparece en los diccionarios. Que en español no exista la palabra como tal, no significa que el sentimiento no exista en nuestra cultura. Quizá somos un poco más hipócritas al no querer nombrarlo. O quizá sea tan vergonzoso que es un tabú.

El año pasado tomé un curso de meditación budista llamada Brahma Vihara. El objetivo de dicha práctica es cultivar cuatro emociones que son las virtudes más grandes a las que aspira el budismo: metta (amor incondicional), karuna (compasión), mudita (regocijo empático) y upeka (ecuanimidad).

Mudita es el opuesto de schadenfreude, pues es la habilidad para sentir alegría con respecto a la buena fortuna de los demás. Y hay que decir que es una de las emociones más difíciles de desarrollar. Es más fácil empatizar con el sufrimiento ajeno y sentir compasión por el prójimo (ojo: compasión, que no es lo mismo que lástima), que empatizar con la alegría ajena y celebrar la felicidad del prójimo. Por algo existirán tantas lenguas que han lexicalizado el schadenfreude. Parece que el ser humano es un schadenfroh en potencia.

lunes, 16 de junio de 2008

Buga

A me preguntó si sabía de dónde viene la palabra buga. Lo ignoro por completo. Pero como investigar ese tipo de cosas me encanta, me di a la tarea de hacerlo. Encontré dos explicaciones, pero desafortunadamente no confío mucho en la fuente, ya que es un “diccionario” escrito por usuarios y no por lingüistas o lexicógrafos, y aunque las teorías están interesantes, me temo que no sean más que mitos lingüísticos (el equivalente filológico de las leyendas urbanas).

Antes que nada, para quienes no lo sepan, buga es un término de la jerga gay de México para llamar a los heterosexuales. Los bugas no solemos autodenominarnos así, pero hasta dónde sé el término no es despectivo (al menos nunca lo he sentido así, pero si me equivoco desmiéntanme).

Según una de las explicaciones, el término procede de la época del Porfiriato, cuando existía en la Ciudad de México un restaurante de mucha categoría llamado Bugambilia al que los homosexuales no tenía permitida la entrada. En alusión a este lugar, los homosexuales empezaron a llamar bugas a los heterosexuales. Mmm... está interesante, pero la verdad es que me suena a leyenda lingüística y urbana. Para comprobar la veracidad de esto, habría que ver si, en efecto, existió el susodicho restaurante y si el término se usa desde principios de siglo xx. Sé que el vocablo tiene al menos 30 años, pues por lo que pude investigar ya aparece en la novela El vampiro de la colonia Roma (que no he leído), publicada en 1979.

La otra teoría es bastante contradictoria, ya que usa como base la etimología de la palabra bujarrón (término despectivo que significa homosexual masculino activo). Este vocablo tiene su origen en el latín medieval bulgarus (que literalmente significa búlgaro), por la asociación de los bogomilos con Bulgaria. Los bogomilos formaron una corriente religiosa en el siglo x difundida en la región de Tracia. Como los bogomilos rechazaban el matrimonio y solían practicar el celibato, la Iglesia Católica los acusó de sodomía. De bulgarus se originó el latín bugerum y de ahí el italiano buggerone. En inglés existe, de hecho, el vocablo bugger, que significa sodomita o, usado como verbo, sodomizar. En español se dice bujarrón, en Cuba y Puerto Rico bugarrón, y en el lunfardo argentino bufarra, bufa o bufarrón.

Efectivamente, buga parece una abreviación de bugarrón. Sin embargo, como habrán notado, los significados de ambos términos son diametralmente opuestos, por lo que no tiene mucho sentido. A menos que en algún momento, y por alguna razón desconocida, los miembros de la comunidad gay le hayan cambiado el significado a la palabra.

En todo caso, haciendo esta investigación me topé con algunos glosarios de jerga gay que están interesantes. Se los paso al costo:

Vocabulario del lenguaje gay en Hispanoamérica, España y los Estados Unidos

Vocabulario Gay

Glosario de la Unión Lésbica

Por cierto, hace poco leí que Gredos publicó en España un Diccionario Gay-Lésbico, que reúne más de 1,500 términos y expresiones relacionados con la cultura GLBT. Habría que consultarlo, pero no creo que recoja hispanoamericanismos.

sábado, 14 de junio de 2008

Tomarse el Kool-Aid

“Tomarse el Kool-Aid” es la traducción literal de una frase coloquial que se usa mucho en el inglés estadounidense (to drink the Kool-Aid). Aquellos que se toman el Kool-Aid tienen una creencia ciega y una lealtad inquebrantable a sus líderes. Esta expresión está en uso desde mediados de los años 80.

El Kool-Aid es un polvo para preparar una bebida de sabor muy popular en Estados Unidos, y en México (aunque me imagino que casi en todo el mundo). ¿Quién no se tomó un vaso de Kool-Aid cuando era niño? Sin embargo, el origen de la frase y la alusión a la bebida es mucho más sórdida. En noviembre de 1978 Jim Jones, el líder del Templo del Pueblo (People’s Temple), una secta de San Francisco que hacía unos años había fundado la comunidad de Jonestown en la selva de Guyana, le ordenó a su gente que se suicidara. Murieron 914 personas, entre las cuales había 276 niños y el mismo Jones. La mayoría de ellos se suicidó bebiendo un vaso de Kool- Aid de uva mezclado con cianuro. Aquellos que se negaron a tomar la bebida fueron ejecutados.

De ahí que “tomarse el Kool-Aid” signifique “mostrar una devoción ciega a sus líderes”. En realidad no se sabe con precisión si la marca de la bebida que se tomaron los suicidas era Kool-Aid, pero siendo ésta la marca más popular fue el nombre que se quedó en el inconsciente de la gente.



Fuentes: Wordorigins, The Urban Dictionary.

martes, 10 de junio de 2008

Huérfano de hijo

Uno de los problemas semánticos con los que se puede enfrentar un traductor es la ausencia de una palabra o expresión en la lengua a la que está traduciendo. Este fenómeno lingüístico se conoce como “vacío léxico”. Estos vacíos suelen traducirse mediante préstamos lingüísticos o, la mayoría de las veces, mediante circunlocuciones o perífrasis.

Los motivos de los vacíos léxicos pueden ser diversos: desde cuestiones morfológicas y gramaticales hasta factores culturales. Es entendible que algunos pueblos tengan palabras para nombrar animales, plantas, frutas, fenómenos geográficos o meteorológicos que no existen en otros lugares y que, por ende, no se han lexicalizado en otras lenguas. Por ejemplo, en el siglo xix, un etnógrafo ruso reportó que los papúes, que nunca habían visto un buey, llamaban a dicho animal “cerdo enorme con dientes en la frente”. De hecho, una fuente abundante de vacíos léxicos solía ser el contacto de culturas primitivas con civilizaciones más avanzadas.

Lo interesante para mí viene cuando una sociedad lexicaliza otro tipo de conceptos. Por ejemplo, conozco una palabra en hebreo que no tiene equivalente en al menos ninguna otra lengua de las que conozco. Se trata del término “hore shakul” (הורה שכול) que se refiere al padre -o madre- que ha perdido un hijo. Su traducción tendría que hacerse mediante una circunlocución. De hecho, en el diccionario hebreo-español que tengo en casa se define la palabra como “padre de hijo fallecido”.

Uno podría pensar que una sociedad que ha vivido en guerra prácticamente desde que se fundó (entiéndase el Estado de Israel) habría lexicalizado el hecho de perder un hijo (con tantos soldados que mueren al año, cuántos “horim shakulim” no habrá en ese país). Sin embargo, para mi sorpresa, la palabra tiene orígenes bíblicos. Hice una pequeña investigación y descubrí que el texto aparece en el Libro de Jeremías, capítulo 18, versículo 21:

"ותהינה נשיהם שכלות ואלמנות"

La traducción de la frase anterior sería más o menos así: “que sus mujeres se queden sin hijos y viudas”. (Sin hijos, a falta de un equivalente para el adjetivo "shakulot" -el femenino plural de "shakul").

Así que la palabra existe desde hace varios siglos. Sería interesante saber si en efecto el hebreo es la única lengua que lexicalizó el concepto. Quizás haya otros idiomas de origen semítico que también tengan una palabra o expresión similar. Por otro lado, debo decir, no me sorprende para nada que otras lenguas no le hayan dado nombre al padre que pierde un hijo. Después de todo, no es lo natural que los hijos mueran antes que los padres, y por ello se vuelve una especie de tabú. ¿Cómo nombrar algo que de sólo pensarlo ya es innombrable?


domingo, 8 de junio de 2008

Maestros rurales

Me topé con estas palabras de Anton Chéjov citadas por Maxim Gorki en el prólogo de El pabellón n° 6 y otros relatos de Chéjov. Esto se escribió en Rusia a principios del siglo xx. Cámbienle el nombre del país y la época, y díganme si no les suena conocido:
¡Si usted supiera cuánto necesita el campo ruso unos maestros buenos, inteligentes, instruidos! ¡Aquí, en Rusia, se le tendrían que dar unas ciertas condiciones especiales, y esto hay que hacerlo cuanto antes mejor, si es que entendemos que sin una formación amplia del pueblo el Estado se desmoronará como una casa levantada con ladrillos mal cocidos! El maestro debe ser un artista, debe estar ardientemente enamorado de su labor, y en nuestro país el maestro es un paria, un hombre mal instruido que va al campo a enseñar a los niños con la misma ilusión con que iría al destierro. Pasa hambre, se le maltrata, está asustado ante la posibilidad de perder su trozo de pan. (...) Es absurdo pagarle una miseria a la persona que está llamada a educar al pueblo -¿me entiende?-, ¡educar al pueblo! No se puede permitir que ese hombre ande en harapos, que tiemble de frío en las escuelas húmedas y desvencijadas, que se ahogue, se constipe, que a sus treinta años se haya ganado una laringitis, un reumatismo, una tuberculosis... ¡Esto nos avergüenza! (...) Es repugnante todo esto... como una humillante burla a una persona que hace un gran trabajo, terriblemente importante. ¿Sabe? Cuando veo a un maestro me siento incómodo ante él y, por su timidez y porque está mal vestido, me parece que también en algo yo soy culpable por ese estado lamentable del maestro... ¡en serio!
[Traducido del ruso por Ricardo San Vicente]
Esta entrada se la dedico a mi amiga Marcela, quien justamente hace una semana me hacía una reflexión similar.

sábado, 7 de junio de 2008

Persépolis

Persépolis (2007) es una película francesa de animación basada en el cómic autobiográfico de la dibujante iraní Marjane Satrapi. La peli cuenta la historia de Marjane, una chica que crece en el seno de una familia iraní progresista, desde su infancia en Teherán hasta que deja el país para instalarse definitivamente en Europa. Persépolis es un testimonio de los cambios sociales y políticos que vivió Irán desde que cayera el régimen del Sha hasta que se instaurara la República Islámica. Una buena lección de historia.

La peli es simplemente genial. Tiene escenas muy conmovedoras que me hicieron llorar, y otras que me hicieron desternillar de la risa. La escena de “Eye of the Tiger" es una de las más divertidas que he visto en mi vida. No diré más. Véanla. Aquí les dejo el trailer.



viernes, 6 de junio de 2008

Antípodas

El antípoda (del griego αντί, anti -opuesto-, ποδί, podi -pie-) es un punto en la superficie terrestre diametralmente opuesto a otro. Los puntos que están en las antípodas se conectan mediante una línea recta que atraviesa el centro de la Tierra, formando un verdadero diámetro.

Acabo de encontrar un sitio web, impulsado por Google Maps, que te calcula el antípoda de cualquier punto en el planeta. Gracias a este sitio, ahora puedo saber lo que siempre me pregunté desde niña: ¿a dónde llegaría, si me pusiera a excavar un hoyo en en el DF? Bueno, pues la mala noticia es que del otro lado no hay nada más que agua:

miércoles, 4 de junio de 2008

Redefiniendo el matrimonio

Todas las lenguas del mundo están en constante evolución. El cambio lingüístico es un proceso natural de modificación y transformación que, por su evolución histórica, todas las lenguas experimentan. Este cambio puede darse en diferentes niveles: fonético-fonológico, morfosintático y léxico-semántico. El cambio semántico, que se refiere al cambio de significado de las palabras, es para mí uno de los más interesantes, ya que suele reflejar factores históricos, sociales, psicológicos y culturales.

Acabo de leer que la Sección Filológica del Instituto de Estudios Catalanes (IEC) está discutiendo cómo tratar en el diccionario la palabra “matrimonio”, después de la aprobación de la ley que reconoce como matrimonio la unión entre dos personas del mismo sexo. Hasta ahora, todos los diccionarios definen matrimonio como “la unión de un hombre y una mujer”, y el IEC entiende que la nueva realidad social ha hecho insuficiente e incompleta la definición.

Se me ocurrió buscar en varios diccionarios ingleses y franceses monolingües para ver cómo tratan la palabra. En los diccionarios franceses que consulté se consigna la misma definición que los diccionarios españoles, pero no es el caso de los ingleses. Si bien muchos diccionarios ingleses todavía tienen la definición tradicional, descubrí que ya hay algunos que se han adaptado a la nueva realidad. El Merriam-Webster consigna dos definiciones: la primera es la tradicional y la segunda señala que puede referirse a “la unión de dos personas del mismo sexo”. El American Heritage Dictionary of the English Language (cuarta edición, 2000) también ha incluido una acepción que señala la unión entre personas del mismo sexo. El diccionario de Encarta va mucho más lejos, pues nunca menciona que la unión sea entre hombre y mujer, y define al matrimonio como “una relación legalmente reconocida, establecida por una ceremonia civil o religiosa, entre dos personas que tienen la intención de vivir juntas como pareja sexual y doméstica”.

Creo que la solución más fácil es hacer una generalización, como el Encarta, y definir al matrimonio como "una unión entre dos personas, concertada mediante ciertos ritos o formalidades legales". Es una definición más exacta y evitaría algunos posibles conflictos. La iniciativa del IEC me parece muy pertinente, y yo esperaría que la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española empiecen a considerarlo muy pronto. Desde ahora anticipo que muchas personas van a saltar, particularmente esos sectores ultraconservadores que todavía existen en nuestros países (y en todo el mundo). Sin embargo, hacerlo es lo correcto, ya que la actual definición de matrimonio se ha vuelto obsoleta.

lunes, 2 de junio de 2008

Slaughterhouse-five

Slaughterhouse-Five, traducido al español como Matadero Cinco, es una de las novelas más famosas de Kurt Vonnegut (1922-2007). El libro está inspirado en una de las experiencias más traumáticas que vivió el escritor cuando formó parte del ejército norteamericano en la Segunda Guerra Mundial. Como prisionero de guerra, fue testigo del injustificado bombardeo de Dresde, que tuvo lugar en febrero de 1945 y que destruyó la mayor parte de la llamada Florencia del Elba, una ciudad que no era objetivo militar y que, en una noche, dejó más muertos que la bomba tirada meses después sobre Hiroshima. Vonnegut fue uno de los siete prisioneros norteamericanos que lograron sobrevivir al bombardeo, porque estaba encerrado en una celda subterránea destinada a empaquetar carne, llamada Matadero Cinco (Schlachthof-fünf). De ahí el título del libro.

Publicado en 1969, Slaughterhouse-Five se convirtió en uno de los libros de cabecera de los movimientos pacifistas contra la guerra de Vietnam. Al mismo tiempo, debido a su espíritu crítico y al uso de lenguaje irreverente, el libro fue muy cuestionado e incluso prohibido y retirado de algunas bibliotecas escolares en E.U.A.

Lo interesante del libro no es sólo su postura ante la guerra, sino la técnica narrativa que utiliza. La novela empieza con un narrador en primera persona, que fue prisionero de guerra (quizás el mismo Vonnegut) y quiere escribir un libro sobre su experiencia en la II GM. Los siguientes capítulos narran, en tercera persona, la historia de Billy Pilgrim, un soldado que tiene la capacidad de viajar en el tiempo y que ha sido raptado por unos extraterrestres del planeta Tralfamodre. A lo largo de la novela, Billy Pilgrim se la pasa viajando en el tiempo, saltando del pasado al futuro y del futuro al pasado, reviviendo una y otra vez cada instante de su vida, incluso su muerte.

Slaughterhouse-Five es, por cierto, uno de los tantos libros a los que alude Lost. El personaje de Desmond está inspirado, en parte, en Pilgrim, quien “se ha despegado en el tiempo” (Billy Pilgrim has come unstuck in time). Se trata de una concepción no-lineal del tiempo: el protagonista sabe lo que fue, es y siempre será. Los tralfamadorianos, que ven en cuatro dimensiones (siendo el tiempo la cuarta dimensión), le han enseñado que no puede cambiar nada de su destino. En Lost, Desmond también sabe que no puede hacer nada para cambiar el futuro, aunque no precisamente por que se lo hayan dicho seres de otro planeta.

La novela tiene un título alternativo: La Cruzada de los Niños. Cuando Vonnegut estaba escribiendo el libro, la esposa de un amigo suyo lo confrontó:
"Vas a aparentar que eran hombres en lugar de bebés, y tu papel será interpretado en las películas por Frank Sinatra y John Wayne o alguno de esos viejos verdes, atractivos y amantes de la guerra. Y la guerra se verá como algo simplemente maravilloso, y entonces tendremos aún más guerras. Y en ellas pelearán otros bebés..." [La traducción es mía].
Vonnegut le prometió a la mujer de su amigo que, si algún día terminaba el libro, no habría ningún papel para Sinatra o para Wayne, y que lo titularía La Cruzada de los Niños.
Esta referencia a los soldados como niños me recordó a una película antibelicista que vi a principios de año: In the Valley of Elah. El título de la peli está tomado del relato de David y Goliat. A un niño le cuentan esa historia de cómo David se enfrentó y venció a Goliat, usando una simple honda. Cuando termina de escuchar, el niño le pregunta a su mamá por qué le habían permitido a David ir a enfrentarse con un gigante, si sólo era un niño. La madre, que ha presenciado los primeros estragos psicológicos de los jóvenes soldados que regresan de Irak, no sabe qué responderle...

Pero volviendo al tema principal de la entrada, Slaughterhouse-Five es un libro totalmente recomendable. Es divertido, provocador, sarcástico y, al mismo tiempo, conmovedor.