miércoles, 31 de diciembre de 2008

¡Feliz 2009!

Traté de ser incluyente, pero 85 lenguas no es ni el 2% de las lenguas habladas en el mundo (si nos basamos en las últimas cuentas de Ethnologue). Así que si saben cómo desear feliz año en alguna otra lengua que se me haya pasado, no duden en mencionarlo en los comentarios. ¡Y que tengan todos un muy feliz 2009!

Afrikáans: Voorspoedige nuwe jaar
Albanés: Gezuar vitin e ri
Alemán:
ein gutes neues Jahr / prost Neujahr
Alsaciano:
e glëckliches nëies / güets nëies johr
Árabe:
Aam saiid / sana saiida
Armenio:
Snorhavor nor tari
Azerí (azerbaiyano)
: Yeni iliniz mubarek!
Bengalí: Shuvo nabo barsho
Bretón: Bloavezh mat
Búlgaro:
Chestita nova godina
Camboyano: Sur sdei chhnam thmei
Canarés: Hosa varushadha shubhashayagalu
Cantonés: Sun leen fai lok
Catalán: bon any nou
Cingalés: Subha aluth awrudhak vewa
Coreano: Saehae bock mani ba deu sei yo!
Corso: Pace e salute
Croata: Sretna nova godina!
Checo: Šťastný nový rok
Chino: Xin nian kuai le
Danés: Godt nytår
Divehi: Ufaaveri aa aharakah edhen
Eslovaco: Stastny novy rok
Esloveno: srečno novo leto
Español: Feliz Año Nuevo
Esperanto: Feliæan novan jaron
Estonio: Head uut aastat!
Finés: Onnellista uutta vuotta
Flamenco: gelukkig Nieuwjaar
Francés: Bonne Annee
Friulano: Bon an
Gaélico: Bliadhna mhath ur
Galés: Blwyddyn Newydd Dda
Gallego: Feliz aninovo
Georgiano: Gilotsavt aral tsels
Griego: kali chronia / kali xronia
Guaraní: rogüerohory año nuévo-re
Hebreo: Shana Tova
שנה טובֿה
Hindi: Naye varsha ki shubhkamanyen
Holandés: Gelukkig Nieuwjaar
Húngaro: Boldog új évet
Inglés: Happy new year
Islandés: Farsælt komandi ár
Italiano: Felice anno nuevo, buon anno
Japonés: Akimashite omedetto gozaimasu
Kurdo: Newroz pirozbe
Laosiano: Sabai dee pee mai
Latín: felix sit annus novus
Letón: Laimīgo jauno gadu!
Mapuche: K'me amupe We Xipantu
Lituano: Laimingu Naujuju Metu
Macedonio: Srekjna nova godina
Malayo: Selamat tahun baru
Malgache: Tratry ny taona
Maltés: Sena gdida mimlija risq
Nepalí: Nawa Barsha ko Shuvakamana
Noruego: Godt nyttår
Occitano: bon annada
Pampango: Masaganang Bayung Banua
Panyabí: Nave sal di mubarak
Pashto: Nawai Kall Mo Mubarak Shah
Persa: Sâle no mobârak
Polaco: szczęśliwego nowego roku
Portugués: Feliz ano novo
Romaní: bangi vasilica baxt
Rumano: un an nou fericit / la mulţi ani
Ruso:
S novim godom Новым Годом
Samoano: Manuia le tausaga fou
Serbocroata: Sretna nova godina
Shona: goredzwa rakanaka
Sindhi: nain saal joon wadhayoon
Somalí: Iyo sanad cusub oo fiican!
Suahili: mwaka mzuri
Sueco: Gott nytt år
Tailandés: sawatdii pimaï
Tamil: Eniya puthandu nalvazhthukkal
Telegú: Nuthana samvatsara shubhakankshalu
Tibetano: Losar tashi delek
Turco: Yeni yiliniz kutlu olsun
Ucraniano: Z novym rokom
Urdu: Naya saal mubbarik
Uzbeko: Yangi yil bilan
Vasco: urte berri on
Vietnamita: Chuc Mung Tan Nien
Yiddish: a gut yohr


viernes, 26 de diciembre de 2008

Ruleta rusa

Anoche vi The Deer Hunter (creo que en español está traducida como El francotirador ) con el siempre magistral Robert De Niro. Filmada en 1978, esta película fue una de las primeras que se hicieron en torno a la guerra de Vietnam. Pese a que ganó cinco Oscares, incluyendo los de mejor película y mejor director, el filme causó mucha controversia cuando salió. Por un lado, se dijo que la película era racista contra los vietnamitas (es algo que habría que discutir, pero no lo haré en esta entrada). Por otro lado, los veteranos de Vietnam se amotinaron afuera de la ceremonia de entrega de los Oscares causando disturbios y alegando que el filme no era “exacto” con los hechos y que inclusive era un insulto para ellos. Sin embargo, para mí que estaban equivocados. En realidad, no creo que ésta sea una película sobre la guerra de Vietnam. Es más bien una película sobre las secuelas de la guerra (pudo haber sido cualquier guerra) y sobre el daño que puede hacer en sus participantes, física y mentalmente.

La película también es famosa por haber dado a conocer mundialmente el juego de la ruleta rusa. Por si acaso alguien no lo supiera, la ruleta rusa es un juego temerario en que los jugadores giran el tambor de un revolver cargado con una sola bala y lo disparan contra su sien. Cuando a uno de los dos jugadores le toca la bala, el juego termina y el sobreviviente se queda con el dinero apostado. Ayer, cuando terminé de ver la película, me pregunté sobre el origen del nombre del juego. Lo de “ruleta” es bastante lógico, pero ¿por qué rusa? ¿Fueron los rusos quienes la inventaron? ¿O se trata de uno de esos casos --como el de las papas a la francesa -- en que la el adjetivo gentilicio no tiene nada que ver con la apelación de origen?

Me di a la tarea de investigar, y he aquí lo que encontré:

Como era de suponer, la mayoría de las leyendas sobre el origen del juego tienen lugar en Rusia o cuentan con la participación de rusos. Una de éstas cuenta que en el siglo xix los prisioneros rusos eran forzados a jugarla mientras los guardias de la prisión apostaban sobre los posibles resultados. En otra versión los oficiales rusos, desesperados y suicidas, jugaban a este juego para impresionar a sus camaradas. Sin embargo, no hay evidencias de que estas leyendas sean ciertas. Aunque los historiadores no descartan que los rusos hayan jugado a la ruleta rusa, tampoco tienen la certeza de que haya sido así.

El registro más antiguo del término proviene de “Ruleta rusa”, un cuento de Georges Surdez publicado en 1937. En el cuento, un sargento ruso de la legión extranjera en Francia le pregunta al narrador: “Feldheim... ¿alguna vez has escuchado hablar de la ruleta rusa? (...) Cuando estaba en el ejército ruso en Rumania, alrededor de 1917, y las cosas empezaban a colapsarse, de modo que los oficiales rusos sentían que no sólo perdían prestigio, dinero, a su familia y al país, sino que se deshonraban frente a sus colegas de las fuerzas aliadas, algún oficial sacaba de la nada su revolver, estuviera donde estuviera, en la mesa, en un café, en una reunión de amigos, sacaba una bala del tambor, lo giraba, lo cerraba de nuevo, lo ponía contra su sien y jalaba el gatillo. Había cinco posibilidades contra una de que el revolver se disparara y le reventara los sesos. Algunas veces sucedía, otras no”.

Hay una gran diferencia entre usar cinco balas y usar solo una. La primera versión es básicamente un suicidio, ya que hay sólo hay una posibilidad de sobrevivir, mientras que la segunda es un juego de azar–aunque bastante enfermo. En el cuento de Surdez se juegan ambas versiones pero curiosamente la de una sola bala fue la que se quedó en la mente de la gente.

Aunque los soldados zaristas eran famosos por su comportamiento violento, no hay evidencia de que hayan jugado ninguna de las dos versiones de ruleta rusa en 1917 o antes. De hecho, la única referencia a algo parecido a este juego
en la literatura rusa aparece en el libro Un héroe de nuestro tiempo de Mikhail Lérmontov (publicado en 1840 y traducido al inglés por Nabokov en 1958). “Después de una tarde de juego, varios oficiales rusos debaten sobre si el destino está predeterminado. Un teniente serbio adicto al juego apuesta que sí. De la nada saca un revolver con una sola bala, apunta contra su sien y jala el gatillo. Clic. El teniente apunta con el arma hacia otro lado y vuelve a jalar el gatillo. ¡Pum! Se embolsa sus ganancias mientras los otros lo miran atónitos. Más tarde, esa misma noche, el serbio es asesinado por un cosaco ebrio”. No se puede negar que el destino le hizo una jugarreta.

Fuente: The Straight Dope

lunes, 22 de diciembre de 2008

El síndrome de Truman

Aprovechando que en estos días no creo que mucha gente pase por aquí, voy a hacer una confesión. Cuando era adolescente, mucho tiempo antes de que existieran los reality shows, a veces tenía la impresión de que mi vida estaba siendo filmada por alguien. No es que creyera que hubiera cámaras ocultas por toda la casa, pero en algunos momentos tenía una especie de sensación de que alguien observaba, y sobre todo filmaba, todos y cada uno de mis movimientos. Era como si estuviera dentro de una película. Nunca analicé mi delirio y tampoco fue motivo de preocupación porque para empezar no creo haberlo compartido con nadie y para terminar algún día lo olvidé y no volví a tener esa sensación. Quizás al volverme adulta mi vida pasó de ser interesante y entretenida a trivial y aburrida. (Esa es la explicación romántica, seguramente Freud tendría otra).

Resulta que no he sido la única loca. El trastorno que acabo de describir es un mal que afecta cada vez a más gente, y que además ya tiene nombre. Desde hace dos años, el Dr. Joel Gold, psiquiatra afiliado al Hospital Bellevue de Nueva York, ha estado documentando casos de lo que ha bautizado como “El síndrome de Truman”, un delirio que afecta a algunas personas que están convencidas de que sus vidas están siendo transmitidas por televisión en algún reality show. El nombre del síndrome es una referencia a The Truman Show, una película de 1998 que giraba alrededor de un personaje cuya vida entera se había estado filmado desde que nació, sin que él lo supiera (Si no han visto la película, véanla. Es muy buena). De hecho, varios de los pacientes que sufren de este síndrome han mencionado específicamente ese filme para explicar la sensación que tienen.

Todo empezó con un hombre que llegó a las oficinas del FBI en los Estados Unidos a pedir ayuda para que lo liberaran del reality show que se estaba haciendo sobre su vida. Otro hombre estaba convencido de que cada uno de sus movimientos era filmado secretamente para un concurso de televisión. Y un tercero creía que todo -las noticias, los psiquiatras, las medicinas que le recetaban- era parte de una farsa, de un mundo montado que lo tenía a él como el protagonista involuntario (precisamente como ocurre con el personaje de The Truman Show).

Hasta ahora se han registrado alrededor de 50 casos similares. El trastorno tiende a aparecer en países desarrollados en los que hay un nivel alto de vigilancia, y donde los reality shows son populares. En ese tipo de sociedades, muchas personas tienen cierto grado de nerviosismo y se sienten bajo vigilancia u observadas constantemente por el gobierno. De hecho, muy pocos pacientes con el síndrome de Truman se enorgullecen de su fama imaginaria. La mayoría se siente profundamente alterada por una invasión orweilliana a su privacidad. Y al igual que Truman Burbank (el protagonista de la citada película), sienten que poco a poco se acercan a la verdad, pero que nadie les cree.

Los científicos señalan que este trastorno es una muestra de la influencia que la cultura popular puede tener en ciertas condiciones mentales. Sin embargo, no por ello hay que culpar a la televisión. En realidad se trata de una variante de los clásicos delirios de persecución y de grandeza, y, en otra época, estas mismas personas habrían experimentado el delirio por otras razones. Por ejemplo, durante la guerra fría, se registraron muchos casos de personas convencidas de que estaban siendo espiadas por la KGB. Hoy en día, en plena explosión de la comunicación audiovisual, aparecen personas que creen estar siendo filmadas para un importante programa de televisión. Es un ejemplo interesante de la conexión que existe entre la cultura y la salud mental. La cultura popular no provoca el trastorno, pero estos delirios y psicósis sólo pueden entenderse a la luz de nuestra cultura contemporánea.



viernes, 19 de diciembre de 2008

Debrayes y tripodologismos

En los comentarios de la entrada pasada, Ojaral expresó sus dudas sobre los términos debrayes y tripodologismos. Como son palabras, e incluso etiquetas, usadas frecuentemente en este blog, aclararé su significado.

Debraye (la acción de debrayar) es un mexicanismo de nuevo uso. La primera vez que lo escuché (como verbo) habrá sido hace unos catorce años en boca de mi buen amigo Vicus. De hecho, al principio yo creía que él se lo había inventado, pero luego me di cuenta de que más gente de nuestra generación lo decía. De cualquier modo, casi de inmediato incorporé el término a mi lexicón. Como se trata de un término reciente, aún no está consignado en ningún diccionario, pero aquí intentaré ofrecer una definición basada en mi propia percepción y en lo que inclusive he discutido al respecto en algunos foros de discusión.

El verbo debrayar puede tener varios significados según el contexto en que se use. Por un lado, puede significar “decir tonterías o cosas que no tienen sentido”. En ese sentido, debrayar también se puede usar como sinónimo de desvariar. En el hilo del foro en el que hace un par de años discutí el término, alguien daba el siguiente ejemplo: "Cuando Luis me dijo con toda la seriedad del mundo que se lo había llevado un ovni, me pareció que ya estaba debrayando". En otro sitio web señalan que debrayar es el “acto de perder la noción del tiempo en nada particular, o el acto de pensar en algún tema o varios con alguna utilidad creativa o sólo para pasar el tiempo”. En ese sentido quizá podríamos decir que debrayar es también sinónimo de divagar.

Por otro lado, cuando se usa como verbo pronominal (debrayarse) puede significar alucinarse -pero no tanto en el sentido de “sufrir el efecto de una droga” sino más bien en el del modo de reaccionar a algo. Debrayarse sería, en esa acepción, un sinónimo del mexicanismo malviajarse: “reaccionar mal ante algo, perder el control, alterarse”.

Tratándose de un vocablo que no aparece en los diccionarios ni ha sido tratado por los lexicólogos, no hay muchas certezas sobre su ortografía. Por mucho tiempo, yo creí que se escribía “debrallar”, hasta que hace unos años empecé a verlo como "debrayar". De hecho, si se hace una búsqueda en Google, es posible ver que hay una mayor tendencia a escribir la palabra con "y" que con "ll".

Obviamente, tampoco hay nada escrito sobre su etimología. En el foro de Wordreference, alguien comentó que debrayar viene de la incorrecta pronunciación de desvariar como “devariar” y del posterior cambio de letras (devariar = devrariar). No suena tan descabellada la hipótesis ya que se trataría de un caso de modificación fonológica en que primero se suprimió la “s” y luego habría habido una metátesis al alterarse el orden dos fonemas. Sin embargo, no hay ninguna evidencia de que sea cierto.

Curiosamente en francés existe el verbo se débrailler, que significa literalmente “despechugarse, escotarse”, pero que en sentido figurado se usa para decir que algo (generalmente una conversación) pierde la decencia o la moderación. Asimismo, el adjetivo débraillé se usa para describir el aspecto desordenado o descuidado de algo. En realidad no tiene mucho que ver con el significado de debrayar o debrayado, pero no deja de ser curioso que en ambas lenguas
comparten el sema del desorden. Sin embargo, debe de ser pura coincidencia y esto ya se volvió un debraye... o un tripodologismo. ¡Y ya viene siendo hora de explicar este último vocablo!

Como le decía a Ojaral, tripodologismo es un neologismo acuñado por mí a partir del término Tripodología Felina acuñado por el gran maestro Eco. Dado que no quiero empezar a repetirme, les recomiendo que lean (en el orden que propongo) las siguientes entradas publicadas en febrero:

Tractatus Tripodologico-Phelinus

La tetrapiloctomía

Los orígenes talmúdicos de la Tetrapiloctomía (y de la Tripodología Felina)

Y con respecto a la pregunta que hizo Bluekitty sobre de dónde viene lo de buscarle tres o cinco patas al gato, pueden leer esta entrada:

¿Y tú? ¿Cuántas patas le buscas al gato?

martes, 16 de diciembre de 2008

Un año buscándole tres pies al gato

Imagen de Jess Strikovsky

Hoy Tripodología Felina está de fiesta porque cumple su primer año en línea. Se dice fácil pero cuando empecé con este blog no sabía exactamente por dónde me llevaría. Un año después, se ha convertido en una parte esencial de mi vida, la cual ya no concibo sin el blog.

No están ustedes para saberlo, ni yo para contarlo, pero 2008 no fue un año muy fácil que digamos. Después de terminar mi tesis de maestría, me vi afectada, como millones de personas, por las consecuencias de la crisis mundial. Sin embargo, gracias a este espacio virtual, en los momentos más improductivos pude sentirme creativa y útil.

Aprovecho la ocasión para agradecerles a J. Strimling y a los editores de Mi Gente por haber convertido Tripodología Felina en una columna de su periódico hispano y permitir que los latinos de Carolina del Norte lean cada semana estos debrayes y tripodologismos.

Pero este blog no sería nada sin los lectores que lo visitan a diario. Por ello, quiero darles las gracias a todos los visitantes, blogueros o no, que le dan sentido a mis palabras (después de todo, uno escribe para ser leído). Y un agradecimiento especial a todos los “parroquianos” que se hacen visibles con sus comentarios y hacen de Tripodología Felina un blog interesante. También ustedes se han convertido en parte de mi vida, en mis amigos.

martes, 9 de diciembre de 2008

Países separados por una lengua común

Desde la semana pasada, estoy participando en un seminario de “jóvenes” traductores (y lo pongo entre comillas porque últimamente me considero todo, menos joven) junto con 12 colegas de otros países hispanoamericanos: Argentina, Chile, Costa Rica, Cuba, Ecuador, España, Honduras, Perú y México. Además de las sesiones del seminario, que son muy interesantes por el intercambio de experiencias, las pausas y las comidas también son una delicia desde el punto de vista lingüístico.

Ayer, por ejemplo, estábamos comiendo y una de las colegas argentinas le pregunta al costarricense: “¿a vos no te gustan las chauchas? Inmediatamente todos los que estábamos alrededor preguntamos: “¿las qué?” Entonces, claro, después de señalárnoslas en su plato, todos empezamos a decir cómo se llaman en nuestro respectivo país:

Costa Rica: vainicas
Chile: porotos verdes
Perú: vainitas
España: judías verdes, habichuelas o alubias verdes
México: ejotes

Lo mismo pasó el otro día con lo que en México llamamos chícharos:

Argentina y Chile: arvejas
Perú: alverjas
Costa Rica: petit pois (¡que viene del francés!)
España: guisantes

Como estos, hay cientos de ejemplos y cada día pueden salir más. Por ejemplo, también sucedió algo parecido cuando la colega hondureña le dijo a otra que su chumpa estaba muy bonita: chamarra (Mx), campera (Ar), casaca (Pe), cazadora (Es).

Y aun así, algunos medios de comunicación pretenden que exista un español neutro. Incluso hay editoriales que les piden a sus traductores que traduzcan a ese español. A mí ya me pasó una vez con un libro de consejos de salud que traduje del francés. El editor me pidió que tradujera a un español neutro ya que el libro sería publicado en todo el continente. En el texto aparecían algunos nombres de frutas y verduras, y para traducirlos tuve que atenerme a una especie de guía de estilo. La verdad es que ya no me acuerdo bien si los términos que venían en la guía me eran ajenos o no, (aunque creo que no, porque la variante mexicana, nos guste o no, es una de las que suelen dominar en este tipo homogeneizaciones), pero sí recuerdo que me pareció una ingenuidad. Afortunadamente el texto que traduje tenía pocas palabras de ese tipo, pero imagínense que se hubiera tratado de un recetario de cocina. En ese caso, pretender que puede haber una sola traducción para los 19 países es ingenuo, si no absurdo, pues cuando hay tantas variantes la “neutralidad” es imposible y forzosamente alguien (más de uno) se va a quedar sin entender nada.

viernes, 5 de diciembre de 2008

La FIL

Esta semana tuve la oportunidad de estar en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Hacía años que quería ir, pero por una u otra razón (básicamente tiempo y lana) nunca se me hacía. Este año tuve la suerte de que me invitaran el pasaje y el alojamiento, en el marco de un seminario de “jóvenes” traductores en el que estoy participando.

La FIL es la feria más importante de las letras en habla hispana y la segunda en el mundo, después de la de Frankfurt. Cada año, la Feria de Guadalajara tiene un país “invitado”, y lo pongo entre comillas porque, según mis fuentes, al país en cuestión no sólo no se le regala nada sino que encima tiene que pagar un dineral. Si eso es cierto, con un poco más de honestidad habría que llamarlo “país patrocinador”. En todo caso, este año el invitado de honor fue Italia y mi primera decepción, un mes antes de ir, fue enterarme de que no asistiría Umberto Eco (de quien, como saben, soy gran admiradora). Pero tampoco asistieron Darío Fo, ni Alessandro Baricco, ni Claudio Magris, ni Roberto Calasso, ni Antonio Tabucchi. Según el embajador de Italia en México, su ausencia se debe a que tienen otros compromisos y no a que sean opositores al gobierno de Berlusconi. Quién sabe. Con el ego que tienen la mayoría de los escritores de renombre, me parece extraño que no aprovecharan la pasarela.

Y es que la FIL es un desfile de estrellas literarias (y algunas no tan literarias). Este año, desde luego, fue la feria de Carlos Fuentes. Como al menos todos los mexicanos saben
pues los medios se han encargado de endilgárnoslo, el señor acaba de cumplir 80 años y lleva un mes de festejos y homenajes que –creo ni a Paz le hicieron en vida. Así que se imaginarán lo que fue en la FIL. El martes hubo un encuentro llamado “Mil jóvenes leen Aura”. Yo no pensaba ir, pero me perdí del grupo con el que estaba y como sabía que algunos querían ir al acto fui a buscarlos. ¡Dios mío! Entré a la sala donde se llevaba a cabo el rollo y casi muero aplastada por una horda de adolescentes. Me pregunto realmente si esos mil jóvenes leyeron Aura y sabían quién era Fuentes, porque eso parecía un concierto de Madonna (incluidas las ovaciones, gritos y chiflidos). Obviamente salí corriendo a los dos minutos.

Otras estrellas fueron Gabriel García Márquez, Fernando Savater, Antonio Lobo Antunes, Arturo Pérez Reverte, y Ken Follet. De éstos, la única actividad a la que asistí fue el diálogo que tuvo Pérez Reverte con Los Tigres del Norte, más por estos últimos que por el español. Supuestamente sería una mesa redonda sobre la música y la cultura popular en la frontera, pero a mí el rollo me pareció más una promoción para Pérez Reverte cuya novela La reina del sur, inspirada en el narcocorrido “Contrabando y traición” del grupo sinaloense, se llevará a la pantalla grande el año que entra.

Además del espectáculo mediático, la FIL es una enorme feria de negocios. A veces los biblófilos románticos e idealistas olvidamos que el libro es una industria. Las ferias del libro, sobre todo las que son tan grandes como ésta, son un buen lugar para ver cómo se mueve la industria editorial en el mundo. Ahí se negocia la compra y venta de derechos de autor, la representación de autores y los derechos de traducción. Por otro lado, los stands de los grandes emporios (Random House, Grupo Planeta, Grupo Santillana, etc.) son una cosa grotesca. Yo ni me paré por ahí. Más bien me dediqué a visitar los stands de las editoriales independientes, las revistas y los del área internacional. No obstante, la feria es tan monstruosa que ver tanto libro me abrumó. De hecho, durante los tres días que allí estuve sólo compré un libro. Me pasó algo muy similar a lo que me sucede en los centros comerciales. Y eso que tuve la suerte de estar en la feria durante los días profesionales en que la feria no abre al público general hasta las 5 de la tarde (hora en que yo salía corriendo de ahí).

Con todo fue una experiencia muy interesante y me la pasé muy bien. Fue la ocasión para reencontrar a algunas personas que hacía tiempo no veía y para conocer en persona a otras que sólo conocía por el blog. Además el grupo de traductores con quienes fui (y con quienes estoy participando en el seminario) es fenomenal. Como hay participantes de 9 países hispanoamericanos (Argentina, Ecuador, Costa Rica, Perú, Chile, Cuba, Honduras, España y México) las comidas son riquísimas lingüísticamente hablando. Han salido a relucir unas diferencias léxicas que me están dando mucha tela de donde cortar para mis próximas entradas.