jueves, 28 de febrero de 2008

Tu doble cibernético

Cada año la American Dialect Society --una organización dedicada al estudio del inglés y otras lenguas o dialectos en contacto—elige “la palabra del año” y publica una lista de palabras y expresiones en inglés que, según diferentes criterios, merecen una distinción. Un poco tarde, porque ya estamos casi en marzo, me acabo de enterar de que la palabra más creativa del 2007 fue Googlegänger.

Googlegänger es una persona que se llama igual que tú y que aparece en los resultados de búsqueda cuando te gugleas a ti mismo. El vocablo es una adaptación de Doppelgänger, que es una palabra alemana (doppel: doble; gänger: caminante) para designar al doble fantasmagórico de una persona viva. Quizás uno de los ejemplos de Doppelgänger más famosos de la literatura es el de Dr. Jekyll y Mr. Hyde.

Lo que me fascina es la presuposición que hay detrás del término Googlegänger: la palabra asume que la gente se busca a sí misma en Internet. Yo sí me he gugleado más de una vez, lo confieso. Y la buena noticia es que, por el momento, no tengo Googlegänger. Claro, tengo un apellido muy poco común, dirán quienes lo conocen. Pero aunque no lo crean hay una mujer en Uruguay que se llama exactamente como yo. No la conozco personalmente y, de hecho, fue un trauma cuando me lo dijo un uruguayo hace como catorce años. Seguramente ella no sabe que existo. O quizá sí. Quizá ya se gugleó a sí misma y casi se desmaya cuando vio que ella no aparece en Internet pero que tiene un doble cibernético.

Y tú, ¿tienes Googlegänger?


lunes, 25 de febrero de 2008

La normalidad

Cuando recién llegué a Lannion en el otoño del 2002, las primeras semanas viví en los dormitorios del liceo donde trabajaba. Hubiera podido quedarme a vivir ahí durante todo mi contrato, ya que no tenía que pagar renta, pero yo me había ido a Francia básicamente para saber cómo vivían los franceses, y para ello había que vivir como ellos. Además ya llevaba viviendo sola como cuatro años, por lo que me era un poco difícil la idea de tener “collocs”.

El caso es que durante las tres semanas que viví en el Liceo compartí el piso con las dos asistentes de inglés: Kate, una norteamericana que tenía mi edad (en ese entonces 27) y Laura, una inglesa de cuando mucho 20 años. Kate era simpática e inteligente, pero un poco seria y apagada. Laura (pronúnciese Lora) era demasiado retraída y cuando no estábamos trabajando estaba encerrada en su habitación. No iba a comer nunca a la “cantine" porque decía que le daban miedo los estudiantes. Sospecho que pasar un año como lectora en Francia formaba parte obligatoria de sus estudios; de lo contrario, no entiendo su masoquismo. Kate y Laura tenían la peculiaridad de que entre ellas hablaban en francés, dizque para practicar. A mí francamente me parecía absurdo, pues en vista de que no eran muy sociables, no tenían mucho “input” que digamos y nomás se andaban pasando sus errores la una a la otra. La iniciativa era buena, pero el resultado catastrófico.

Laura llegó a Lannion en coche con su papá, quien la había acompañado desde Manchester (atravesando en ferry de Plymouth a Roscoff) para ayudarla a instalarse. En ese coche, cuyo piloto manejaba del otro lado, pasaron a Francia toda clase de menesteres: desde ropa y cobijas, hasta comida, artículos de limpieza y aparatos electrodomésticos. A los pocos días de su llegada, tres cuartas partes de la despensa de nuestra cocina hechiza ya estaba invadida de productos orgullosamente ingleses: té, cajas de cereal, pan, galletas, patatas en conserva y otras verduras enlatadas, botellas de coca-cola light, jugos, detergente para la vajilla y un sinnúmero de productos como para que duraran al menos hasta la Navidad, fecha en la que seguramente Laura iría por más provisiones a su país. Era un poco exagerado. Y si consideramos que el Reino Unido es más caro que Francia, era poco comprensible.

Un día, cuando el papá todavía no se iba, Laura nos dijo a Kate y a mí que iban ir al súper y después a una playa para pasear, y que si queríamos podíamos acompañarlos. Así nos fuimos los cuatro en ese coche que se manejaba al revés. Cuando llegamos al Géant (Sí, como el Gigante de México, pero más grande, tipo la Mega Comercial) pasamos un buen rato buscando unos adaptadores para las clavijas de los aparatos electrodomésticos de Laura, pues resulta que los enchufes que se usan en la isla son diferentes a los del continente. No recuerdo si los encontraron o no. Pero supongo que sí, porque recuerdo el olor a pan tostado que llegaba todas las mañanas cuando Laura se hacía de desayunar. También recuerdo que ese día, de camino a la playa, les dije en broma que Laura se debería pasar a la parte trasera con Kate y conmigo, para que la gente pensara que el coche se estaba manejando solo. Me parecía muy cómico estar en un auto cuyo piloto manejaba del lado izquierdo (o derecho, depende desde donde lo veas) en un país donde se maneja del otro lado (en ese entonces yo no sabía aún que una gran cantidad de ingleses vacacionan en Bretaña y que los bretones están más que acostumbrados a sus coches). Pero creo que ni a Laura ni a su papá les pareció igual de cómico.

Una tarde estábamos las tres platicando en la cocina cuando Kate nos preguntó si queríamos té. Entonces Laura, muy quitada de la pena, dijo: “Buena idea. Pero yo quiero té normal”. Me quedé esperando para ver qué diablos era el té normal que no pensaba convidarnos. Cuando regresó de la despensa traía en la mano una bolsa de té redonda y enorme que ni siquiera tenía cuerdita para sumergirla y sacarla de la taza. Simplemente la echó a la taza (y eso sí, era de excelente calidad, pues inmediatamente el agua se empezó a colorear), pero para sacarla tuvo que usar la cuchara. Me le quedé viendo fijamente y le pregunté: “¿Eso es té normal?” Y cuando me respondió que sí, le dije, medio en broma, medio en serio, que la normalidad era muuuy subjetiva. ¡No me podía quedar callada! Primero, el coche que se manejaba al revés, luego las patatas enlatadas, más tarde las clavijas de los aparatos, ¿y ahora me salía con que esas bolsas de té redondas y sin hilito eran “té normal”? ¡Ya era demasiado! Lo peor del caso es que no lo tomó con filosofía y creo que se ofendió. A los pocos días yo encontré un estudio y dejé los dormitorios, y como ella se la vivía encerrada, prácticamente no la volví a ver.
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Epílogo

Si quieren saber cómo era el "té normal", denle clic al siguiente video:



Debo confesar que ahora que me he vuelto bebedora de té, me gusta el de esa marca. Mi suegra toma mucho té y una vez que vino a México trajo un paquete de Francia y lo dejó en mi casa. El anuncio del video es antiguo porque aunque las bolsas siguen siendo redondas, ya tienen no uno, sino DOS hilitos. Y lo mejor: los hilitos tienen un sofisticado sistema de extracción en el que al jalarlos exprimes la bolsa extrayendo hasta la última gota de té sin chorrear todo cuando la sacas de la taza. No sé si sea té normal o no, pero soy fan.

domingo, 24 de febrero de 2008

Tras la huella de los realvisceralistas

Después de indagar a través de seiscientas páginas y del testimonio de una multitud de personajes sobre el paradero de Arturo Belano y Ulises Lima, me quedé con la impresión de que los verdaderos detectives salvajes del libro somos los lectores y no los dos poetas. Así que me di a la tarea de seguir sus huellas treinta años después.

Sin embargo, la Ciudad de México ha cambiado mucho en las últimas décadas. No sólo se ha duplicado el número de habitantes y multiplicado el número de automóviles, sino que, como otras ciudades, se ha dado entrada a la globalización y a la homogeneización del paisaje urbano. (Afortunadamente, el centro sigue siendo El Centro y, a pesar de cierta modernización y de la proliferación de franquicias, todavía existen muchos de los establecimientos legendarios del DF).

En todo caso, si bien treinta años después parece difícil rastrear la mayoría de los lugares frecuentados por los realvisceralistas, ya sea porque han sido remodelados o porque nunca existieron sino en la ficción, todavía podemos encontrar uno que otro sitio de pie.

En la esquina de Bucareli con Morelos se encuentra el Café La Habana, mejor conocido en la ficción como Café Quito, y que fue el punto de encuentro de los infrarrealistas, mejor conocidos en la ficción como realvisceralistas
o viscerrealistas.


Un vistazo a su interior:


El Café la Habana existe desde 1952 y, además de los mencionados poetas, ha contado entre sus parroquianos a políticos, periodistas, estudiantes de izquierda y espías de Gobernación. Entre las anécdotas curiosas, se dice que en ese mismísimo lugar se gestó la Revolución Cubana, pues ahí se reunían Fidel Castro, el Che Guevara y otros exiliados cubanos a fines de los 50s.

jueves, 21 de febrero de 2008

No country for old men

Hacía muchísimo tiempo que una película no me cortaba la respiración. La última y multinominada película de los hermanos Coen es un thriller en el verdadero sentido de la palabra (to thrill = estremecer). La película me mantuvo en vilo durante dos horas. Simplemente es genial. El guión, la dirección, la cinematografía, las actuaciones...

Javier Bardem, en lo que para mí es la mejor actuación de su carrera, interpreta brillantemente el papel de uno de los asesinos psicópatas más despiadados de la pantalla grande. A su lado, Hannibal Lecter se queda corto. Su personaje es simplemente aterrador. No podría describir, sin que pareciera exageración, el terror que sentía cada vez que Bardem se aparecía en una escena. Creo que nunca un villano me había dado tanto miedo... Por lo demás, hay que decirlo, las demás actuaciones también son extraordinarias y en ningún momento se ven opacadas por la de Bardem.


Eso sí, la película carece del humor negro que había caracterizado el trabajo anterior de los hermanos, lo cual puede decepcionar a algunas personas. No country for old men es más bien violenta, sanguinaria y brutal. Como dicen los franceses: Attention aux âmes sensibles !


miércoles, 20 de febrero de 2008

Ashes and snow

"In exploring the shared language and poetic sensibilities of all animals, I am working towards rediscovering the common ground that once existed when people lived in harmony with animals. The images depict a world that is without beginning or end, here or there, past or present". Gregory Colbert




Ashes and Snow es la exposición del fotógrafo canadiense Gregory Colbert que actualmente se exhibe en el Museo Nómada sobre la plancha del Zócalo de la Ciudad de México. La exposición es el resultado de más de veinte expediciones en India, Ceilán, Tailandia, Egipto, Birmania, Kenya, entre otros países. Consiste de fotos a gran escala y películas cortas que retratan la interacción armónica entre el hombre y los animales. La idea del museo nómada fue concebida para esta exposición como un museo itinerante y ecológico que pueda viajar de una ciudad a otra, adaptando sus características arquitectónicas a cada lugar. En el caso de la Ciudad de México, se construyó una instalación de más de cinco mil metros cuadrados con columnas de bambú, cortinas hechas a mano y diversos materiales reciclables. La museografía interior se desarrolla en medio de música y las enormes fotografías en color sepia que contrastan con la oscuridad del museo.

Supongo que el nombre de la exposición es una metáfora. Nieve y cenizas son dos cosas totalmente opuestas, difíciles de juntar. Y es que en sus imágenes Colbert muestra lo absurdo de nuestra civilización esclava de la tecnología. El mensaje es muy claro: hemos olvidado el vínculo sagrado que tenemos con la naturaleza. Creo que hay que verla más que reseñarla. Estará hasta fines de abril. No se la pierdan. (Lo único es que les aconsejo que vayan entre semana. Yo fui el lunes y había un chingo de gente. En fin de semana eso debe de ser una romería).

Ésta es una de las fotos que más me gustaron:


Nota para mis lectores que no viven en el DF: Pueden ver las fotos en el sitio de Ashes and Snow.

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Posdata añadido después:

Me acabo de acordar de algo... El concepto de la exposición es dizque muy ecologista, pero cuando salí del museo había un módulo de hidratación en el que te regalaban un vaso de agua. Me parece muy bien que lo hagan, pues está haciendo mucho calor en estos días. El problema es que el agua te la daban en vasos de unicel (el material menos biodegradable y más tóxico de todos los desechables). Al lado, había un basurero para que, después de tomarte el agua, tiraras el vaso muy civilizadamente. Con el flujo de gente que pasa por ahí, ¿cuántos vasos se tirarán al día? ¿Qué harán con ellos? Me parece que, siendo el organizador del numerito, el Gobierno de la Ciudad debería ser más consciente y crear más conciencia sobre ese tipo de cosas.



martes, 19 de febrero de 2008

Cuando la tecnología nos alcance

(Prefacio de la próxima entrada)

Mi intención era escribir una entrada sobre mi visita de ayer al centro histórico de nuestra ciudad, pero hubo un percance (derivado de una compra pirata que hice ayer en el centro) que me absorbió por más de veinte horas. En resumen: compré la versión 8 de Adobe Professional para, por fin, poder abrir pdfs desde Firefox. Por razones que me da flojera explicar, no me sirvió y tuve que buscar el torrent, y cuando lo instalé empezó a salir un error que no me permitía terminar la instalación. El problema es que no sólo no pude instalarlo sino que además me desinstaló la versión anterior de Adobe, incluido el Reader. O sea que además de quedarme como el perro de las dos tortas, ¡ya ni siquiera podía leer pdfs en mi compu! Como mi segundo nombre es obstinación, me puse a investigar y resulta que ese error no tiene nada que ver con los piratas, ¡sino con Adobe! Encontré foros donde la gente, igual o más debrayada que yo, hablaba del mismo problema. Una persona, de plano, decía que si no solucionaba el problema antes de su junta de trabajo, se iba a lanzar del puente en el estacionamiento de las instalaciones de Adobe, pues su carrera estaba arruinada. Me dio mucha risa su comentario, pues a pesar de ser una exageración, entendí perfectamente su desesperación. Lo peor del caso es que Adobe ni siquiera les advierte a los usuarios sobre el problema en su página web. Simplemente ha dejado a miles de personas, entre ellas muchas que sí tienen una copia original, a la deriva y a que se las arreglen como puedan. En fin, para no hacerla larga, después de mucho insistir, no me pregunten cómo, logré sortear la falla e instalar el dichoso programa. Como con esas cosas uno nunca sabe, no canto victoria. Pero, por lo pronto, está funcionando perfectamente.

Lo que se me hace increíble es la cantidad de horas que podemos perder en la computadora con ese tipo de detallitos, sobre todos quienes somos tan excesivamente obstinados (me debería calmar, lo sé). Y lo que me parece espeluznante es que nos hayamos vuelto tan dependientes de la tecnología, al grado de que nos trastornemos de ese modo por ese tipo de problemas. Es realmente absurdo. Por eso me conmovió tanto la exposición que vi ayer.

jueves, 14 de febrero de 2008

Disney promueve la piratería

Fui a buscar un regalo para mi sobrino que acaba de cumplir tres años y que mañana tiene su fiesta. No le quería dar un juguete, porque va a recibir miles y, además, la mayoría de los juguetes son de plástico o requieren pilas, o simplemente no son environmentally friendly. Le iba a comprar algo de ropa, pero mi hermana me dijo que se moría por tener la peli de El rey león. Digo, un DVD tampoco es precisamente el regalo más ecológico, pero al menos me parece mejor que un vil juguete de plástico made in China. Bueno, pues resulta que la peli ya está descontinuada porque Disney saca "ediciones limitadas" y si no la compraste cuando estaba a la venta, ya te amolaste. No sé cuál sea exactamente su estrategia de marketing, pero me queda claro que lo único que logran con eso es promover la piratería. Pues estoy segura de que si me voy al Eje Central o a Tepito encuentro la copia pirata sin buscar demasiado. O, para no ir tan lejos, simplemente podría buscar el torrent y bajarla de internet. Pero no lo hice, y no por moralista, sino porque a los niños les hace ilusión tener la caja del DVD con los dibujos a colores y demás. Así que le compré El libro de la Selva, cuya edición... ¡también es limitada!

Y hablando de piratería, acabo de leer hace dos días en el periódico que según datos de la Alianza Internacional para la Propiedad Intelectual, México se ubica en la cuarta posición de esta actividad a nivel mundial y únicamente es superado por China, Rusia e Italia. Me encanta cómo nuestro país siempre está en los primeros lugares de todo lo siniestro. Pero eso sí, nunca en el primer lugar. Ni en eso podemos ganar.


lunes, 11 de febrero de 2008

Los orígenes talmúdicos de la Tetrapiloctomía (y de la Tripodología Felina)

El pilpul (פילפול) es un método de discusión usado por los estudiosos del Talmud en el que se confrontan declaraciones de autoridades en busca de contradicciones y de afinidades, a fin de llegar a nuevos conceptos. La palabra deriva del verbo hebreo “pilpel” (פילפל, literalmente “sazonar” o “condimentar”, y en sentido metafórico “debatir violenta o ingeniosamente”). Dado que durante la discusión el tema es, de algún modo, sazonado y condimentado, la palabra ha adquirido el significado de “investigación penetrante, debate y obtención de conclusiones”, y se usa sobre todo para designar un método de estudio de la Ley.

El método del pilpul consiste en examinar todos los argumentos posibles, tanto los pro como los contra, a fin de hallar argumentos lógicos para los preceptos. Para ello se desmenuza y analiza cada parte del objeto a considerar (por ejemplo, una sentencia del Talmud), se despeja el sentido correcto de cada vocablo, cada letra y cada espacio; y luego se reintegra el objeto a su estado original dotándolo de un sustrato probable y razonable. Luego, se examina el objeto en relación con el contexto y, si se descubre que el análisis de lo particular no coincide con el contexto que lo rodea, entonces se retoma el análisis. Más adelante, cuando lo particular y lo contextual encuentran contenido, se examina en relación con otras sentencias similares en otras partes del Talmud, a fin de verificar la consistencia de lo que se presume haber hallado como conocimiento. Pero el método pilpulístico no se agota ahí: cuando se cree haber despejado definitivamente el conocimiento, se parte de cero y se vuelve al análisis particular de la sentencia, pero esta vez desde la perspectiva antitética. Y así se continúa el proceso hasta saciar todas las posibles argumentaciones.

El pilpul es sin duda un método dialéctico llevado al extremo, pues cada cuestión es motivo de diálogo de contrapartes en busca de construir una realidad mejor. Los sabios pilpulistas no se conforman con dar todo por sentado, sino que investigan y analizan hasta las últimas consecuencias, y cuando se supone que han dado en el quid, continúan el análisis minucioso.

En una época, y en ciertos ámbitos, el pilpul era un ejercicio brillante. Pero después de un tiempo el método degeneró en sofistería. Se le dejó de considerar como un medio de examinación crítica para llegar al sentido correcto de un pasaje del Talmud. Y se le empezó a ver, más bien, como un fin en sí mismo, pues se ponía más énfasis en el ingenio demostrado que en la investigación de la verdad. En otras palabras, los pilpulistas empezaron a buscarle tres y cinco patas al gato, y a cortar los cabellos en cuatro (o más) partes.

Y es aquí donde viene la parte más tripodológica de esta entrada. Resulta que en un blog anglófono sobre el lenguaje me topé con un comentario de alguien que asegura que la expresión hair-splitting (el equivalente inglés de buscarle tres pies al gato) es un calco de la expresión hebrea pilpul, malinterpretada ingeniosamente por el Oxford como L. pilus ‘hair’ + pull (es decir, “jalar el pelo”). ¿Qué tal? ¿A poco no es este comentario digno de la filosofía tripodológica original que busca analogías por todas partes? ¿A poco no es una prueba fehaciente de la gran conjura cósmica? ;)


jueves, 7 de febrero de 2008

El gato que tenía 5 patas y ahora tiene 3 (Ver para creer)

¡No me lo van a creer! La tripodología felina ha surtido efecto. ¡Le hallaron tres pies al gato! Bueno, es todavía un poquito más difícil de creer: le encontraron los cinco pies y le cortaron dos... ¡para que le quedaran tres! O sea que los tripodólogos les ganaron a los pentapodólogos.

Si no me lo creen, miren nada más este link que mi amigo J me acaba de enviar. No pude incrustar el video directamente en el blog, pero píquenle al link y lo verán con sus propios ojos (antes hay un pequeño segmento publicitario, así que sean pacientes). Se trata de un caso empírico de pentapodotomía (o más bien bipodotomía, porque le cortaron dos) en aras de la Tripodología Felina.

¡No se lo pierdan por ningún motivo!

http://edition.cnn.com/video/#/video/us/2008/02/07/costanzo.cat.legs.removed.wpxi


miércoles, 6 de febrero de 2008

El orfanato

Segunda entrada del día. Es que hay días más productivos que otros. No, lo que pasa es que fui al cine (es miércoles, es más baras) y vi El Orfanato. Me da la impresión de que como estrategia de marketing dijeron que era de Guillermo del Toro, pero él sólo fue el productor ejecutivo. Eso sí, es cine fantástico y tiene un pequeño toque de Del Toro (todo el rollo de los juegos infantiles, y la borrosa línea que separa a la fantasía de la realidad). No es la mejor película del año, pero creo que vale la pena verla. El guión está bien escrito y está bien dirigida, aunque a mi parecer la regaron con el final. Lo mejor es que está filmada en Asturias (una de mis regiones preferidas de España), más específicamente cerca de Llanes. Y hay unos paisajes en la costa que me recordaron muchísimo a los senderos que recorrí cuando hice el Camino del Norte hacia Santiago.

La Tetrapiloctomía

El buen Setu en un comentario que dejó en mi entrada del Tractatus me hizo saber lo que llevaba preguntándome desde hace tiempo: el equivalente de Tripodología Felina en inglés es Tetrapyloctomy, y en francés Tetrapyloctomie. Gracias a este dato valiosísimo, por fin pude rastrear la expresión original en italiano. El término original acuñado por Umberto Eco es Tetrapiloctomia: il arte di tagliare un capello in quattro (el arte de cortar un cabello en cuatro).

El término tetrapiloctomia combina tetra (cuatro), con pilus (pelo) y con la terminación -tomía (corte). Dado que las partes que componen el término vienen respectivamente del griego, latín y griego, el resultado es un híbrido lingüístico que ningún académico que se precie de serlo inventaría. Pero como se trata de Eco, puedo poner la mano al fuego de que la mezcolanza no es casual. Seguramente hay detrás una intención sarcástica de recalcar el carácter imposible de la disciplina inventada.

Un dato curioso (porque siempre los hay) es que de una cita equivocada del término equiano (¿o ecoso?) surgió tetravillotomia que, como contiene el vocablo latín “villus”, debe interpretarse como el arte de cortar en cuatro un vello (o, peor aún, una pelusa), lo cual, no podrán negar, ¡requiere de una mayor precisión mecánica!

martes, 5 de febrero de 2008

¿Y tú? ¿Cuántas patas le buscas al gato?

Me quedé pensando que también he escuchado que le buscan cinco pies (o patas) al gato, en lugar de tres. Pensé que quizá tendría que ver con la región donde se use la expresión, algo así como la versión peninsular o latinoamericana del dicho. Aunque también pensé que si en España se le buscaran cinco pies, Odara habría dicho algo en su comentario de la entrada anterior.

Como buena tripodóloga felina, me puse a investigar, y resulta que "buscarle tres pies al gato" es un dicho "corrompido"
(¿qué onda con el léxico que a veces usan los puristas?). Al parecer, así lo cita el lexicógrafo Sebastián Covarrubias en su Tesoro de la Lengua Castellana (obra de 1611): "Buscar cinco pies al gato se dice de los que con sofisterías y embustes nos quieren hacer entender lo imposible; nació de que uno quiso probar que la cola del gato era pie". Este es el link de donde lo saqué y en el que pueden leer otras curiosidades como, por ejemplo, que en un inicio se le buscaban cinco pies al carnero y no al gato.

El dato curioso es que quizá fue Cervantes quien "corrompió" la expresión, pues resulta que en el Quijote (parte I, capítulo XXII) usa el dicho que se emplea actualmente y escribe:


"Váyase vuestra merced, señor, norabuena, su camino adelante, y enderécese ese bacín que trae en la cabeza, y no ande buscando tres pies al gato".

¿Error o licencia literaria? Sea lo que sea, viniendo de Cervantes, trascendió. Y la verdad se le agradece, ya que, aunque la expresión tenga menos sentido, tripodología suena mucho más bonito que pentapodología.

viernes, 1 de febrero de 2008

Tractatus Tripodologico-Phelinus

Me doy cuenta de que ya llevo más de un mes con este blog y aún no le he explicado a mi escasa audiencia qué diablos es la tripodología felina. Algunos de mis amigos ya saben lo que es, pero no sé si ellos visiten el blog. Algunos otros lo sabían y lo habrán olvidado. Quizás haya lectores que ya hayan gugliado el término, y se hayan topado con la sorpresa --la misma que me llevé yo-- de que hay otro blog con el mismo nombre. Así es... en este mundo moderno ya no se puede original. En todo caso, antes de empezar a desviarme del tema, creo que lo mínimo que puedo hacer es explicarle a la honorable audiencia el nombre de este blog.

El fabuloso término "Tripodología Felina" se lo debemos a Umberto Eco (aunque no nada más a él, pero eso lo explicaré al final), quien lo introdujo en El Péndulo de Foucault. Los personajes de esta novela son tres intelectuales que trabajan en una editorial de Milán y que establecen contacto con autores que escriben sobre esoterismo, templarios y conjuras cósmicas. Después de un rato de tratarlos --y estafarlos--, los personajes deciden, sólo para divertirse, hacer una gran síntesis de todas esas teorías ocultistas en un llamado "Plan". Pero lo que empieza como puro juego termina como una pesadilla. En realidad esta novela es una sátira del esoterismo, una representación grotesca de los escritores como Dan Brown, J.J. Benítez y demás. Como lo dijo el propio Eco en una entrevista: "'El péndulo de Foucault' podría ser leído como la crítica de 'El Código Da Vinci', salvo que ha sido escrito 15 años antes".

Entre sus diversiones, los personajes de la novela también inventan disciplinas del absurdo, y entre ellas está precisamente la Tripodología Felina: el arte de buscarle tres pies al gato. La Tripodología es un departamento que forma parte de una Facultad de Trivialidad Comparada, donde se estudian asignaturas inútiles o imposibles. La facultad tiende a reproducir estudiosos capaces de aumentar al infinito el número de temas triviales. Y el departamento de Tripodología Felina tiene una función propedéutica que tiende a desarrollar el sentido de lo trivial mediante la enseñanza de técnicas inútiles.

Si bien la Tripodología Felina tiene su origen en un contexto de ocultismo y esoterismo, desde mi punto de vista su estudio se puede extender hacia cualquier ámbito de nuestra cotidianeidad. Por donde volteemos tenemos tripodólogos felinos, ¿o no? Los podemos encontrar en nuestros lugares de trabajo, escuelas, y más probablemente entre nuestros vecinos. En fin, los hay por todas partes. Y me parece, inclusive, que en Estocolmo ya están considerando crear un Premio Nobel de Tripodología Felina. Yo conozco a varios que podrían ser candidatos.

Para terminar, cabe señalar que si bien el término de Tripodología Felina se lo debemos a Eco, puesto que fue él quien tuvo semejante e ingeniosa ocurrencia, habría que agradecérselo también a Ricardo Pochtar, el traductor al español de la mentada novela. Como buen lingüista y semiólogo, Umberto Eco ha sido muy meticuloso con la traducción de todas sus obras, y particularmente con El nombre de la Rosa y El péndulo de Foucault. Al parecer, Ricardo Pochtar recibió varias instrucciones y posteriormente su trabajo fue revisado por Helena Lozano, ayudante de Eco. Pero, de cualquier modo, eso no minimiza la gran labor del traductor que, como sabemos y ya dije en otra entrada, no suele ser muy reconocida que digamos. No he leído el original por lo que desconozco cómo era el término de tripodología en italiano, pero evidentemente era otro, porque, hasta donde yo sé, en italiano la expresión "buscarle tres pies al gato" se dice spaccare un capello in quattro, lo que se traduciría como "partir un cabello en cuatro".

De hecho, sería muy interesante saber cómo se tradujo el término en otras lenguas. En inglés, se usa la expresión to split hairs, parecida a la italiana (por lo que quizá la traducción no se alejó mucho del original que no conocemos). Pero en francés se usa la frase, un poco extraña, chercher midi à quatorze heures (buscarle el mediodía a las dos de la tarde). ¿Cuál será entonces el equivalente francés de tripodología felina? ¿Horlogelogie Comparée? No, pues ni idea. Ya ven, se necesita mucha creatividad para traducir el término...