jueves, 31 de diciembre de 2009

¡Feliz 2010!

No soy buena para estas cosas pero no quería que se terminara el año sin antes publicar siquiera un pequeño mensaje. Marichuy me acaba de recordar que hace un año le comenté que tenía ganas de quemar un muñeco que representara el año viejo, como suele hacerse en los pueblos. Entonces me quedé con las ganas y espero algún día poder hacerlo ya que debe de ser una experiencia de lo más catártica. Creo que al terminar el año es bueno deshacerse de las cosas negativas que sucedieron a lo largo de éste. Pero como en todo ciclo que se cierra me parece que también es un buen momento para ver hacia atrás y reflexionar no sólo sobre lo malo, sino también lo bueno. Es también un momento de gratitud. A pesar de que el año 2009 fue un año bastante caótico para México, y el mundo en general, no podría decir que fue el peor de mi vida como muchos andan diciendo por ahí. En lo personal, fue un año muy positivo en el que afortunadamente no me faltó salud ni trabajo. Simplemente por eso, y por el hecho de estar viva, me siento afortunada.

No sé que nos depare el 2010. Es cierto que los pronósticos no son muy alentadores: incrementos en los precios, inflación, más impuestos, agudización de la guerra contra el narco, etc. Los medios de comunicación se han encargado ya de pintarnos un panorama bastante sombrío (por eso, reduzco mi dosis de información a 1 hora de radio diaria: media durante el desayuno y otra media durante la comida). Es cierto: el mundo no anda bien, no lo voy a negar. Pero me parece que tampoco hay que caer en actitudes apocalípticas. No es mi intención llegar aquí con un discurso de únete a los optimistas, pero creo que la realidad depende, en gran parte, de cómo queramos vivirla. Siempre me he considerado una persona pesimista (yo lo llamo “realista”) en lo que concierne al mundo y optimista en lo que concierne a mí. Las cosas de afuera no las puedo controlar, pero el papel que juego en ellas y la actitud con la que las encaro sí. Y estoy convencida de que las cosas salen mucho mejor cuando la actitud es positiva.

Es por ello, mis queridos lectores, que además de salud, amor y trabajo (en ese orden), quizás el principal deseo que tengo para ustedes es que no les falte el optimismo en ningún momento. Estoy segura de que si lo deseamos el 2010 será un gran año para todos.

Aprovecho para anunciarles que estaré fuera de aire por un par de semanas. Después del año que tuve, necesito descansar y, sobre todo, recargar pilas para el próximo. Hasta muy pronto y que empiecen el año con el pie derecho (o izquierdo, si son zurdos). ;)

miércoles, 16 de diciembre de 2009

2 - 200

Imagen de Jessica Strikovsky


Hoy es el segundo aniversario de Tripodología Felina y curiosamente ésta es la entrada número 200. Parece poco, pero es mucho lo que me he llevado durante este tiempo a través de cada una de esas entradas. Ya lo decía el año pasado, en esta misma fecha: mi vida se ha vuelto inconcebible sin el blog.

Este año, a diferencia del anterior, tuve muchísimo más trabajo y, por ende, mucho menos tiempo para escribir. Quizá no publiqué tan seguido como hubiera deseado, pero aun así logré mantener el blog más o menos actualizado. Y eso ya es ganancia para mí.

Pero la mejor ganancia que he tenido durante estos dos años son los invaluables amigos que he hecho gracias a este medio. Cuando empecé este blog, nunca imaginé la cantidad de personas maravillosas e interesantes que conocería a través de él. Por ello, quiero agradecerles a todos los lectores y amigos que visitan este espacio: a los que llegaron este año, pero también a los que ya están desde el año pasado y me siguen aguantando. Sin ustedes, este blog no sería lo mismo.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Acertijo lingüístico

Aquí tienen una pista de audio en una variante del español. ¿Alguien puede reconocerla o adivinar cuál es?





Nota: si no ven el reproductor (o solamente ven una cinta blanca) intenten cargar la página de nuevo en el explorador o volver a abrirla en una ventana nueva.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Las palabras más populares de 2009

Parece que éste fue el año de las redes sociales. Hace unas semanas, el New Oxford American Dictionary (NOAD), considerado uno de los diccionarios más eruditos y completos de la lengua inglesa, anunció que la palabra de 2009 era unfriend. Este término es un verbo común entre los usuarios de las redes sociales cuyo significado se resume en el “acto de eliminar a alguien de su lista de amigos”. Algunos han dicho que podría traducirse al español como “desamigar”, pero el problema es que esa palabra ya existe y significa “enemistarse” --que no es precisamente lo mismo. En todo caso, el significado de “unfriend”, que hasta hace poco sólo podía encontrarse en glosarios en línea, ya se incorporó al NOAD. Unfriend fue elegido entre un grupo de finalistas en el que predominaron varios términos relacionados con las nuevas tecnologías: hasthag, intexticated, netbook, paywall, etc.

Unos días después, la asociación de la lengua holandesa Onze Taal eligió twitteren (twittear o tuitear) como la palabra holandesa de 2009. Dicho verbo ganó con el 30% de los votos. Algunos de los otros vocablos candidatos no eran tan amigables: kopvoddentaks (que se refiere al impuesto al velo musulmán propuesto por el político holandés Geert Wilders), koninginnedagdrama (que se refiere al ataque perpetrado contra la familia real durante las celebraciones del Día de la Reina de este año) y Mexicaanse gripe (gripe mexicana), entre otras.

Por su parte, el Global Language Monitor (GLM), organización que documenta y analiza las tendencias del lenguaje en los medios de información con particular énfasis en el inglés, anunció que “Twitter” era la palabra más popular de 2009 en su informe anual sobre la lengua inglesa. El GLM publica tres listas: las 15 palabras más populares, las 10 frases más populares y los 10 nombres propios más populares. Esas listas se obtienen mediante un algoritmo que rastrea las palabras y frases más usadas en los medios de comunicación e Internet, incluidos los blogs y las redes sociales. Las palabras se rastrean en relación con la frecuencia, el uso contextual y la aparición en medios de difusión globales, así como las tendencias a largo plazo, los cambios a corto plazo, el momento y la velocidad.

Aquí les van dos de las listas, que obtuve de este sitio (donde pueden consultar también la lista de los nombres propios más populares del año):

Palabras más populares de 2009:
  1. Twitter
  2. Obama
  3. H1N1
  4. Stimulus (estímulo)
  5. Vampire (vampiro)
  6. 2.0 (como sufijo)
  7. Déficit
  8. Hadron (hadrón –la partícula subatómica)
  9. Healthcare (asistencia médica)
  10. Transparency (transparencia -en relación con los gobiernos)
  11. Outrage (escándalo, indignación –en relación con los rescates a las compañías en quiebra)
  12. Bonus (bono)
  13. Unemployed (desempleado)
  14. Foreclosure (juicio hipotecario)
  15. Cartel (Compatriotas mexicanos: ¡estamos en las tendencias léxicas del inglés!)

Frases más populares de 2009:
  1. King of Pop (Rey del Pop)
  2. Obama-mania
  3. Climate Change (cambio climático)
  4. Swine Flu (Gripe porcina)
  5. Too Large to Fail (demasiado grande para caer –en relación con las instituciones que se consideran necesarias para mantener la estabilidad financiera)
  6. Cloud Computing (computación en nube)
  7. Public option (opción pública)
  8. Jai Ho! (grito hindi de alegría)
  9. Mayan Calendar (calendario maya)
  10. God Particle (partícula de Dios -que se refiere al bosón de higgs)

Me encantan estas listas y este tipo de análisis de las tendencias léxicas. Lástima que en nuestra lengua, tan controlada por los dinosaurios de la Real Academia, no se hagan.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Tripodología en Twitter

Hace unas semanas entré al mundo del microblogueo. Así que, mientras publico la próxima entrada, los invito a seguirme en Twitter. Los temas sobre los que tuiteo son más o menos los mismos que se tratan en este blog: lenguaje, traducción, palabras, curiosidades lingüísticas, uno que otro consejo léxico o gramatical y alguno que otro debraye. Tuiteo en español y en inglés puesto que tengo unos cuantos seguidores anglófonos.

Esto no significa que voy a abandonar este blog. Para nada. Se trata solamente de una extensión de Tripodología Felina en 140 caracteres. Aquí seguiré publicando entradas largas acerca de los temas característicos del blog. De hecho, tengo un par de entradas en el tintero, pero he tenido muchísimo trabajo y el poco rato que me queda libre prefiero pasarlo lejos de la computadora. La ventaja de Twitter es que la brevedad y la inmediatez permiten actualizar con más frecuencia.

Los espero en http://twitter.com/Tripodologa

viernes, 6 de noviembre de 2009

Acertijo lingüístico

Aquí tienen una pista de audio en una lengua incógnita. ¿Alguien sabe o puede adivinar cuál es?


lunes, 2 de noviembre de 2009

Décima muerte

Décima muerte - Xavier Villaurrutia

I

¡Qué prueba de la existencia
habrá mayor que la suerte
de estar viviendo sin verte
y muriendo en tu presencia!
Esta lúcida conciencia
de amar lo nunca visto
y de esperar lo imprevisto;
este caer sin llegar
es la angustia de pensar
que puesto que muerto existo.

II

Si en todas partes estás,
en el agua y en la tierra,
en el aire que me encierra
y en el incendio voraz;
y si a todas partes vas
conmigo en el pensamiento,
en el soplo de mi aliento
y en mi sangre confundida,
¿no serás, Muerte, en mi vida,
agua, fuego, polvo y viento?

III

Si tienes manos, que sean
de un tacto sutil y blando,
apenas sensible cuando
anestesiado me crean;
y que tus ojos me vean
sin mirarme, de tal suerte
que nada me desconcierte
ni tu vista ni tu roce,
para no sentir un goce
ni un dolor contigo, Muerte.

IV

Por caminos ignorados,
por hendiduras secretas,
por las misteriosas vetas
de troncos recién cortados,
te ven mis ojos cerrados
entrar en mi alcoba oscura
a convertir mi envoltura
opaca, febril, cambiante,
en materia de diamante
luminosa, eterna y pura.

V

No duermo para que al verte
llegar lenta y apagada,
para que al oír pausada
tu voz que silencios vierte,
para que al tocar la nada
que envuelve tu cuerpo yerto,
para que a tu olor desierto
pueda, sin sombra de sueño,
saber que de ti me adueño,
sentir que muerto despierto.

VI

La aguja del instantero
recorrerá su cuadrante,
todo cabrá en un instante
del espacio verdadero
que, ancho, profundo y señero,
será elástico a tu paso
de modo que el tiempo cierto
prolongará nuestro abrazo
y será posible, acaso
vivir después de haber muerto.

VII

En el roce, en el contacto,
en la inefable delicia
de la suprema caricia
que desemboca en el acto,
hay un misterioso pacto
del espasmo delirante
en que un cielo alucinante
y un infierno de agonía
se funden cuando eres mía
y soy tuyo en un instante.

VIII

¡Hasta en la ausencia estás viva!
Porque te encuentro en el hueco
de una forma y en el eco
de una nota fugitiva;
porque en mi propia saliva
fundes tu sabor sombrío,
y a cambio de lo que es mío
me dejas sólo el temor
de hallar hasta en el sabor
la presencia del vacío.

IX

Si te llevo en mí prendida
y te acaricio y escondo;
si te alimento en el fondo
de mi más secreta herida;
si mi muerte te da vida
y goce mi frenesí,
¿qué será, Muerte, de ti
cuando al salir yo del mundo,
deshecho el nudo profundo,
tengas que salir de mí?

X

En vano amenazas, Muerte,
cerrar la boca a mi herida
y poner fin a mi vida
con una palabra inerte.
¡Qué puedo pensar al verte,
si en mi angustia verdadera
tuve que violar la espera;
si en vista de tu tardanza
para llenar mi esperanza
no hay hora en que yo no muera!

jueves, 29 de octubre de 2009

El terrorismo estilístico del autor y la contraestrategia de la traductora

El compromiso de Hubert Aquin como escritor, más que un asunto político, era una cuestión ontológica y de identidad tanto personal como colectiva. Para él no era fácil ser quebequés y eso tenía que traducirlo en términos literarios. No olvidemos que para el escritor quebequés de los años sesenta el ¿quién soy yo? se traducía “más concretamente por ¿cómo escribir un libro?”Aquin, en tanto escritor quebequés, se compromete a serlo verdaderamente y crea su propio estilo, al que describe como malheur d’expression.

En la literatura Aquin también se enfrentó con sus propios impulsos destructivos, y el primer blanco de su terrorismo estilístico fue su propio lenguaje. La sintaxis, la forma, el significado de las palabras, todo lo que conforma el arte de escribir será víctima de constantes atentados estilísticos:

La novela ya empezó a estallar como una vieja barraca a la que se hubiera aplicado la bomba H. Ya no hay narración, ni estructura narrativa, ni lógica cronológica, ni historia. A los novelistas se les paga por saber que deben presentar sus novelas fuera de toda tradición narrativa y de acuerdo con varios cuentos que son característicos de lo que se escribe y de los tiempos en que vivimos.

Un elemento formal muy típico de Hubert Aquin que contribuye al efecto de incoherencia en sus novelas es lo que él mismo llama verbigeración. En psiquiatría, la verbigeración es una alteración específica del curso del pensamiento que se manifiesta mediante discursos incoherentes con repeticiones, alteraciones de palabras y numerosos neologismos, que hacen algunos enfermos aquejados con demencia. Magnant, el personaje principal de Trou de mémoire, se dice afectado por esta enfermedad, afligido por una verdadera graforrea: un discurso descosido que a menudo se parece al delirio, caracterizado por una tasa elevada de neologismos. Descritas en Trou de mémoire, estas “alteraciones del lenguaje” de origen psicopático parecen inspirar el estilo de Hubert Aquin. El uso de un léxico docto produce indiscutiblemente un efecto de ‘verbigeración’: apilamiento de palabras en apariencia grecolatinas que apenas se distinguen, para el simple lector, de los neologismos. He ahí un aspecto difícil de la prosa aquiniana y que algunos encuentran irritante.

Así, en Prochain épisode, los neologismos acuñados por Aquin se construyen a partir de reglas morfológicas normales, como la verbalización o la adjetivación de sustantivos. Por ejemplo, Equanil, que es la marca de un tranquilizante, se convierte en équanile. Además no podemos pasar por alto el hecho de que la novela la escribió Aquin mientras estaba internado en un instituto psiquiátrico. Es muy probable que el autor estuviera bajo los efectos de fuertes medicamentos como antidepresivos y ansiolíticos. De hecho, el narrador hace referencia a algunas de esas “drogas”. Y eso es importante para entender por qué muchos párrafos de la narración pueden sonar tan alucinados.

Una segunda estrategia consiste en inventar una palabra a partir de morfemas cuyo sentido es claro o accesible y que, por lo tanto, no le salta tanto al lector. El uso de raíces, prefijos y sufijos grecolatinos les da a esas palabras una apariencia científica, de forma que a menudo casi no se distinguen de las verdaderas palabras técnicas.

Decir que ante semejante subversión estilística la traductora se vio en la necesidad de llevar a cabo una contraestrategia, en ningún momento debe leerse como un intento por “poner orden” en el texto. La contraestrategia a la que me refiero tiene que ver más con el tipo de lectura que tuve que hacer para poder traducirlo. Traducir es una forma de leer, pero también de entender. Y es que la traducción no es tarea fácil: requiere de un acercamiento al texto distinto al de los otros lectores, pero, al mismo tiempo, requiere también de un alejamiento que le permita al traductor concebir el texto como una estructura independiente de la cual no puede --y no debe-- apropiarse.

Prochain épisode no es un texto fácil. Para traducirlo tuve que enfrentarme con un estilo alternado, oraciones tramposas, palabras inventadas, alusiones históricas, ecos literarios, figuras retóricas, metáforas y licencias poéticas, así como con todo un repertorio de referencias geográficas. Si en el lector común este tipo de escritura tiene un efecto, ni se diga de lo que provoca en el lector-traductor. Es en ese sentido que hablo de una contraestrategia: en el sentido de perder el miedo frente a un texto que impone. Esa contraestrategia implicó también llevar a cabo una lectura más avispada, con miras a poder pasarlo después a mi propia lengua.

Ya en lo que respecta a la traducción en sí misma, es decir al paso de una lengua a otra, mi estrategia fue igual de subversiva que la del autor y, en la medida de lo posible, procuré apegarme al original, respetando así “su estilo terrorista”. Intenté que en la traducción se vieran las mismas repeticiones, los mismos excesos, las mismas aliteraciones (cuando las hubo) y las mismas licencias literarias que se leen en el original. Después de todo, si para Aquin la literatura era una especie de formalismo en el que el contenido era secundario, lo menos que puedo hacer, si pretendo ser leal, es apegarme a esa intención.

Una tentación que evité fue la de hacer una “traducción didáctica”. Al escribir Prochain épisode y sus otras novelas, Hubert Aquin asumió que su lector poseería ciertos conocimientos y que, por ende, podría distinguir donde hay algo implícito o entender las alusiones hipertextuales. Aunque también podría ser que no lo asumió y que no le importó si el lector llegaba o no a captarlo. De cualquier modo, Aquin no es un autor didáctico y no le explica nada a su lector. Esa es la razón por la cual no veo la necesidad de poner notas de traductor (que por lo demás me parecen salidas fáciles) ni glosarios. Hacerlo implicaría atentar contra la voluntad de estilo de un autor que, finalmente, pretendió obligar a su lector a un ejercicio de interpretación.

Y para quienes tienen curiosidad de leer esa traducción, aquí les va. Se trata de los primeros dos capítulos de su novela Prochain épisode que, como ya comentaba, traduje para mi tesina de traducción. El texto lo traduje hace siete años y desde entonces no lo he tocado. Es muy probable que si me pusiera a cotejarlo de nuevo con el original, encontraría problemas y cambiaría cosas (mi entendimiento de la lengua francesa, de la lengua española y del mundo en general no es el mismo hoy que el de entonces). Pero por lo pronto es lo que hay y no tengo tiempo de revisarla. Eso sí, siete años han pasado pero el proyecto de algún día traducir toda la novela aún no me abandona.

Una disculpa por publicarla de este modo, pero esta traducción es inédita y es la única forma que se me ocurrió para protegerla. Si hacen clic en Fullscreen, y después en los signos de más y menos del Zoom, podrán verla más grande.

Próximo episodio



sábado, 24 de octubre de 2009

Prochain épisode, la novela espejo


He who wonders discovers that is in itself a wonder.
M.C. Escher

Reste à savoir lequel des deux habite le rêve de l’autre.

Jean-Paul Sartre



Prochain épisode (Próximo episodio) es una novela dentro de una novela. Al leerla, se tiene la impresión de estar ante una de esas muñecas rusas que contienen en su interior una más pequeña que, a su vez, contiene otra más pequeña, y así sucesivamente. Como ya lo mencioné, Hubert Aquin la escribió en una clínica psiquiátrica de Montreal, donde estuvo encerrado en espera de un proceso judicial por portación de armas. El narrador de Prochain épisode, joven revolucionario encarcelado en un instituto psiquiátrico que decide escribir una novela de espionaje, es sobre todas las cosas el doble y la imagen en el espejo de Aquin escribiendo. Y es que a lo largo de toda la novela, sentimos la presencia del autor detrás de su narrador, cuestionando la validez de sus afirmaciones.

Escher. Drawing hands

Bajo la lógica del pensamiento aquiniano, la situación del narrador de la novela serviría como una especie de analogía para la condición del nacionalista quebequés dentro de la sociedad canadiense; sus políticas serían meros síntomas de una adolescencia perturbada, de un periodo difícil que, con un poco de ayuda, se podrían negociar con éxito. De ahí que necesite terapia y alguna actividad compensatoria para canalizar su energía destructiva. No obstante, su pereza, o acaso su “cansancio cultural”, lo lleva a renunciar a cualquier pretensión de originalidad, cualquier deseo de innovación. Decide escribir una novela de espionaje de acuerdo con los cánones establecidos. Su novela, como la historia del pueblo quebequés, está escrita por adelantado; las reglas del género no permiten improvisación y el narrador-autor descubre rápidamente que está preso dentro de los confines de una estructura que nunca inventó.

Este proyecto narrativo, sin embargo, es “la crónica de un fracaso anunciado”. El héroe de la novela de espionaje termina asimilándose al narrador y la narrativa que se proyectaba en tercera persona abre paso al relato en primera persona. Pero no sólo el proyecto narrativo está condenado al fracaso, lo está también el proyecto revolucionario de su narrador-héroe, debido a la imposibilidad de asesinar a un profesor suizo de historia romana y así de cumplir con la misión que se le encomendó. El joven revolucionario se queda paralizado por la contemplación de la superioridad aplastante de su adversario, superioridad que entonces toma alusiones místicas. El narrador será eternamente incapaz de matarlo, pero además tampoco debe hacerlo porque sería como destruir la otra mitad de sí mismo. A pesar de las tres confrontaciones entre el narrador y su adversario, el asesinato se quedará inconcluso, en una especie de impasse del autor-narrador-héroe, de todos ellos juntos que, como el pueblo quebequés, se hallan sumergidos en un combate ritualizado. De ahí que el lector también se quede en espera del “próximo episodio”.

Dice Anthony Purdy que Prochain épisode “es un texto difícil y frecuentemente frustrante”, y en cierto modo tiene razón: está lleno de metáforas y simbolismos que obligan al lector a un ejercicio que va más allá de la lectura por mero placer. Pero al mismo tiempo, creo que al conocer lo que se esconde detrás de estas metáforas, la lectura acaba siendo para el lector como descubrir los escondites y los pasadizos secretos de un laberinto paginado.

Para Aquin, la manifestación literaria más perfecta de las novelas teóricas del conocimiento es el Ulises de Joyce, cuyas interpretaciones han demostrado que “la proliferación de signos es una técnica de composición o, si se prefiere, una manera decorativa de presentar una historia”. En Prochain épisode, Aquin utiliza técnicas similares a las de Joyce (juego de perspectivas, presencia de muchos niveles de significación, alusiones literarias e históricas) para ilustrar las relaciones entre el proceso histórico y la creación artística, ambos asumiendo su sentido en la perspectiva de la realidad del Quebec contemporáneo.

Nada es casualidad en Aquin. Su novela está tejida en una compleja red de alusiones históricas y literarias que no sólo encarnan las ideas del autor, sino las ambigüedades y oposiciones que son la esencia misma de la novela. Así, gran parte de la novela se desarrolla en Suiza, y no está de más decir que ese país es un crisol lingüístico y cultural. Tampoco sobra decir que Suiza es un símbolo del exilio, lugar donde posteriormente se exiliará Aquin, y donde también se exiliaron Byron y Joyce. Luego está la serie de alusiones a César y los helvecios. El narrador descubre la “correlación sutil entre la historia de los helvecios y su propia historia”, lo cual a primera vista sugiere una relación analógica entre la situación de Quebec y la de las naciones conquistadas por César. Pero un segundo vistazo nos conduce al hecho de que los descendientes de las víctimas del emperador romano, los galos y los helvecios, representan una de las fuerzas colonizadoras contra las cuales Quebec busca afirmar su propia identidad, y, como señala Patricia Smart, “cuando se piensa en las implicaciones federalistas de la alusión a la historia helvética, uno se halla perdido en un laberinto de significados contradictorios”.

Por otro lado, los ecos literarios del texto evocan las identificaciones del autor, pero sobre todo las de su narrador revolucionario que se haya encerrado. En la novela hay alusiones a Balzac, siempre asociado con Ferragus, el personaje de su novela Histoire des Treize; a Byron, asociadas con la noche en la que escribió el poema narrativo El prisionero de Chillon; más adelante, Aquin alude también a Mazzini, Chernychevski y Bakunin, escritores al mismo tiempo que militantes exiliados y encarcelados. Todos esos héroes literarios e históricos tienen en común que, de una u otra forma, se relacionaron con el movimiento romántico del siglo diecinueve.

Quizás influenciado por Nabokov, a partir de la lectura de Pale Fire, cuya forma, según Aquin, “está constituida por diversas formas de relato: poema, ensayos, recuerdos, análisis filosóficos, etcétera”, la novela está escrita en una alternancia de estilos: poesía y prosa. Por un lado, observamos un lirismo puro, hasta sobrado, que traduce los principales temas de la novela (el encarcelamiento, el suicidio, la revolución) en una serie de metáforas y figuras retóricas relacionadas con la inmersión, la ascensión a las cimas y una letanía evocadora de espacios geográficos de los dos países donde se desarrolla la acción. También está presente la fuerte identificación de la mujer (K) con el país (Kebec). Pero por otro lado, paralelamente a este lirismo, el lector no puede pasar por alto los efectos de una prosa absoluta y neutra.

Esta oscilación entre estilos es fundamental para la forma que Hubert Aquin pretende darle a su novela: contradictoria y tramposa. Está escrita en trompe l’oeil. Además esto le permite distanciarse de su propio drama, subordinando el contenido a la búsqueda formal: “En ‘Prochain épisode’, aun cuando la haya escrito en condiciones particulares, me preocupó más la forma que el contenido, puesto que el mismo contenido podría haber encontrado otra forma”.

Todo esto nos conduce a los elementos barrocos del texto. El barroco literario apasionaba a Hubert Aquin (de hecho impartió cursos de ello en la Universidad de Quebec en Montreal). En el pensamiento de Umberto Eco descubre el concepto de apertura, esencialmente barroco, que compromete la participación del lector en la creación de sentidos múltiples. En sus novelas, Aquin retomó los principales rasgos barrocos, como los enigmas construidos por el artífice y la disimulación, el trompe-l’oeil, lo inacabado, la fluidez, la incertidumbre y los puntos de vista múltiples.

La misma forma como la novela está escrita es fascinante, pues nos obliga a los lectores a identificarnos con el desconcierto y la confusión del narrador. La oscilación entre estilos opuestos, entre alusiones históricas y literarias que se presentan como pistas desconcertantes hacen que uno como lector, al igual que el narrador, acabe sintiéndose extraviado.

No te pierdas la próxima y última entrega: "El terrorismo estilístico del autor y la contraestrategia de la traductora"

Referencias

Aquin, Hubert (1998c). “Littérature et aliénation”, en Blocs érratiques, Textes (1948-1977) rassemblés par René Lapierre, Québec: Éditions Typo

Paterson, Janet & Marilyn Randall (1993). Trou de mémoire, édition critique établie par Janet M. Paterson et Marilyn Randall, Montreal : Bibliothèque Québécoise

Purdy, Anthony (1990). A certain difficulty of being. Essays on the Quebec Novel, Montreal: McGill-Queen’s University Press

Smart, Patricia (1973). Hubert Aquin, agent double : la dialectique de l'art et du pays dans Prochain épisode et Trou de mémoire, Montreal : Université de Montréal

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Hubert Aquin, el agente doble by Sandra Strikovsky is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 Unported License. Based on a work at www.scribd.com.

sábado, 17 de octubre de 2009

Cierta dificultad de ser

Gran parte del pensamiento filosófico y político de Hubert Aquin, que además se verá plasmado en su obra literaria, parece haber sido influido por su reflexión sobre la declaración de Lord Durham, gobernador general de Canadá en 1839, de que los canadienses franceses eran un pueblo sin literatura y sin historia. Así, en "La fatigue culturelle du Canada français"*, Aquin dice que la historia obviamente les pertenecía a los canadienses ingleses y que lo único que podían hacer ellos, los canadienses franceses, era tomarla como se toma un tren.

Para Hubert Aquin, el Canadá francés no tiene historia porque sufre de una incapacidad crónica para contar su propia historia, y aunque algunas veces los canadienses franceses desempeñan el papel principal, lo será siempre en una historia que ellos no escribieron. La misma distinción entre causas históricas y remedios políticos subraya el uso consistente que durante este periodo hace Aquin de los términos Canadá francés y canadiense francés, un uso que hoy podría parecer sorprendente, ya que estamos acostumbrados a escuchar los términos Québec y quebequés en un contexto nacionalista. Pero este uso es deliberado y de ninguna forma compromete su postura separatista; por el contrario, es el término que mejor evoca la realidad ambigua y la dualidad psicológica de su pueblo.

Así, observando las secuelas psicológicas que el ser una minoría había dejado en su pueblo (autocastigo, masoquismo, autodevaluación, depresión, falta de entusiasmo y vigor), Aquin llega a la conclusión de que los canadienses franceses se hallan en un estado de "cansancio cultural": "El problema no es escribir historias que ocurran en Canadá, sino asumir plena y dolorosamente toda la dificultad de su identidad. El Canadá francés, como Fontenelle en su lecho de muerte, experimenta ‘cierta dificultad de ser’".

A principios de los sesenta, Aquin experimenta un rechazo hacia la escritura, porque como artista sentía que estaba desempeñando un papel que le habían asignado: el de un subordinado talentoso. De este modo, al rechazar su talento, no sólo rechazaba todo lo que tenía que ver con su dominación, sino también la condición compensatoria y hasta "terapéutica" de la literatura en una situación social que él definía como colonial y paternalista:
Siempre pensé que había cierta ambigüedad en la aplicación de esta noción a la literatura puesto que postula que la producción literaria es una actividad compensatoria en nuestra sociedad y que el escritor sería, de cierta forma, un loco ideal que se dedicaría a sus elucubraciones mientras que todo el mundo está ocupado produciendo ‘seriamente’.

El problema de la identidad individual y nacional es fundamental en las tres novelas de Hubert Aquin, quizás hasta el grado de constituir el foco mismo de ellas. No obstante, para Aquin, esta búsqueda de identidad no implica, como para muchos de sus contemporáneos, el uso del joual en la literatura quebequesa. El joual, habla popular de los canadienses franceses, muy contaminada de anglicismos, se convirtió para muchos escritores de la época en un símbolo de la identidad quebequesa. Su uso hacía referencia a la cuestión de ser originales que tanto buscaban desde el siglo XIX, cosa que para Aquin no iba por ese camino: "un pueblo puede expresarse de forma bien original aunque use, para ello, una lengua de la que no tenga la exclusividad".

La literatura joual es, desde su óptica, "la literatura de la incomunicación". Después de todo, quienes usan esa lengua corrompida lo hacen para expresar un monólogo interior; y, para Aquin, "la verdadera dialéctica es diálogo y no paralelismo de dos monólogos".

Incomprendido, Aquin fue un extranjero en su propio país. Fue el anticlérigo por excelencia, el más alejado, el único que podía estigmatizar de una manera definitiva su cansancio extremo. Quebec lo conoció y lo leyó, pero no lo reconoció. Hoy en día está confinado al terreno de los especialistas y de los teóricos de la literatura. Con motivo de los veinte años de su muerte, en 1997, Lamberto Tassinari escribió:
Aquin es el escritor que más y mejor ha sentido, vivido y representado la dificultad de ser moderno y quebequés. Aquel que encarnó el drama de la modernidad huidiza y fuera de alcance conjugando, en su escritura, su propio destino individual con el porvenir histórico de la sociedad quebequesa. Su obra es el lugar donde se juega trágicamente la búsqueda de sentido existencial y político de toda minoría, de toda la humanidad... Pero Quebec no quiere leerse.

No te pierdas la próxima entrega: Prochain épisode, la novela espejo

* "La fatigue culturelle du Canada français" fue publicado en Liberté en mayo de 1962. Ese ensayo constituyó una réplica a un artículo de Pierre Elliot Trudeau (quien posteriormente, en 1968, se convertirá en primer ministro de Canadá), "La nouvelle trahison des clercs", publicado un año antes en la revista Cité libre. El ensayo de Aquin es considerado como uno de los más importantes, sino es que el más, de sus escritos políticos.

Referencias

Aquin, Hubert (1998a). "La fatigue culturelle du Canada français", en Blocs érratiques, Textes (1948-1977) rassemblés par René Lapierre, Québec: Éditions Typo

Aquin, Hubert (1998b). "Le joual-refuge", en Blocs érratiques, Textes (1948-1977) rassemblés par René Lapierre, Québec: Éditions Typo

Aquin, Hubert (1998c). "Littérature et aliénation", en Blocs érratiques, Textes (1948-1977) rassemblés par René Lapierre, Québec: Éditions Typo

Tassinari, Lamberto (1997). "Oublier Hubert Aquin ?", en Le Devoir.

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sábado, 10 de octubre de 2009

Hubert Aquin, el agente doble

Hubert Aquin vivió intensamente su vida, a la que insertó el sentido dramático que posteriormente plasmaría en su obra. Nacido en Montreal en 1929, en el seno de una familia modesta, Aquin vio siempre en su padre a un colonizado, que además trabajaba como esclavo, partiendo cada día desde muy temprano para regresar a casa en la noche. "En esa época, su padre jugaba golf los fines de semana con los patrones y los grandes clientes. Y como los anglófonos controlaban los negocios, Jean Aquin se llamaba John Aquin... Eso era una humillación". Es muy probable que la voluntad de independencia de Quebec, que Aquin promovía, haya sido desencadenada por esa percepción del padre colonizado. Después de todo, la generación que se rebeló lo hizo porque vio a sus padres y a sus abuelos sumisos, resignados y valorándose a sí mismos sólo al asimilar a su dominador.

Aquin estudió filosofía en la Universidad de Montreal y continuó sus estudios en París, donde obtuvo un doctorado en estética en 1954. A su regreso a Montreal, se convirtió en realizador y animador de TV para Radio Canada y, a partir de 1959, para el Office National du Film. Esos proyectos le permitieron viajar: en noviembre de 1961 visitó Dakar, el Reino de Dahomey y Abidján (lugares mencionados en su novela Trou de mémoire) y se trasladó a Francia el 11 de junio de 1962, donde consiguió entrevistas con Albert Memmi, autor de uno de los textos teóricos más importantes sobre el movimiento de descolonización (Portrait du colonisé), y con Olympe Bhêly-Quénum, escritor de Dahomey, cuyo nombre le servirá posteriormente de inspiración para el del personaje africano de su novela Trou de mémoire.

La década de los sesenta empieza para Aquin con el inicio de su carrera política. Mientras trabajaba en la Bolsa de Montreal empezó a militar en el RIN, llegando a ser en 1963 su vicepresidente. Paralelamente, lo nombran en 1961 director de la revista Liberté, la cual padece por ello una creciente politización, al grado que en noviembre de ese año Aquin anuncia en un editorial: "La revista Liberté puede considerarse como una agresión". Sus principales blancos son los sistemas religioso, político y educativo de Quebec.

Como muchos otros jóvenes nacionalistas de la época, Aquin también fue seducido por el terrorismo. En junio de 1964 publicó en Le Devoir un "llamado a las armas" revolucionario, anunciando su decisión de entrar en clandestinidad como agente de la "Organización especial". Esta acción clandestina desembocó, el 5 de julio de 1964, en su arresto mientras conducía un automóvil robado. Sin embargo, no se le consideró como a un criminal ordinario y se le impuso un tratamiento psiquiátrico mientras esperaba el juicio que concluiría con su absolución en 1965. Del 15 de julio al 22 de septiembre de 1964, Aquin estuvo interno en el instituto psiquiátrico Albert Prévost, en Montreal, donde escribió Prochain épisode.

Los años que siguieron vieron a un Aquin cada vez más incapaz de adaptarse a las estructuras político sociales. En mayo de 1966 se exilió en Suiza con su compañera Andrée Yanacopoulo. El proyecto de exilio estuvo motivado por la decisión de separarse legalmente de su mujer y por la necesidad de retomar su escritura sin las trabas de los efectos que había tenido el juicio en él. Después de todo, su exilio no es casual: él creía que la clave del éxito de su pueblo se encontraba precisamente fuera de éste. Sin embargo, a los pocos meses fue expulsado del país, aparentemente a causa de las presiones que ejerció la Gendarmería Real de Canadá al gobierno suizo.

A su regreso a Montreal, sus actividades con el RIN prosiguieron hasta 1968, año en que rompió lazos con éste debido a la unión del movimiento con el Mouvement souveraineté-association de René Lévesque, unión que parió al Partido Quebequés y que sería vista por Aquin como "una forma de suicidio colectivo: la muerte a largo plazo de la idea de independencia en Quebec". Entonces obtiene un puesto de enseñanza en el Collège Sainte-Marie y se convierte en profesor de tiempo completo en marzo de 1968. En 1976, después de ser director literario de Éditions La Presse, renunció estrepitosamente acusando a su director de ser un agente colonizador de Quebec.

Hubert Aquin era, por decirlo así, de temperamento suicida. Era un hombre que se levantaba cada mañana con el sentimiento de que debía renovar su contrato con la vida. Según cuenta Andrée Yanacopoulo, "un día, cuando era niño, al regresar de la escuela, no encontró a su madre para recibirlo como de costumbre. La buscó por toda la casa y nada. Y bien, lo primero que pensó fue que su madre se había suicidado –¡una explicación poco trivial para un niño!".

A lo largo de su vida hubo varios intentos de suicido, entre los más evidentes está un accidente automovilístico del que salió con una fractura de cadera. El automóvil era para él un instrumento perfecto para provocar a la muerte. Así, quien no buscó en la vida otra cosa sino morir, Hubert Aquin se quitó la vida el 15 de marzo de 1977, dejando una nota en la que afirmaba "haber vivido intensamente y que ahora todo está terminado".

No te pierdas la próxima entrega: Cierta dificultad de ser

Referencias

Barbance, Maryse (1998). "Hubert Aquin, une fulguration entre deux néants". Entrevue avec Andrée Yanacopoulo, en Nuit Blanche, no 70.

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lunes, 5 de octubre de 2009

Especial sobre Hubert Aquin

Para E.R., que me motivó a desempolvar este texto

A partir de hoy publicaré una serie de entradas dedicadas al escritor quebequés Hubert Aquin. Las entradas que constituyen esta serie están extraídas y adaptadas de mi tesina de traducción literaria que presenté en el verano de 2002. En esta tesina, además de introducir al autor, su pensamiento y su obra, presenté el proyecto de traducción al español de los primeros tres capítulos de su novela “Prochain épisode”, hasta ahora inédita en nuestra lengua.

Si no se hubiese quitado la vida en 1977, Aquin cumpliría 80 años este mes de octubre. Creo que es una buena excusa para rendirle un homenaje en Tripodología Felina.

Una literatura en busca de sí misma


Al mismo tiempo que en los años sesenta se dio una transformación de la sociedad quebequesa, aparecieron muchas novelas en las que la forma tradicional del relato sufrió mutaciones. Si la sociedad quebequesa cambió, lo que quizá se transformó mucho más profundamente fue la percepción que el canadiense francés tenía de sí mismo en su literatura: la conciencia que en ella expresaba sobre su situación colectiva, sobre su realidad o sobre la imagen que proyectaba. De ahí que toda esta transformación haya ido de la mano con la incesante búsqueda de una identidad nacional y de un destino colectivo en Quebec.

Hasta antes de esa época, hablar de una literatura quebequesa como tal habría sido mucho pedir, pues, como lo señala Jacques Allard, "la historia de esta literatura demuestra que tuvo, y aún tiene, una triple figura. Primero fue francesa, luego se quiso canadiense, para finalmente pretenderse quebequesa". Esta triple figura ha sido, después de todo, testigo de su compleja relación con el mundo, con la lengua y con la historia.

De entrada, la colectividad quebequesa y su expresión son producto del Renacimiento francés, de su curiosidad y de su audacia, de su lenguaje y de sus sueños. No de balde la primera narración francesa de América fundó la literatura quebequesa y el conjunto de textos que se produjeron en la Nueva Francia, entre 1534 y 1763, tienen un importante papel histórico de fundación y de formación del imaginario colectivo quebequés.

La segunda faceta de esta literatura, la “canadiense”, se constituyó a principios del siglo XIX a partir de un doble rechazo: a la Francia revolucionaria, anticatólica o simplemente contemporánea, y a la Inglaterra protestante, políticamente victoriosa. A partir de su afirmación criolla (desde tiempos de la Nueva Francia), el principal problema que la expresión quebequesa ha querido superar es el de la originalidad. Así, en 1904 el clérigo Camille Roy concibió a la literatura francesa como el enemigo número uno, pues amenazaba con borrar, bajo el torrente siempre renovado de sus desbordamientos, el sello de originalidad que debía marcar a la literatura quebequesa. Por ello, en lugar de imitar a los parisinos como ciertos escritores belgas, había que seguir en todo caso el ejemplo de la Alemania del siglo XVIII, cuando se propuso crear una literatura nacional. Había que fundar una estética propia en el conjunto de las cualidades, de las virtudes y de las aspiraciones que distinguían a la "raza" quebequesa.

De este modo, la expresión "francés"” o "francés de América" supone relaciones distanciadas con la madre patria hasta conformar hoy en día el país de los primos y de los amigos. Los vínculos estarán por lo demás constantemente distendidos, pero legalmente articulados con el poder “extranjero”, constitucional, de los ingleses. La situación no cambiará mucho aun cuando hayan acuñado el concepto de la “condición canadiense”, promovida primero por los antiguos franceses de América. Después de las denominaciones “francesa” y “canadiense” vino, en el orden cronológico de la historia, la de “quebequesa”, que apareció junto con los años sesenta y se asoció con los valores de la laicidad y de la modernidad explorados desde principios del siglo XX, aunque todavía rechazados por el conservadurismo dominante en la época.

El periodo en el que Hubert Aquin escribió sus novelas corresponde a los años de la llamada Revolución Tranquila que, iniciada durante los años cincuenta, estalló con la muerte del primer ministro quebequés Maurice Duplessis en 1959. Esta revolución vino acompañada de profundos cambios en todos los sectores –económico, político, religioso, educativo–, que además se vivían simultáneamente en todo el mundo debido a los trastornos engendrados por la Segunda Guerra Mundial.

En este contexto de profundas reformas sociales y culturales surgieron diversos grupos independentistas (con los cuales Aquin tenía vínculos), particularmente los de las revistas Liberté y Parti pris, y los de los movimientos políticos del Rassemblement pour l’indépendance nationale (RIN) y del Frente de Liberación de Quebec (FLQ). Una de las influencias más importantes sobre la concepción de la revolución que preconizaban estos grupos provenía de los movimientos de liberación de los países colonizados, especialmente el de Argelia en 1962.

Las novelas quebequesas publicadas entre 1960 y 1970 tienen en común que expresan, bajo nuevas formas, un malestar en el que se distinguen tres componentes principales: insatisfacción, incertidumbre y violencia. Señala Roland Bourneuf que “el autoanálisis y el autorretrato parecen haberse convertido en la sustancia misma de la novela quebequesa de esos últimos años”.

Y es que según Bourneuf, la palabra écoeuré (que podría significar asqueado, aunque quizá también hastiado) parecía haberse convertido en un término clave dentro del vocabulario de los personajes de la novela quebequesa. Asco y hastío de la pobreza económica, de la soledad, de la indigencia moral y de la humillación del colonizado de la que estos personajes responsabilizan a los canadienses ingleses, a ellos mismos, a la Iglesia, a la fatalidad, al colonialismo, a Dios. Así, el écoeuré se relata, se habla a sí mismo, y en esta empresa siente todo el impedimento de su pobreza cultural, de la miseria de su lenguaje.

Son muchas las novelas de esa época escritas en primera persona, a manera de diarios íntimos, memorias libres o autobiografías más o menos disfrazadas, en las que uno puede encontrar un esquema constante: el narrador evoca su infancia, hace la crónica de la familia numerosa de la que proviene, describe la personalidad del padre, de la madre, de los hijos, su dispersión, sus fortunas diversas, los sueños logrados o frustrados, hasta un viaje al extranjero que le permite sin embargo empezar de cero.

Así, el personaje principal de Le Libraire de Gérard Veste escribe su diario para “matar el tiempo” y el narrador de Salut Galarneau de Jacques Godbout vende hot dogs y trata de escribir un libro que es también su diario, trata de vivir y escribir al mismo tiempo: “vescrivir” (vécrire). Como veremos en las próximas entradas, el narrador de Prochain épisode, condenado a un tratamiento psiquiátrico, también escribirá una novela para compensar la inmovilidad y su impotencia.

No te pierdas la próxima entrega: Hubert Aquin, el agente doble

Referencias

Allard, Jacques (1991). “Elle est française, canadienne et québécoise: problématique d'une littérature nouvelle”, en Surfaces, Revue électronique publiée par Les Presses de l'Université de Montréal, Vol. I

Bourneuf, Roland (1970). “Formes littéraires et réalités sociales dans le roman québécois”, en Livres et auteurs québécois, Montreal : Jumonville

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miércoles, 30 de septiembre de 2009

Efebofilia

Efebofilia (del griego έφηβος, efebos: adolescente y φιλία, filía: amor) es la atracción erótica y sexual por adolescentes. Si bien en la Grecia antigua el término efebos se usaba sobre todo para referirse a los varones atenienses de entre 18 y 20 años en la efebeia (una institución encargada de realizar custodia), la efebofilia suele usarse para definir la atracción por menores púberes y pospúberes, usualmente en el rango de edad desde los 13 a los 17 años.

Este neologismo viene a colación como cortesía del Vaticano, cuyo representante en la ONU acaba de aclarar que los curas no son pedófilos, sino "efebófilos" (ver la nota aquí). ¡Hombre! ¡Muchas gracias por la aclaración!

Dejando el sarcasmo de lado, me parece el colmo del cinismo y no entiendo a qué viene esa aclaración. Obviamente existe una diferencia entre la pedofilia (o pederastia) y la efebofilia, pero desde mi punto de vista para efectos éticos y legales es irrelevante. Aunque en la mayoría de los países la edad de consentimiento sexual oscila entre los 13 y 15 años, si el sexo se obtiene mediante engaño, amenazas, acoso en relaciones de dependencia o de poder, etc. el acto es considerado una violación. De este modo, la efebofilia es igual de condenable que la pedofilia. Digo, ¿a Roman Polanski si le pueden hacer la vida de cuadritos treinta años después y a los curas efebófilos no?

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Serendipia

All things are ready, if our minds be so
Shakespeare (Henry V, Act 4, Scene 3)


Por un artículo publicado la semana pasada en El País acabo de descubrir esta palabra. Según la Wikipedia, la serendipia es “un descubrimiento científico afortunado e inesperado que se realiza accidentalmente”. El diccionario Merriam Webster define el término como “la facultad o el fenómeno de descubrir cosas valiosas o agradables sin proponérselo”.


En la historia de la ciencia, hay un sinfín de ejemplos de serendipia. Alfred Nobel inventó la dinamita gracias a que mezcló accidentalmente nitrocelulosa con nitroglicerina; Louis Pasteur obtuvo cristales de una forma única debido a que la temperatura en el alféizar de la ventana estaba por debajo de los 26°C; Henri Becquerel dio con el uranio mientras trataba de investigar el fenómeno de la fluorescencia usando placas fotográficas; y James W. Christy descubrió el satélite más grande de Plutón, Caronte, gracias a una imagen defectuosa de Plutón. En la farmacología hay muchos casos también. Por ejemplo, una espora que cayó accidentalmente en una placa de cultivo y que mató a una bacteria llevó a Alexander Fleming a descubrir la penicilina y a abrir camino para la era de los antibióticos.

La mayoría de los descubrimientos arqueológicos se han hecho por accidente: los Rollos del Mar Muerto fueron descubiertos por dos pastores beduinos en una cueva de Qumrán (dicen las malas lenguas que inclusive los pastores quemaron algunos manuscritos en una hoguera que hicieron para calentarse). En 1799, el capitán francés Pierre-François Bouchard descubrió la piedra de Rosetta cuando las tropas de Napoleón estaban en Egipto. Y, sin irnos tan lejos, los restos del Templo Mayor fueron descubiertos en 1978 por unos trabajadores de la Compañía de Luz mientras excavaban para hacer una instalación subterránea de cables.

En el ámbito de la exploración también predominan los casos de serendipia, siendo quizás el más emblemático el descubrimiento de América. Y también existe serendipia en el mundo de las ideas y los conceptos. Así, por ejemplo, a Isaac Newton se le ocurrió la teoría de la gravedad cuando vio caer una manzana de un árbol y Arquímedes también tuvo una “revelación” mientras tomaba un baño en tina, lo que lo llevó a descubrir su famoso principio y salir a las calles de Siracusa desnudo gritando ¡Eureka!

En realidad, se podría decir que la serendipia es casi casi el motor de la ciencia. Pero a todo esto, ¿de dónde viene la palabra?

Serendipia es un calco del vocablo inglés serendipity. El término es un neologismo acuñado por el escritor británico Horace Walpole en 1754 a partir de un cuento de hadas persa titulado “Los tres príncipes de Serendip”, cuyos héroes se la pasaban haciendo descubrimientos, por accidente o sagacidad, de cosas que no buscaban”. El nombre proviene de Serendip, un antiguo nombre para Ceilán (hoy Sri Lanka), del árabe Sarandib y del sánscrito Simhaladvipa. Si bien la palabra se originó en el siglo xviii, su uso no se expandió hasta el siglo xx. Actualmente, aparece en todos los diccionarios ingleses y en 1950 se formó el adjetivo serendipitous (¿serendipitoso?).

Hace diez años el escritor escocés William Boyd, en su novela, Armadillo, acuñó el término zemblanity (¿zemblania o zemblanidad?) como antónimo de serendipia. Es decir, se trata de la "facultad de hacer descubrimientos infortunados y desagradables". La palabra viene de Novaya Zemlya (Nueva Zembla), un archipiélago en el ártico, en el que Rusia llevó a cabo numerosas pruebas nucleares. Zemblanity sería, pues, el descubrimiento inevitable de lo que no se quiere saber. Sin embargo, el uso de este vocablo aún no se ha expandido y no aparece en los diccionarios ingleses.

Si bien serendipia no aparece en el DRAE, ni en ningún otro diccionario español (al menos no en los que tengo en casa), el término es de uso muy frecuente en nuestra lengua. La Wikipedia menciona el término español chiripa como sinónimo de serendipia. Según el María Moliner, chiripa es “un acierto casual o una casualidad favorable, rara”. Pero como el mismo artículo de la Wikipedia señala, “chiripa” es más de uso coloquial y además, según el diccionario, esta palabra se usa más en un contexto de juego.

Por cierto, este rollo de la serendipia me recordó a una entrada que escribí hace casi un año sobre el sistema de estantería abierta en las bibliotecas. En ese entonces no conocía la palabra, pero de haberla conocido habría dicho que la estantería abierta promueve la serendipia. También el Internet es una fuente ilimitada de serendipia. ¡Cuántos descubrimientos afortunados he hecho por hacer clic en un vínculo que se me presenta fortuitamente!

jueves, 17 de septiembre de 2009

El español no viene del latín

El título de esta entrada hace alusión al título igual de provocador de un libro francés que se publicó hace dos años: Le Français ne vient pas du latin ! de Yves Cortez. Su autor, un apasionado por el estudio de las lenguas y la lingüística, nos ofrece en esta obra un ensayo sobre lo que él llama una “aberración lingüística”.

Según Cortez, contrariamente a la idea generalmente admitida, las lenguas romances no vienen del latín. ¿Y entonces de dónde vienen? He aquí la originalidad de su tesis: de un italiano que él llama “antiguo”. La tesis del autor es que el latín fue la lengua única de los romanos hasta el siglo III a.C. Después el latín se vería sumergido por el italiano, pero seguiría siendo la lengua del poder y de la literatura. De este modo, a partir del siglo II a.C., los romanos eran bilingües: utilizaban el italiano como lengua hablada y el latín como lengua escrita. Los romanos llevarían esas dos lenguas a todas las regiones que conquistaron.

Pero no vayan a creer que el autor se saca todo esto de la manga. Nos ofrece una serie de argumentos que, si bien no tengo las bases para decir si son o no pruebas irrefutables como él las llama, al menos están bien documentados y se presentan de forma rigurosa. A continuación, resumiré algunos de los argumentos más importantes:

1. El latín es una lengua muerta desde el siglo I d.C. Cortez ofrece diversos datos históricos que sugieren que a partir de ese siglo, más o menos, el latín dejó de ser una lengua viva y se utilizaba solamente como lengua escrita en los ámbitos literarios y políticos. (Uno de esos datos, por ejemplo, es una cita de Suetonio que indica que el teatro en tiempos de Julio César se presentaba en tres idiomas -latín, griego y osco- lo cual lleva a deducir que el latín y el griego sólo eran comprendidos por la elite romana educada).

2. El vocabulario de base de las lenguas romances no es latín. Sin embargo, los numerosos e importantes préstamos del latín a las lenguas romances pueden ocultar esta realidad. En términos generales, los préstamos lingüísticos tienen dos rasgos. Por un lado, pertenecen a ámbitos particulares propios de un estado avanzado de desarrollo, como el derecho, la filosofía, la teología, etc. Por otro lado, suelen tener pocas transformaciones fonéticas, de modo que casi son idénticos a las palabras de la lengua de la que se originan. No hay que olvidar que el latín y las lenguas romances estuvieron en contacto durante más de veinte siglos y que el vocabulario de la primera lengua se incorporó al de las últimas durante tres grandes períodos: del siglo III a.C. al siglo I d.C., los pueblos latino e italiano coexisten y el aporte es directo; del siglo II al siglo XVI, el latín si bien es lengua muerta permanece como la única lengua escrita de Europa occidental y los filósofos, teólogos, juristas y demás recurren continuamente al latín; en la época moderna la necesidad de palabras nuevas en los ámbitos científico y técnico abre una nueva era para los préstamos de las lenguas antiguas.

Sin embargo, Cortez observa que, poniendo de lado todas esas palabras cultas, el vocabulario de la vida común y corriente de las lenguas romances, constituido por miles y miles de palabras, no tiene prácticamente nada que ver con el del latín. Y no se limita a solamente decirlo sino que lo demuestra con varias tablas comparativas de vocabulario en las que el lector puede constatar qué tan próximas son las lenguas romances entre sí y qué tan distantes son del latín.

3. La gramática de las lenguas romances no “heredó” nada del latín. Según Cortez, si hubiera una filiación directa entre el latín y las lenguas romances al menos habría “coincidencias” entre los sistemas gramaticales. Sin embargo, no sólo no hay coincidencias sino que la realidad es que estamos ante dos sistemas completamente diferentes. He aquí unas cuantas de las diferencias:

a) El latín es una lengua en la que las declinaciones son numerosas y complejas, mientras que ninguna de las lenguas romances presenta declinaciones. Cortez critica el típico argumento de quienes sostienen la tesis de la filiación, según el cual el vulgo habría simplificado la gramática del latín eliminando las declinaciones. (Personalmente también critico ese tipo de argumentos elitistas que consideran que la complejidad de una lengua no es para la gente ordinaria).

b) El plural del latín se forma esencialmente en el caso nominativo con las siguientes desinencias: ae, i, a, es, ia, us, ua, según el tipo de declinación. En las lenguas romances, en cambio, los sustantivos no se declinan.

c) En latín no hay artículo definido ni indefinido, mientras que todas las lenguas romances tienen los dos tipos de artículo, que prácticamente son los mismos.

d) El latín, como el alemán, el griego y el ruso, tiene tres géneros: masculino, femenino y neutro. Las lenguas romances tienen dos: masculino y femenino. Según Cortez, parece extraño que el neutro no haya dejado rastro alguno en ninguna de las lenguas romances.

e) El tratamiento de Usted no existe en latín, pero tiene la misma forma en todas las lenguas romances (salvo en el italiano que utiliza como el alemán la tercera persona del singular). Con respecto a esta diferencia, Cortez señala no sin sarcasmo que para ser pueblos supuestamente rústicos se observa en las lenguas romances una sutileza que los latinos no tenían.

f) El latín forma sus adverbios con las desinencias “ter” o “e”. No es posible encontrar ningún rastro en las lenguas romances que recurren a la desinencia -ment (francés) o –mente (español e italiano).

g) Las conjugaciones del latín son completamente diferentes a las de las lenguas romances.

h) La sintaxis, en lo que concierne al orden de palabras, es radicalmente opuesta entre el latín y las lenguas romances .

4. Las lenguas evolucionan lentamente. En teoría, la transformación del latín en lenguas romances se hizo en un lapso de seis siglos aproximadamente. Sin embargo, para Cortez, ese lapso de tiempo es demasiado corto para que el latín se hubiera transformado tan radicalmente. Dicha evolución sería un caso excepcional en la historia de las lenguas que demuestra una tendencia a la estabilidad. Para reforzar su argumento, el autor toma textos del francés, inglés, italiano y árabe antiguos y los compara con sus traducciones a la versión moderna de esas lenguas, demostrando lo poco que se han transformado a lo largo de los siglos. También presenta un extracto del Juramento de Estrasburgo (842 d.C.), considerado por los lingüistas como el eslabón perdido entre el latín y el francés, el cual resulta bastante inteligible para un lector francófono moderno (cuando, hay que admitirlo, para quienes no estudiamos el latín cualquier texto en esa lengua muerta es bastante críptico).

5. La etimología del francés es fantasista. En este tema, Cortez va un poco lejos cuando dice que toda la etimología oficial del francés está basada en arbitrariedades, fantasías y una falsa erudición. Pero lo cierto es que si se probara como un hecho que las lenguas romances no vienen del latín, esa tesis implicaría que todas las etimologías que nos han enseñado son falsas. ¡Habría que volver a escribir los diccionarios!

En resumen, para Cortez el llamado “latín vulgar” o “bajo latín” (del cual, según la versión oficial, derivan todas las lenguas romances) es una ficción pura y simple, y las lenguas romances provienen de ese italiano arcaico, que a mi juicio quizá sería mejor llamar proto-italiano. Esa protolengua no sería descendiente del latín, sino “prima” o “hermana”, es decir que ambas descenderían de una lengua anterior.

Como dije al principio de esta entrada, no tengo las bases para decir si esta tesis es o no cierta. No sé latín y tampoco soy experta en lingüística histórica ni en ninguna otra disciplina afín. Sin embargo, me parece una teoría interesante y bien argumentada que podría abrir nuevas posibilidades de investigación. No soy una persona de dogmas y creo que todas las opiniones, siempre y cuando estén fundamentadas, son válidas.

No obstante, debo decir que hubo un detalle que me molestó un poco del libro: el tono excesivamente sarcástico que Cortez usa para contraponer su tesis con las explicaciones tradicionales de los lingüistas y académicos reconocidos. Si bien me hizo reír mucho durante la lectura del libro, me parece que esa actitud le quita un poco de seriedad y credibilidad al trabajo. No es que el humor sea incompatible con el rigor científico, pero para demostrar una teoría no es necesario burlarse de los defensores de otras posturas, ni mucho menos ridiculizarlos. Esto, aunado al hecho de que el autor se presenta a sí mismo como el Copérnico de la lingüística, puede ser una de las causas por las que este trabajo no se ha tomado muy en serio en los círculos académicos.

Otra causa me parece que es la dificultad que siempre ha existido para romper con los dogmas. Hice una búsqueda en Internet para ver cuál había sido la recepción de este libro y, si bien me topé con algunos foros en los que se condena o se alaba la teoría, en los círculos académicos no se habló del tema en lo absoluto. He notado que en la ciencia hay una tendencia a simplemente ignorar las tesis que vienen a plantear nuevos paradigmas. Ni siquiera se toman la molestia de discutirlas, simplemente las matan con su silencio.

Cabe señalar que lo que plantea Cortez no es nuevo. Ya en el siglo XIX algunos filólogos y estudiosos como Eugène Hins, Jean Espagnolle, Adolphe Granier de Cassagnac y J. Lefebvre habían puesto en tela de juicio la tesis de que el francés proviene del latín. (Cortez, por cierto, no los menciona en su libro, lo cual me parece una falta de honestidad intelectual). Ayer leí un texto de Hins y otro de Espagnolle (que un internauta tuvo la gentileza de escanear y poner en la web) y básicamente lo que estos autores plantean es que el latín no es la lengua madre del francés y que esta última lengua es anterior. Sus argumentos, más bien históricos, hacen alusión a la conquista romana de las Galias, y a diferencia de Cortez no ofrecen un análisis lingüístico comparativo del latín con las lenguas romances. Pero lo que estos textos vienen a mostrar es que la duda de que el latín sea la progenitora del francés (y por ende de todas las lenguas romances) ya existe desde hace al menos 150 años. La academia tampoco respondió nunca a estos trabajos: simplemente los ignoró.

Mientras buscaba información sobre la recepción del libro en los círculos académicos di con el blog personal de Yves Cortez y me enteré, por una entrada publicada por su hija, de que el autor murió hace unos meses. Como no creo que tuviera muchos discípulos es probable que su pretendida revolución lingüística se quede inconclusa. Pero quién sabe: quizás alguien decida seguir investigando y finalmente se pueda llevar a debate académico este tema que parece haberse convertido en un dogma.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Acertijo lingüístico

He aquí una pista de audio en un idioma misterioso. ¿Alguien sabe o puede adivinar cuál es?



domingo, 30 de agosto de 2009

Bomberazo

Esta palabra es un mexicanismo muy ilustrativo que describe una situación con la que nos enfrentamos seguido algunos profesionistas. He aquí la definición de Jesús Flores y Escalante en su fascinante Morralla del caló mexicano:

Bomberazo. m. aum. pop. Aumentativo de bombero. // Como los bomberos realizan sus actividades a toda prisa y con gran acierto, así se denomina hoy día a todo trabajo que es solicitado en el instante y que muchos jefes piden aduciendo: "Es para ayer".

Estrictamente hablando, los bomberazos se dan en un contexto laboral oficinesco y no en el del freelanceo. Es decir, el bomberazo es aquel trabajo urgente que se le pide a una persona a sueldo y sujeta a un horario, por el cual seguramente tendrá que quedarse a trabajar horas extras.

Estrictamente hablando, los freelancers no tenemos bomberazos porque todos los trabajos que recibimos son bomberazos. Mis colegas traductores (o los diseñadores, programadores, publicistas y demás profesionistas independientes) coincidirán conmigo en que los bomberazos son el pan nuestro de cada día. Las traducciones, por ejemplo, siempre son "para ayer". Pero, eso sí, la calidad debe ser siempre la misma, sin importar cuánto tiempo tenga uno para hacerla. Igual que los bomberos: tenemos que ser eficientes en apagar el fuego y hacerlo con la mayor rapidez posible.

¿Qué sucede en otros países de habla hispana? ¿Tienen alguna expresión parecida?

jueves, 13 de agosto de 2009

S + 7

El lunes dejé un acertijo literario en este blog: un “poema” extraño, sin autor y sin mayor explicación. Gracias al título de la entrada, los lectores asumieron que había que adivinar algo aunque no sabían exactamente qué. Marichuy descubrió, en parte, lo que había que adivinar: "quién escribió el texto, de qué obra se trata o deriva". Como posteriormente lo dije en los comentarios, no era todo lo que había que adivinar pero por ahí se podía empezar. Yo sabía que si alguien conocía el poema del cual derivaba podría reconocerlo. Y así fue. Aurore Dupin dijo que le recordaba al poema de Octavio Paz “Las palabras”.

Dales la vuelta,
cógelas del rabo (chillen, putas),
azótalas,
dales azúcar en la boca a las rejegas,
ínflalas, globos, pínchalas,
sórbeles sangre y tuétanos,
sécalas,
cápalas,
písalas, gallo galante,
tuérceles el gaznate, cocinero,
desplúmalas,
destrípalas, toro,
buey, arrástralas,
hazlas, poeta,
haz que se traguen todas sus palabras.

En efecto, se trataba de este maravilloso poema de Paz, pero deformado: ¡había sufrido un atentado oulipiano!

El Oulipo es un grupo de escritores y matemáticos, principalmente franceses, que desde 1960 crean obras literarias mediante lo que ellos llaman técnicas de “escritura limitada”. Oulipo es un acrónimo de “Ouvroir de littérature potentielle” (que se traduce como “taller de literatura potencial”). La literatura potencial es una literatura bajo restricción. De acuerdo con la definición de Raymond Queneau, uno de los padres fundadores del grupo, el autor oulipiano es “una rata que construye ella misma el laberinto del cual se propone salir”. Un laberinto de letras, palabras, sonidos, frases, párrafos, capítulos, libros, bibliotecas, formas, etc.

La misión de los oulipianos es desarrollar la Lipo (literatura potencial). Para ello se inventan restricciones, algunas antiguas y otras nuevas, algunas más sencillas y otras más complicadas. La idea es concebir creaciones poéticas o narrativas novedosas mediante esas fórmulas que parecen una especie de transferencia entre la literatura y las matemáticas.

Una de esas técnicas de restricción es el método S + 7, que es el que utilicé en el poema de Paz. Es un método sencillo, pero laborioso: se trata de reemplazar cada sustantivo (S) de un texto dado por el séptimo (S+7) que se halla después de éste en un diccionario dado. Para los que no leyeron la entrada anterior, el poema de Paz quedó así:


Dales el vulgacho,
cógelos del rábula (chillen, puteros),
azótalos,
dales azuda en el bocací a los rejones,
ínflalos, glorificaciones, pínchalos,
sórbeles sanguaza y tuición
sécalos,
cápalos,
písalos, galocha galante,
tuérceles la gazuza, cocobacteria,
desplúmalos,
destrípalos, torpedad
bufido, arrástralos,
hazlos, poíno,
haz que se traguen todos sus palabristas.

Es un ejercicio de sana irreverencia: según los oulipianos, es mejor aplicarlo en los grandes clásicos a los que el método irrita. En mi caso, no elegí un texto clásico porque habría sido reconocible mucho más rápido y al ser un acertijo quería algo de suspenso (vean por ejemplo lo reconocible que es esta frase: “En una luición de la Mancilla, de cuya nominación no quiero acordarme, no ha mucha tierra que vivía un hidrargiro de los de lanzallamas en astricción, adecenamiento antiguo, rocker flaco y galicano corredor”). Así que estuve buscando poemas y ejercitando con varios, hasta que finalmente elegí el de Paz porque me pareció que quedaba muy gracioso y además que el mismo poema me “estaba dando permiso” de jugar con él.

Para llevar a cabo este método, hay algunas recomendaciones:

* Cuando el sustantivo cambia de género, se recomienda efectuar los ajustes gramaticales necesarios. Como pueden ver, yo ajusté los verbos porque el sustantivo que está implícito es “palabras” cuyo S+7 es “palabristas”.

* El diccionario se considera un objeto circular. Es decir que en el Diccionario de María Moliner, que es el que usé para el ejercicio, el S+7 de “zuzón” es “abacero”.

* Si el sustantivo no se encuentra en el diccionario, se elige el primero que se encuentre tras el lugar donde debería hallarse. Así, por ejemplo, yo no encontré “rejegos” (que no es un sustantivo, sino un adjetivo con función de sustantivo) en el María Moliner. (Es obvio que no apareciera pues se trata de un mexicanismo –para quienes no lo sepan, significa algo así como “renuente” o “indomable”). Así, elegí “rejera” como sustantivo base y a partir de ahí conté 7. (Ahora me pregunto si no debí haber elegido más bien un adjetivo y usarlo como sustantivo... pero ya es algo tarde para eso).

El método S+7 puede tener variaciones. Se puede optar por V+7 (verbo + 7) o A+7 (adjetivo + 7) o, naturalmente, SAV + 7 (sustantivo-adjetivo-verbo). Así, por ejemplo, si se le aplica la técnica SAV+7 al mismo poema de Paz, quedaría así:


Débeles el vulgacho,
cohesiónalos del rábula (chirigoteen, puteros),
azúzalos,
débeles azuda en el bocací a los rejones,
infravalóralos, glorificaciones, pintipáralos,
sorriégales sanguaza y tuición
secularízalos,
capólalos,
pízcalos, galocha galante,
torpedéales la gazuza, cocobacteria,
despolvoréalos,
destrózalos, torpedad
bufido, arrécialos,
hállalos, poíno,
halla que se tramitan todos sus palabristas.

Otro derivado es el método llamado “eclipse”, que consiste en un S+7 en el que se prescinde de un texto preexistente. Es decir, se crea un texto completamente original en dos unidades de las que la segunda es el S+7 de la primera (o la primera es el S-7 de la segunda):

Los gritos de los aficionados de fútbol se oían hasta la habitación de una servidora, en tal grado que tuvo que ponerse tapones en los oídos.

Los gromos de las afiliaciones de futre se oían hasta la habituación de una serviola, en tal grado que tuvo que ponerse tapsias en los ojaladores.

Otro derivado es el método de Caradec (llamado así por su creador, el oulipiano François Caradec). Se trata de una cadena de S+7 a lo largo de la cual se recorre un diccionario de 7 en 7 sustantivos. Ejemplo:

El recuerdo de Jean Queval (extractos)

Llovía.

Vi entrar a Jean Queval
en un cabriolé con la rojez del baño,
en el cabro con la rolla del baptizo,
en el caburé con la romana del baqueteo,
en el cacahuate con la romancista del baracaldés,
en el cacareo con la romanística del barandal,
en el cacaxtlero con la romería del barajador,
en el cachaco con la rompecorazones del baratón,

Llevaba, todavía lo veo,
en el tentáculo una vacuna,
en el tentempié una vadera,
en el teobroma una vagación,
en el teólogo una vaginitis,
en el teósofo una vagueación,
en el tepozán una vaharada,
en el teratoma una vainica.
Estaba vacía. (...)

[François Caradec. Traducción y adaptación de Strika]

Por último, en algún lugar leí que incluso se puede cambiar el instrumento auxiliar. Es decir, se pueden usar diccionarios más pintorescos, léxicos especializados o, por ejemplo, en vez de un diccionario se puede usar otro libro: la Biblia, el Corán, la Crítica de la Razón Pura, etc., en cuyo caso se elige el séptimo sustantivo del texto, después el 14, luego el 21, el 28, el 35, etc. ¿Alguien se anima?

lunes, 10 de agosto de 2009

Acertijo literario

Dales el vulgacho,
cógelos del rábula (chillen, puteros),
azótalos,
dales azuda en el bocací a los rejones,
ínflalos, glorificaciones, pínchalos,
sórbeles sanguaza y tuición
sécalos,
cápalos,
písalos, galocha galante,
tuérceles la gazuza, cocobacteria,
desplúmalos,
destrípalos, torpedad
bufido, arrástralos,
hazlos, poíno,
haz que se traguen todos sus palabristas.

domingo, 26 de julio de 2009

Brüno

De regreso a México hicimos una escala de ocho horas en Madrid. G, que no conocía la ciudad, tenía ganas de ir al Museo del Prado, pero en lo que dejamos las cosas en la consigna del aeropuerto y nos desplazamos en metro al centro de la ciudad, ya quedaban pocas horas para el cierre del museo y no valía la pena pagar la entrada. Además hacía calor, estábamos algo cansados y yo me había puesto unos zapatos que no resultaron muy cómodos para caminar. Se nos ocurrió que podíamos ir al cine y luego a comer algo antes de volver al aeropuerto. Así que nos dirigimos hacia el Cine Ideal, en la Plaza de Jacinto Benavente, donde se exhiben películas en versión original. Llegamos al cine a las seis y diez, de modo que todas las películas de las seis ya habían empezado y faltaban una o dos horas para que empezaran las siguientes. De pronto vimos que a las seis y cuarto empezaba una película en inglés llamada Brüno. No sabíamos nada del filme, pero realmente queríamos ver una peli, así que, en una decisión algo precipitada (y algo arriesgada), compramos los boletos y entramos.

A veces veo películas sin saber de qué se tratan o sin haber visto el tráiler, pero ésta fue la primera vez en mi vida adulta y cinéfila que entré al cine a ver una peli sin siquiera saber quién era el director, o quién actuaba o al menos de que país era. No sabía absolutamente nada de la película y creo que fue lo mejor que me pudo pasar para ver Brüno. ¿Por qué? Para empezar porque si hubiera sabido que era la nueva película de Sacha Baron Cohen es probable que no habría entrado a verla. Si bien no fui de las personas que odiaron Borat, tampoco fui de las que la adoraron. Y suponiendo que hubiera entrado a ver la peli a sabiendas de qué se trataba, la habría visto con muchos prejuicios y no la habría disfrutado tanto. Durante toda la película me decía que el estilo me parecía familiar y llegué a pensar en Borat, pero curiosamente no reconocí a Baron Cohen en Brüno. No sé si atribuirlo a la genialidad del maquillaje y caracterización del personaje o a mi enorme distracción -o a ambas-, pero el caso es que no lo reconocí y que amé a Brüno.

Si Borat es provocativo e irreverente, Brüno es ultraprovocativo y ultrairreverente. Es über-shocking, como diría el personaje, y políticamente incorrecto hasta la médula. Brüno es un reportero gay que quiere entrevistar a las celebridades del mundo de la moda para convertirse en el austriaco más famoso desde Hitler. Con eso ya podrán darse una idea. En Brüno el humor grotesco no tiene límites, quizá menos que en Borat, y la película tiene escenas francamente incómodas que uno simple y sencillamente no puede creer estar viendo en el cine. En la fila de atrás había un espectador anglosajón que más de una vez gritó Oh, man! En México, estoy segura de que una tercera parte de la sala se habría salido. Pero también tiene momentos totalmente hilarantes. ¡Hacía tanto tiempo que no reía a carcajadas en el cine!

En conclusión, si Borat les gustó tienen que ver Brüno. Si la odiaron, mejor ni la vean porque ésta es más grotesca. Y si no vieron la primera, pero son de los que se ofenden fácilmente, mejor absténganse. ¡Bajo advertencia no hay engaño!

Y para quiénes les gusta ver el tráiler, aquí les va.