sábado, 24 de octubre de 2009

Prochain épisode, la novela espejo


He who wonders discovers that is in itself a wonder.
M.C. Escher

Reste à savoir lequel des deux habite le rêve de l’autre.

Jean-Paul Sartre



Prochain épisode (Próximo episodio) es una novela dentro de una novela. Al leerla, se tiene la impresión de estar ante una de esas muñecas rusas que contienen en su interior una más pequeña que, a su vez, contiene otra más pequeña, y así sucesivamente. Como ya lo mencioné, Hubert Aquin la escribió en una clínica psiquiátrica de Montreal, donde estuvo encerrado en espera de un proceso judicial por portación de armas. El narrador de Prochain épisode, joven revolucionario encarcelado en un instituto psiquiátrico que decide escribir una novela de espionaje, es sobre todas las cosas el doble y la imagen en el espejo de Aquin escribiendo. Y es que a lo largo de toda la novela, sentimos la presencia del autor detrás de su narrador, cuestionando la validez de sus afirmaciones.

Escher. Drawing hands

Bajo la lógica del pensamiento aquiniano, la situación del narrador de la novela serviría como una especie de analogía para la condición del nacionalista quebequés dentro de la sociedad canadiense; sus políticas serían meros síntomas de una adolescencia perturbada, de un periodo difícil que, con un poco de ayuda, se podrían negociar con éxito. De ahí que necesite terapia y alguna actividad compensatoria para canalizar su energía destructiva. No obstante, su pereza, o acaso su “cansancio cultural”, lo lleva a renunciar a cualquier pretensión de originalidad, cualquier deseo de innovación. Decide escribir una novela de espionaje de acuerdo con los cánones establecidos. Su novela, como la historia del pueblo quebequés, está escrita por adelantado; las reglas del género no permiten improvisación y el narrador-autor descubre rápidamente que está preso dentro de los confines de una estructura que nunca inventó.

Este proyecto narrativo, sin embargo, es “la crónica de un fracaso anunciado”. El héroe de la novela de espionaje termina asimilándose al narrador y la narrativa que se proyectaba en tercera persona abre paso al relato en primera persona. Pero no sólo el proyecto narrativo está condenado al fracaso, lo está también el proyecto revolucionario de su narrador-héroe, debido a la imposibilidad de asesinar a un profesor suizo de historia romana y así de cumplir con la misión que se le encomendó. El joven revolucionario se queda paralizado por la contemplación de la superioridad aplastante de su adversario, superioridad que entonces toma alusiones místicas. El narrador será eternamente incapaz de matarlo, pero además tampoco debe hacerlo porque sería como destruir la otra mitad de sí mismo. A pesar de las tres confrontaciones entre el narrador y su adversario, el asesinato se quedará inconcluso, en una especie de impasse del autor-narrador-héroe, de todos ellos juntos que, como el pueblo quebequés, se hallan sumergidos en un combate ritualizado. De ahí que el lector también se quede en espera del “próximo episodio”.

Dice Anthony Purdy que Prochain épisode “es un texto difícil y frecuentemente frustrante”, y en cierto modo tiene razón: está lleno de metáforas y simbolismos que obligan al lector a un ejercicio que va más allá de la lectura por mero placer. Pero al mismo tiempo, creo que al conocer lo que se esconde detrás de estas metáforas, la lectura acaba siendo para el lector como descubrir los escondites y los pasadizos secretos de un laberinto paginado.

Para Aquin, la manifestación literaria más perfecta de las novelas teóricas del conocimiento es el Ulises de Joyce, cuyas interpretaciones han demostrado que “la proliferación de signos es una técnica de composición o, si se prefiere, una manera decorativa de presentar una historia”. En Prochain épisode, Aquin utiliza técnicas similares a las de Joyce (juego de perspectivas, presencia de muchos niveles de significación, alusiones literarias e históricas) para ilustrar las relaciones entre el proceso histórico y la creación artística, ambos asumiendo su sentido en la perspectiva de la realidad del Quebec contemporáneo.

Nada es casualidad en Aquin. Su novela está tejida en una compleja red de alusiones históricas y literarias que no sólo encarnan las ideas del autor, sino las ambigüedades y oposiciones que son la esencia misma de la novela. Así, gran parte de la novela se desarrolla en Suiza, y no está de más decir que ese país es un crisol lingüístico y cultural. Tampoco sobra decir que Suiza es un símbolo del exilio, lugar donde posteriormente se exiliará Aquin, y donde también se exiliaron Byron y Joyce. Luego está la serie de alusiones a César y los helvecios. El narrador descubre la “correlación sutil entre la historia de los helvecios y su propia historia”, lo cual a primera vista sugiere una relación analógica entre la situación de Quebec y la de las naciones conquistadas por César. Pero un segundo vistazo nos conduce al hecho de que los descendientes de las víctimas del emperador romano, los galos y los helvecios, representan una de las fuerzas colonizadoras contra las cuales Quebec busca afirmar su propia identidad, y, como señala Patricia Smart, “cuando se piensa en las implicaciones federalistas de la alusión a la historia helvética, uno se halla perdido en un laberinto de significados contradictorios”.

Por otro lado, los ecos literarios del texto evocan las identificaciones del autor, pero sobre todo las de su narrador revolucionario que se haya encerrado. En la novela hay alusiones a Balzac, siempre asociado con Ferragus, el personaje de su novela Histoire des Treize; a Byron, asociadas con la noche en la que escribió el poema narrativo El prisionero de Chillon; más adelante, Aquin alude también a Mazzini, Chernychevski y Bakunin, escritores al mismo tiempo que militantes exiliados y encarcelados. Todos esos héroes literarios e históricos tienen en común que, de una u otra forma, se relacionaron con el movimiento romántico del siglo diecinueve.

Quizás influenciado por Nabokov, a partir de la lectura de Pale Fire, cuya forma, según Aquin, “está constituida por diversas formas de relato: poema, ensayos, recuerdos, análisis filosóficos, etcétera”, la novela está escrita en una alternancia de estilos: poesía y prosa. Por un lado, observamos un lirismo puro, hasta sobrado, que traduce los principales temas de la novela (el encarcelamiento, el suicidio, la revolución) en una serie de metáforas y figuras retóricas relacionadas con la inmersión, la ascensión a las cimas y una letanía evocadora de espacios geográficos de los dos países donde se desarrolla la acción. También está presente la fuerte identificación de la mujer (K) con el país (Kebec). Pero por otro lado, paralelamente a este lirismo, el lector no puede pasar por alto los efectos de una prosa absoluta y neutra.

Esta oscilación entre estilos es fundamental para la forma que Hubert Aquin pretende darle a su novela: contradictoria y tramposa. Está escrita en trompe l’oeil. Además esto le permite distanciarse de su propio drama, subordinando el contenido a la búsqueda formal: “En ‘Prochain épisode’, aun cuando la haya escrito en condiciones particulares, me preocupó más la forma que el contenido, puesto que el mismo contenido podría haber encontrado otra forma”.

Todo esto nos conduce a los elementos barrocos del texto. El barroco literario apasionaba a Hubert Aquin (de hecho impartió cursos de ello en la Universidad de Quebec en Montreal). En el pensamiento de Umberto Eco descubre el concepto de apertura, esencialmente barroco, que compromete la participación del lector en la creación de sentidos múltiples. En sus novelas, Aquin retomó los principales rasgos barrocos, como los enigmas construidos por el artífice y la disimulación, el trompe-l’oeil, lo inacabado, la fluidez, la incertidumbre y los puntos de vista múltiples.

La misma forma como la novela está escrita es fascinante, pues nos obliga a los lectores a identificarnos con el desconcierto y la confusión del narrador. La oscilación entre estilos opuestos, entre alusiones históricas y literarias que se presentan como pistas desconcertantes hacen que uno como lector, al igual que el narrador, acabe sintiéndose extraviado.

No te pierdas la próxima y última entrega: "El terrorismo estilístico del autor y la contraestrategia de la traductora"

Referencias

Aquin, Hubert (1998c). “Littérature et aliénation”, en Blocs érratiques, Textes (1948-1977) rassemblés par René Lapierre, Québec: Éditions Typo

Paterson, Janet & Marilyn Randall (1993). Trou de mémoire, édition critique établie par Janet M. Paterson et Marilyn Randall, Montreal : Bibliothèque Québécoise

Purdy, Anthony (1990). A certain difficulty of being. Essays on the Quebec Novel, Montreal: McGill-Queen’s University Press

Smart, Patricia (1973). Hubert Aquin, agent double : la dialectique de l'art et du pays dans Prochain épisode et Trou de mémoire, Montreal : Université de Montréal

Creative Commons License
Hubert Aquin, el agente doble by Sandra Strikovsky is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 Unported License. Based on a work at www.scribd.com.

6 comentarios:

Aurore Dupin dijo...

Frivolidad anunciada:

Las Matroshkas me remiten a Matrioshki.

Ehm...

La escritura se presta a juegos de fractales Matroshkianos.

Aquin está en una dimensión de Hausdorff-Besicovitch; muy a la Joyce.

Ah, esas manos me han fascinado: el juego de espejo, tonos, bi-tridimensional; me encantó simular la posición -lástima que no tengo Marfan ni síndrome de Ehlers-Danlos, porque terminé con los tendones contracturados...justo como acaban los axones al leer Finnegans Wake.

Leer es un placer; pero como bien apunta mi querídisima Marichuy, hay niveles: no se puede comparar un estilo misionero Dan Brownesco con máscara de luchador, eyaculación precoz y duración radiofónica, a tirarse en El jardín perfumado a lo jeque Nefzawi.

Ehm. Mejor ya me voy.

Saludos bien volados.

Pablo Seguí dijo...

Muy interesante todo, Strika. Me vuelven a dar ganas de leer a este autor. Falta conseguir el texto.

Ando con una "Anthologie de la littérature québécoise", gracias a tus oficios. Me ponía a pensar en lo que nos une y todo lo que nos separa a países como Canadá y, por caso, Argentina, en esto de haber querido tener una literatura propia, de haber intentado formular y practicar cierta distancia, cierta idiosincrasia, en relación a las metrópolis respectivas. No se me ocurrió nada interesante, así que aquí la corto.

Saludos desde Córdoba.-

marichuy dijo...

Querida

Qué interesante, triste y admirable a la vez, que Hubert Aquin escribiera esta novela estando encerrado en una clínica para enfermos mentales. Me recordó es un poco la historia de "Noche estrellada”, el lienzo que Vincent Van Gogh pintó durante su estadía en el sanatorio de Saint-Rémy-de-Provence.

Me parece de lo más difícil, escribir alternadamente en verso y prosa dentro de una misma novela. Y me resulta aún más increíble, leer que él podía –durante la escritura de una historia que es como un reflejo de la suya propia- distanciarse de su drama personal. Qué complicado; aunque entiendo que ese proceso quizá le permitía encontrar cierto alivio, hacer catarsis.

En fin, como para leer esa novela-espejo.

Besos virtuales

Ps Y sigo sin entender el asunto de foto esa…

mario skan dijo...

Interesante Strika, un héroe literario desde donde se lo mire este muchacho Aquin ( su nombre me recuerdo a Herbert Quain, autor del Quijote )
La novela como una mamushka escrita por un loco que utiliza muchas técnicas para desarrollar su pensamiento político-revolucionario?
o el esteta total de las formas? quizá ninguna de las dos.
Otra asociación, Pynchon no suele meter versitos y canciones en su mamotretos?

Laberinto paginado me gustó esa frase.

saludos Strika

Koalbiter dijo...

Hola Strika:

Desde la perspectiva del encierro el escritor explora a su vez rincones del cerebro que generalmente tiene olvidado, me remonta a "Memorias de la casa muerta" de Dostoievski, creo precisamente que es una catarsis.

Saludos.

Sandra Strikovsky (Strika) dijo...

Aurore: Ja, ja. Yo también terminé toda torcida cuando intenté imitar las manos de Escher. Y en cuanto a la lectura, claro que hay niveles, no sólo de libros, sino de lectores. Besos

Tamarit: Pues ya subí la traducción de los primeros dos capítulos de la novela. Pero quizá consigues el texto en la Alianza. En la mediateca de aquí sí estaba una de sus novelas. ASí lo conocí.

Marichuy, querida: Es un autor muy intenso, probablemente igual de intenso que Van Gogh a quien mencionas. Y como dices, aunque es triste, es muy interesante y admirable a la vez. Creo son pocos los que logran ese desprendimiento de sí mismos.

Mario: Herbert Quain, ja, ja. No lo había pensado, pero sí suena igual. Y no he leído a Pynchon, así que no sé. Gracias por pasar.

Hugo: Además siempre he pensado que el encierro, la limitación y la restricción en general fomentan la creatividad. Claro que hay grados de encierro y estar en un instituto psiquiátrico también debe de ser bastante aterrador como para que todos logren encontrar esa chispa de creatividad...

Saludos a todos y gracias por pasar.
Strika