sábado, 25 de abril de 2009

La enfermedad y sus metáforas (I)

El día de ayer los mexicanos nos despertamos con la sensación de haber entrado en una pesadilla: una de las ciudades más grandes de la orbe de pronto se vio amenazada por un virus desconocido, altamente contagioso y que puede causar la muerte. Se habla de unas 70 muertes hasta ahora y un millar de casos de infección en la capital, pero también en otros estados de la República. Ayer empezaron a reportarse algunos casos en Estados Unidos y la Organización Mundial de la Salud está muy preocupada por la aparición de este virus de la gripe porcina que parece tener un potencial pandémico.

En el D.F. se suspendieron las clases en todas las escuelas, desde maternal hasta universidad. Anoche se cancelaron conciertos y otros actos masivos, y un gran porcentaje de bares, discotecas y restaurantes cerraron sus puertas. La gente, después de haberse terminado la producción de tapabocas, vitaminas y medicamentos, se quedó encerrada en su casa con miedo. Creo que está bien ser prudentes para no permitir que la epidemia se extienda. Claro, yo la tengo fácil pues trabajo en casa y no tengo que salir mucho a la calle. Pero creo que no hay que entrar en pánico. Quizás es un buen momento para reflexionar acerca de nuestras reacciones con respecto a las epidemias y las enfermedades. Así que aprovecho la ocasión para reproducir aquí un apartado más de mi tesis de maestría que, me parece, viene muy a cuento.

La enfermedad y sus metáforas

El título de esta entrada hace alusión a la obra de la escritora estadounidense, Susan Sontag, quien escribió dos libros imprescindibles sobre la “metaforización” de la enfermedad no sólo en la literatura sino también en la conciencia colectiva de la sociedad occidental. El primer libro, La enfermedad y sus metáforas, lo escribió en 1978, motivada por su propia experiencia con el cáncer de mama. Diez años después, escribiría El sida y sus metáforas. Si bien su trabajo ha sido muy criticado por su creencia de que las asociaciones metafóricas pueden y deben eliminarse de la enfermedad, Sontag fue una de las primeras críticas modernas en señalar de manera convincente que la enfermedad adquiere significado mediante el uso de la metáfora. Su entendimiento de la metáfora no es sólo como una figura retórica, sino también, y sobre todo, como un mecanismo epistemológico significativo, mediante el cual comprendemos el mundo.

Sontag señala que las fantasías inspiradas por la tuberculosis en el siglo xix, y por el cáncer en el siglo xx, son reacciones ante enfermedades consideradas intratables y caprichosas (incomprendidas) precisamente en una época en que la premisa básica de la medicina es que todas las enfermedades pueden curarse. Las enfermedades de este tipo son, por definición, misteriosas. “Aunque la mixtificación de una enfermedad siempre tiene lugar en un marco de esperanzas renovadas, la enfermedad en sí (ayer la tuberculosis, hoy el cáncer) infunde un terror totalmente pasado de moda. Basta ver una enfermedad cualquiera como un misterio, y temerla intensamente, para que se vuelva moralmente, si no literalmente, contagiosa”

La enfermedad ha sido una de las metáforas más recurrentes a lo largo de la historia de la literatura occidental. Ésta aparece como una señal de poder divino o providencia, como un castigo sobrenatural o una posesión demoníaca (tanto en los textos bíblicos como en la Ilíada y la Odisea); la enfermedad o epidemia como la prueba de la fibra moral del individuo y la sociedad (La peste de Camus, 1947); la enfermedad como una metáfora común para la decadencia moral o social (Fantasmas de Ibsen, 1881); como una visión de desastre social colectivo; como una señal de imposibilidad del individuo para escapar de un destino; un catalizador para genios artísticos o intelectuales y una señal de curiosidad o superioridad emocional, intelectual o moral (La cabaña del tío Tom de Beecher Stowe, 1852 y Largo viaje hacia la noche de O’Neill, 1956); como medio de redención para los caídos o los marginados (La dama de las Camelias de Dumas, 1848); como un medio de realzar la conciencia de la muerte, evocando cuestiones de moralidad y complejidad de la vida (Los muertos de Joyce, 1914); y como un extraño, una fuerza incomprensible que penetra la vida humana y la destruye (Pabellón de cáncer de Solzhenitsyn, 1968). La novela gótica que emergió en la era romántica (abarcando de finales de siglo xviii a los años 30 del s. xix) retrató lo temible de la naturaleza implícito en la humanidad, representando a los padecimientos y a los síntomas corporales de la enfermedad o decadencia física como demonios malévolos y monstruos que evocaban horror y simbolizaban el sufrimiento o la maldad interior de los personajes.

De acuerdo con Sontag, cualquier enfermedad importante cuyos orígenes sean oscuros y su tratamiento ineficaz tiende a hundirse en significados. En un principio se le asignan los horrores más hondos (la corrupción, la putrefacción, la polución, la anomia, la debilidad). Luego, en nombre de ella (es decir, usándola como metáfora) se atribuye ese horror a otras cosas, la enfermedad se adjetiva. Se dice que algo es enfermizo --para decir que es repugnante o feo. En francés se dice que una fachada decrépita está lépreuse. Y es que, como señala Deborah Lupton, hay una relación reflexiva entre el discurso metafórico aplicado a la enfermedad y la misma enfermedad: “así como se usan otros conceptos o cosas para describir la enfermedad, la enfermedad se usa como una metáfora”. Dichas representaciones metafóricas no son políticamente neutras, ya que de hecho, las metáforas se usan comúnmente en luchas ideológicas alrededor de un sitio de significado en pugna, una estrategia lingüística usada para persuadir la aceptación de un significado sobre otro. “La metáfora trabaja para ‘naturalizar’ lo social, volviendo obvio lo que es problemático. Por ejemplo, las metáforas de la enfermedad por lo común se usan para describir el desorden, caos o corrupción, como cuando se describe al comunismo como ‘un cáncer de la sociedad’, o cuando se describe a un asesino psicópata como un ‘enfermo’”.

Es frecuente identificar el desorden social como una enfermedad. Según Susan Sontag, “se proyecta sobre la enfermedad lo que uno piensa sobre el mal. Y se proyecta a su vez la enfermedad (así enriquecida en su significado), sobre el mundo.” Así, por ejemplo, el Diccionario de Uso del Español de María Moliner define cáncer, en su tercera acepción como “mal moral que progresa en la sociedad sin que se le pueda poner remedio”; y el Diccionario de la Real Academia, en su cuarta acepción, como “proliferación en el seno de un grupo social de situaciones o hechos destructivos”. Otro ejemplo es la palabra apestar que originalmente significaba contagiar o contraer la peste bubónica, y que ahora tiene adicionalmente otros significados con connotaciones negativas (corromper, viciar, fastidiar y oler muy mal).

Durante los últimos dos siglos las enfermedades que, según Sontag, más se han usado como metáforas del mal han sido la sífilis, la tuberculosis y el cáncer --las tres, enfermedades supuestamente individuales. Actualmente ya hay evidencias, como observan los lingüistas australianos Keith Allan y Kate Burridge, de que la palabra sida se está extendiendo en un uso metafórico, de un modo muy similar como sucedió con lepra. “Una población consciente del medio ambiente llama al fenómeno de degradación de tierra en Australia (específicamente, la erosión del suelo y la salinización causada por irrigación después de la deforestación) como sida de la tierra (AIDS of the earth); la misma metáfora se usa en Estados Unidos”. En Francia, los especialistas en informática han hablado del problema del sida informático (le sida informatique) reforzando el sentido de omnipresencia del virus. En español también se habla del sida mental en contextos de discusión filosófica e ideológica, entendiendo la expresión como una “enfermedad del espíritu”.

El uso de la metáfora no se reduce a los discursos populares; es muy frecuente también en los discursos médicos y científicos, de donde probablemente surge. Una de las metáforas más recurrentes en el discurso moderno de la enfermedad es la de la guerra. Según Susan Sontag, “no hay médico, ni paciente atento, que no sea versado en esta terminología militar, o que por lo menos no la conozca. Las células cancerosas no se multiplican y basta: ‘invaden’. Como dice cierto manual, ‘los tumores malignos, aun cuando crecen lentamente, invaden’. A partir del tumor original, las células cancerosas ‘colonizan’ zonas remotas del cuerpo, empezando por implantar diminutivas avanzadas (‘micro-metástasis’) cuya existencia es puramente teórica, pues no se pueden detectar”. La enfermedad ya no es concebida predominantemente como una evocación del mal causada por la ira de Dios, sino como un invasor microscópico, que pretende entrar al cuerpo y causar problemas. Esta metáfora predomina en el lenguaje del sistema inmune y, por tanto, también en el del sida.

El problema de las metáforas militares es que contribuyen a estigmatizar ciertas enfermedades y, por ende, a quienes están enfermos. Como advierte Lupton, “el modo discursivo en que se describen los sistemas inmunes ‘deficientes’ de aquellos que tienen un sistema autoinmune o una enfermedad de inmunodeficiencia (como lupus o VIH/sida) se vuelve emblemático de sus deficiencias morales atribuidas. Las personas cuyos sistemas inmunes son ‘inferiores’ se vuelven miembros de una nueva subclase estigmatizada y victimizada”.

Las representaciones lingüísticas y visuales de la medicina, enfermedad y el cuerpo en la cultura popular y de élite y en los textos médico-científicos tienen mucha influencia en la construcción tanto de los conocimientos legos como médicos, así como de las experiencias de estos fenómenos. Los sistemas metafóricos que describen la enfermedad y el cuerpo son decisiones lingüísticas importantes que revelan ansiedades sociales más profundas sobre el control y la salud del cuerpo político así como del cuerpo físico. Asimismo, las representaciones iconográficas del cuerpo enfermo son inherentemente políticas, buscando categorizar y controlar la desviación, valorizar la normalidad y promover la medicina como maravillosa y siempre en progreso. Los modos comunes de conceptualizar la enfermedad o la amenaza de enfermedad suele incorporar imaginería asociada con la guerra, el miedo, la violencia, el heroísmo, la religión, la xenofobia, la contaminación, los roles de género, infamación y control. Como señala Lupton, hacer conciencia sobre esos significados latentes como se expresa en los textos de élite, científicos y populares es vital para los académicos y estudiantes en humanidades y ciencias sociales que están interesados en la medicina como cultura, y proporcionar la base de esfuerzos de parte de los activistas culturales para resistir o subvertir las representaciones estigmatizadoras.

Continuará...


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Esta entrada está adaptada de un fragmento de un capítulo de mi tesis de maestría.

8 comentarios:

marichuy dijo...

Querida Strika

Soy algo -o mucho- insensata; a mi me da más miedo el ver a tanta gente a un paso de la psicosis. Hoy tuve que salir y me tocó ver cada actitud, que de pronto me sentí como en uno de esos filmes hollywoodenses, donde el gobierno manipula algún virus con oscuros fine. O peor aún, en ese de "Epidemic" de Lars Von Trier. Si la influenza no me da tanto miedo, ver este tipo de actitudes, si que me lo da.

Y después de leer tu estupenda entrada, ya no sé que pensar. Este párrafo, en especial, me dejó preocupada:

"Los modos comunes de conceptualizar la enfermedad o la amenaza de enfermedad suele incorporar imaginería asociada con la guerra, el miedo, la violencia, el heroísmo, la religión, la xenofobia, la contaminación, los roles de género, infamación y control."

La manipulación de la sociedad, a través del miedo -genuino e infundado- y sobre todo, la ignorancia, es quizá a lo que más temo.

En fin, creo que ya me estoy poniendo paranoica.

Un beso

BLUEKITTY dijo...

Al parecer están en estado de histeria como acá en Argentina desde hace bastantes semanas con el tema del mosquito del dengue.

Más allá de lo que implica el miedo a una enfermedad, el problema comienza cuando se logra utilizar este miendo como elemento para paralizar a la gente. Hasta tal vez distraerla. Acá los medios y vaya a saberse qué grupos escondidos y con qué intereses, han jugado bastante con el miedo de la gente. Han manipulado a todos y han logrado llevar la atención de la gente hacia otro lado y temas importantes fueron reemplazados por lo urgente como suele ocurrir. Y también como suele ocurrir la ignorancia es la causa de muchos miedos. Cuidense de los medios amarrillistas y sus estadísticas y de lo que informan a la gente porque muchas veces son ellos los que ayudan a desinformar.

Y con respecto a lo de las metáforas, como vos decís, tener cuidado con esta nueva forma de discriminación y/o estigmas, no olvidarnos que las palabras cargan mucho en ellas mismas.

Saluditos

Miroslav Panciutti dijo...

Las metáforas son recursos potentísimos de la expresión y, justamente por ello, muy peligrosos cuando no se sabe (o se olvida) entenderlos cómo lo que son y se los lleva más allá. Eso es algo que se hace constantemente, a lo mejor porque los humanos no somos capaces de entender sino por comparaciones y analogías, aunque yo creo que es más porque no nos exigimos el rigor mental necesario, somos vagos. Ante situaciones como la que parece que estáis viviendo en México, la metáfora puede resultar, efectivamente, más dañina que beneficiosa. Un beso.

Ojaral dijo...

Qué bárbaro, Strika! Esta entrada se merece algo más que un blog. Pensé en varias cosas. La principal es en el uso de la enfermedad como metáfora. Así se la usó en Argentina durante el genocidio. El cáncer de la subversión y su metástasis estuvieron de moda. Los cirujanos que nos tocaron, dejaron una estela sangrienta extirpando tumores.
Saludos!

iL Hell Dogma dijo...

Que interesante informacion, esto deberian difundir los medios nacionales y no el panico-morbo que los caracteriza.

Saludos, gracias por la info.

Sandra Strikovsky (Strika) dijo...

Querida Marichuy: Así es, yo también temo más que nada a los virus de la ignorancia y del miedo.

Blue: Tampoco hay que caer en teorías de la conspiración. Creo que al menos en México el virus es real y estamos en una situación de emergencia. Pero como bien dices el problema es que estas situaciones suelen paralizar a la gente (el miedo nos paraliza) y eso no puede traer nada bueno.

Miros: "a lo mejor porque los humanos no somos capaces de entender sino por comparaciones y analogías". Según la lingüística congnitiva es justamente eso. Sólo podemos pensar y concebir ideas a partir de otras ideas. Por eso Sontag recibió tantas críticas, porque hay quienes señalan que no podemos eliminar esas metáforas. Sin embargo, como tú, creo que al menos podemos hacer conciencia de las que son peligrosas. Un beso

Ojaral: ¡Gracias! En realidad este par de entradas son fragmentos de mi tesis de maestría y pensé que se merecían más que estar en un estante de la biblioteca donde no sé si alguien las lea. ;)

Il Hell Dogma: Gracias a ti por pasar y tus comentarios. En realidad lo mío es una reflexión sobre otras enfermedades. Pero sí, definitivamente en días de pánico debe haber un poquito más de reflexión...

mario skan dijo...

Acá en Argentina aparece el Dengue justo en el momento de las elecciones para renovar la cámara alta y baja del congreso. A pesar de que siempre estuvo ahí, la enfermedad, ahora parece ser que avanza a pasos agigantados . Chagas, dengue, llamadas el mal de la pobreza, cobra interés para la opinión pública con fines políticos.


Lo que cuentas acerca de la paranoia que se vive en el DF con el cierre de todas las instituciones me recordó a la pelicula Ceguera, basada en la novela de Saramago, salvo que ésta era más cruda y delirante

A las enfermedades se les atribuye las cosas más terribles aunque no sepan nada sobre ellas, para quedarse tranquilos, lo mejor es el encierro.


COmo siempre Strika, este artículo estás más que genial.

saludos

Fritania de las dos Cejas dijo...

¡Buenísima tu tesis! Leí "La Enfermedad y sus metáforas" hace años, quizá muy joven para comprenderla del todo. Leer tu tesis me puso la cabeza a girar, gracias.

Te dejo mi tesis por si algún dia tienes tiempo, me dices que opinas :)
Mas relacionada con el trabajo de Foucault

Fritania de las dos Cejas

www.uiah.fi/gso/metaphorical_clock