miércoles, 15 de octubre de 2008

Superstición, tabú y enfermedad

El miedo y la superstición han estado vinculados a la enfermedad desde tiempos muy remotos. El hecho de que hubiera pocos remedios eficaces y de que los primeros tratamientos fueran tan terribles contribuía a profundizar el pavor de la población. Los médicos conocían muy poco sobre fisiología y no tenían ninguno de los instrumentos sofisticados que hoy en día existen. Fue relativamente hace poco que desapareció el misterio alrededor de la etiología del la enfermedad. En otras épocas, los padecimientos del cuerpo eran vistos como algo oscuro, incomprensible y sobrenatural. Las explicaciones de la enfermedad se buscaban en la obra de espíritus maléficos o en la ira de los dioses que castigaban a la gente por sus pecados. Las epidemias, por su parte, eran consideradas como escarmientos por los errores cometidos por comunidades enteras. Un término que refleja estas ideas y que en la lengua española se sigue usando como sinónimo de enfermedad es la palabra mal.

En la Antigüedad y en la Edad Media, los nombres de las enfermedades encarnaban toda esa superchería y mitología. La superstición asociada a la enfermedad, extremadamente primitiva en naturaleza, era tan grande que la simple pronunciación de su nombre podía convocarla. De ahí que las enfermedades más temidas se rigieran por varios nombres diferentes. Un ejemplo importante es el caso de la epilepsia que durante siglos fue considerada una enfermedad diabólica, cuyos afectados, en la imaginación popular, estaban poseídos por el demonio o por espíritus maléficos. Algunas de las denominaciones que este padecimiento recibió son: enfermedad de la luna, mal lunar o lunático (porque se creía que la luna llena controlaba la enfermedad), mal de la infamia o de la deshonra, morbo comicial (porque si durante los comicios romanos alguno de los presentes sufría un ataque epiléptico, éstos debían suspenderse ya que se interpretaba como un mal presagio), mal de Hércules (por los ataques de locura atribuidos al héroe mitológico), enfermedad de San Lupo (porque se pensaba que ese santo castigó con la epilepsia a un obispo que pecó de envidia), enfermedad de San Valentín (patrón de los epilépticos en la Edad Media), gota caduca o coral (porque se creía que era una gota que caía sobre el corazón), enfermedad negra y mal de corazón.

Muchas de las enfermedades más terribles recibían denominaciones favorables, a veces hasta reverenciales, con el fin de aplacar los poderes maléficos que las causaban. El nombre Baile de San Vito para la corea, por ejemplo, data del periodo medieval en que el culto a los santos creció considerablemente. Durante esa época, invocar a los santos era una práctica común y, aunque hoy nos parezca extraño, sus nombres aparecían en las denominaciones de una gran variedad de enfermedades, generalmente las más horribles. El Baile de San Vito fue una epidemia de proporciones considerables. Conocida también como la manía danzante, fue una especie de histeria colectiva que se extendió por toda la Europa medieval. Miles de personas salían a las calles en una especie de trance, contorsionándose incontrolablemente y algunas veces echando espuma por la boca, como si estuvieran poseídas por el demonio. La etiqueta de Baile de San Vito sugiere una especie de fiesta alegre y omite el sufrimiento que acompañaba este terrible trastorno neurológico.

Pieter Brueghel el Viejo. La manía danzante

Otros ejemplos de enfermedades medievales con denominaciones alusivas a la religión y la superstición son el mal del rey (king’s evil) para la escrófula --una enfermedad de la que se pensaba que el rey podía curar con sus manos por estar investido con el poder de Dios sobre la Tierra--, y Fuego de San Antonio para la erisipela. El Fuego de San Antonio se refería a otra epidemia que hizo estragos durante la Edad Media, matando y deformando en gran escala. El terror que rodeaba esta enfermedad era tan grande que se ocultó tras un montón de nombres de santos diferentes: San Adrián, San Cristóbal, San Valentín, San Egidio, San Roque, entre otros. La gente también recurría a San Cristóbal para protegerse de la peste y de la epilepsia. San Blas se ocupaba de los problemas de garganta, San Lorenzo de los dolores de espalda, Santa Apolonia de los dientes y Santa Margarita de Antioquia cuidaba a las mujeres embarazadas. En total, unos 130 santos eran invocados como protectores de los enfermos.

Sin embargo, esta práctica eufemística de usar nombres de santos para denominar las enfermedades resultó un chasco. Las enfermedades se asociaron tanto con los nombres de los santos que éstos mismos empezaron a ser considerados, ya no como protectores de los fieles, sino como tiranos iracundos a los que había que temer por ser los responsables del contagio. En la imaginación de los enfermos de herpes zóster, San Antonio se abastecía de fuego en sus ampollas ardientes. Aunado al horror de la Iglesia, este cambio en perspectiva inspiró un regreso dramático al culto pagano. En consecuencia, la Iglesia volvió tabú el culto de los santos y la práctica despareció considerablemente. Este es un ejemplo impresionante del sendero peyorativo que los eufemismos suelen tomar. Las palabras y los nombres que se usan para atenuar u ocultar cosas desagradables tarde o temprano terminan por contaminarse de la connotación negativa que se les atribuye.

Nota: Esta entrada está adaptada de un fragmento de mi tesis de maestría.

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13 comentarios:

BLUEKITTY dijo...

Nunca entendí la verdad, por qué se asocia a la luna con la locura. Sería interesante si tratases ese tema. Saluditos y súper interesante como siempre.

Caminante dijo...

Esta entrada me recordó 2 cosas, la primera que la depresión era conocida como enfermedad de la melancolía (la neta ese nombre esta bien bonito).

Y la otra cosa de la que me acorde es de como San Judas Tadeo se convirtió en el santo de las causas difíciles.

marichuy dijo...

Strika

Los Santos se convirtieron no en ayudantes de los enfermos, sino de la enfermedad; o por lo menos en quienes simbólicamente la representaban. Terrible para la Iglesia y sus fines; con razón lo prohibieron. Es curioso, como dice CAMINATA, que la "bilis negra", "enfermedad de la melancolía", no aparezca en esta lista de "males". Otra idea que también a mi me queda, es relativa al origen del status como "Santo Patrono de los casos difíciles" de San Judas Tadeo. Quizá se deba a que, al parecer -no lo sé-, él no estaba asociado a ninguno de esos males.

Y otra vez, la ignorancia y los prejuicios, mi estimada Strika, en la base de todo.

Un beso, estupenda entrada.

El Diablo Des. dijo...

Después cambiamos los nombres para que adoptaran los de sus descubridores, explicadores o curadores. Ahora les llamamos por lo que nos hacen o lo que hacen.
¿Qué seguirá?

La Guera Rodríguez dijo...

Y a todo esto, los Santos sirven para algo? o solo han sido usados como paliativo a los pesares que han aquejado a la humanidad?

Me encanta venir a aprender tantas cosas por aqui...=)

Ojaral dijo...

una maravilla esta entrada, Strika. Me apasiona esa arqueología de las palabras, y el recorrido por el mundo fantástico del imaginario medieval. Me sumo a los que piden una edición de esa tesis.
Saludos.

Enrique dijo...

El nombre que siempre me ha impresionado y hasta causado temor es La Muerte Negra, como llamaban en el siglo XIV a la peste bubónica.
Y creo que con justa razón le pusieron ese nombre, por la cantidad de personas que murieron a causa de esta enfermedad.
La Muerte Negra ha sido citada en infinidad de textos y hasta películas (entre ellas Nosferatu).
Saludos Strika

Miroslav Panciutti dijo...

Muy interesante este post; leyéndolo te dan ganas de ponerte a rastrear en las relaciones entre lenguaje y morbos. Acabo de descubrir tu blog y me parece muy atractivo; con tu permiso, voy a deambular un rato por sus páginas.

mario skan dijo...

Será por estas razones que se considera a la Edad media como "oscura", por la superchería.
Siempre muy interesente.
saludos

Daniel Molina dijo...

Mi abuelita dice que las enfermedades entran por los pies, los que creen saber de vibras dicen que entran por el alma, y la ciencia dice que siempre están ahí, latentes. De las tres la última me parece la más poética, y la más cierta.

A mi me sigue dando miedo caer en cama.

Linda tesis :)

Daniel Molina dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Sandra Strikovsky (Strika) dijo...

Bluekitty: Creo que en la Antigüedad se creía que así como las fases lunares ejercen influencia en algunos fenómenos naturales como la marea, también se creía que podía tener efectos negativos en las personas. Así, por ejemplo, en las leyendas licantrópicas los hombres se transforman en lobos salvajes precisamente en la fase de la luna llena.

Caminante y Marichuy: Yo también me pregunto qué es eso de las "causas difíciles". ¿Será todo aquel mal que no podemos clasificar? Por otro lado, la melancolía (a mí también me gusta el nombre) no aparece en esta lista porque su nombre no hace alusión a nada religioso ni santo alguno.

Diablo Des: Quizá lo que siga es ponerle el nombre de la marca de medicamento que la cure. Digo, en esta época de marketing todo es posible...

Güera: Creo como tú que los santos sólo sirven de paliativo para los males que aquejan a la humanidad. Pero pues son puro placebo.

Ojaral: Gracias por tu comentario y gracias por el interés en mi tesis. Insisto en que no sé qué tan interesante sea la lectura de todo el texto, pero ya estoy estudiando la forma de hacer mi propia edición virtual. Ya les avisaré.

Enrique: Es que en la Edad Media las epidemias sí eran de terror. Uno lee estas cosas y desde nuestra perspectiva de "hombres modernos" lo vemos como actitudes retrógradas, pero yo si me pongo a pensar que en una época en la que no había muchos conocimientos científicos un ataque de epilepsia o de "manía danzante" podía ser terrorífico. Y en cuanto a la peste bubónica, como dices, mató miles y miles de personas. Claro que tiene lógica que en la imaginería popular se le representara como la Muerte personificada.

Miroslav: Gracias por pasar y por tus palabras. Te debo una respuesta a los comentarios que dejaste en otras entradas. Al rato que tenga un tiempito.

Mariano: Sí que fue oscuro el periodo medieval. Gracias por leer.

Daniel: Paradójicamente la explicación científica es la más poética. Quién lo iba a decir. En cuanto al miedo a la enfermedad, yo creo que sigue siendo (y quizá más que antes) el más profundo que tenemos los seres humanos. Mucha gente teme más a la enfermedad que a la muerte.

Gracias a todos por pasar y tomarse el tiempo de comentar.
Saludos,
Strika

B West dijo...

Mis abuelos siempre dicen MAL en vez de epilepsia, saben perfectamente que así se llama la enfermedad, pero prefieren llamarle MAL abriendo mucho los ojos y levantando la ceja, no entendía porque hacían eso, ahora lo tengo más claro.