Lo de la "Caperucita encarnada" que mencioné en la entrada pasada, me hizo recordar que alguna vez leí una versión políticamente correcta de la Caperucita roja. Quizás algunos de ustedes ya la conocen, pero pensé que es un texto digno de estar en Tripodología Felina.
James Finn Garner. Cuentos infantiles políticamente correctos, Circe Ediciones, Barcelona, 1995
Caperucita Roja / James Finn Garner
Érase una vez una persona de corta edad llamada Caperucita Roja que vivía con su madre en la linde de un bosque. Un día, su madre le pidió que llevase una cesta con fruta fresca y agua mineral a casa de su abuela, pero no porque lo considerara una labor propia de mujeres, atención, sino porque ello representaba un acto generoso que contribuía a afianzar la sensación de comunidad. Además, su abuela no estaba enferma; antes bien, gozaba de completa salud física y mental y era perfectamente capaz de cuidar de sí misma como persona adulta y madura que era.
Así, Caperucita Roja cogió su cesta y emprendió el camino a través del bosque. Muchas personas creían que el bosque era un lugar siniestro y peligroso, por lo que jamás se aventuraban en él. Caperucita Roja, por el contrario, poseía la suficiente confianza en su incipiente sexualidad como para evitar verse intimidada por una imaginería tan obviamente freudiana.
De camino a casa de su abuela, Caperucita Roja se vio abordada por un lobo que le preguntó qué llevaba en la cesta.
-Un saludable tentempié para mi abuela quien, sin duda alguna, es perfectamente capaz de cuidar de sí misma como persona adulta y madura que es -respondió.
-No sé si sabes, querida -dijo el lobo-, que es peligroso para una niña pequeña recorrer sola estos bosques.
Respondió Caperucita:
-Encuentro esa observación sexista y en extremo insultante, pero haré caso omiso de ella debido a tu tradicional condición de proscrito social y a la perspectiva existencial -en tu caso propia y globalmente válida- que la angustia que tal condición te produce te ha llevado a desarrollar. Y ahora, si me perdonas, debo continuar mi camino.
Caperucita Roja enfiló nuevamente el sendero. Pero el lobo, liberado por su condición de segregado social de esa esclava dependencia del pensamiento lineal tan propia de Occidente, conocía una ruta más rápida para llegar a casa de la abuela. Tras irrumpir bruscamente en ella, devoró a la anciana, adoptando con ello una línea de conducta completamente válida para cualquier carnívoro. A continuación, inmune a las rígidas nociones tradicionales de lo masculino y lo femenino, se puso el camisón de la abuela y se acurrucó en el lecho.
Caperucita Roja entró en la cabaña y dijo:
-Abuela, te he traído algunas chucherías bajas en calorías y en sodio en reconocimiento a tu papel de sabia y generosa matriarca.
-Acércate más, criatura, para que pueda verte -dijo suavemente el lobo desde el lecho.
-¡Oh! -repuso Caperucita-. Había olvidado que visualmente eres tan limitada como un topo. Pero, abuela, ¡qué ojos tan grandes tienes!
-Han visto mucho y han perdonado mucho, querida.
-Y, abuela, ¡qué nariz tan grande tienes!... relativamente hablando, claro está, y a su modo indudablemente atractiva.
-Ha olido mucho y ha perdonado mucho, querida.
-Y... ¡abuela, qué dientes tan grandes tienes!
Respondió el lobo:
-Soy feliz de ser quién soy y lo qué soy -y, saltando de la cama, aferró a Caperucita Roja con sus garras, dispuesto a devorarla.
Caperucita gritó; no como resultado de la aparente tendencia del lobo hacia el travestismo, sino por la deliberada invasión que había realizado de su espacio personal.
Sus gritos llegaron a oídos de un operario de la industria maderera (o técnico en combustibles vegetales, como él mismo prefería considerarse) que pasaba por allí. Al entrar en la cabaña, advirtió el revuelo y trató de intervenir. Pero apenas había alzado su hacha cuando tanto el lobo como Caperucita Roja se detuvieron simultáneamente.
-¿Puede saberse con exactitud qué cree usted que está haciendo? -inquirió Caperucita.
El operario maderero parpadeó e intentó responder, pero las palabras no acudían a sus labios.
-¡Se cree acaso que puede irrumpir aquí como un Neandertalense cualquiera y delegar su capacidad de reflexión en el arma que lleva consigo! -prosiguió Caperucita-. ¡Sexista! ¡Racista! ¿Cómo se atreve a dar por hecho que las mujeres y los lobos no son capaces de resolver sus propias diferencias sin la ayuda de un hombre?
Al oír el apasionado discurso de Caperucita, la abuela saltó de la panza del lobo, arrebató el hacha al operario maderero y le cortó la cabeza. Concluida la odisea, Caperucita, la abuela y el lobo creyeron experimentar cierta afinidad en sus objetivos, decidieron instaurar una forma alternativa de comunidad basada en la cooperación y el respeto mutuos y, juntos, vivieron felices en los bosques para siempre.
[Traducido del inglés por Gian Castelli Gair]
James Finn Garner. Cuentos infantiles políticamente correctos, Circe Ediciones, Barcelona, 1995
20 comentarios:
Pero, ¿acaso son políticamente correctos los modelos sexuales (incesto, zoofilia) que esta versión obviamente insinúa que los de la de Perrault? Ay, señor. Un beso.
"Abuela, te he traído algunas chucherías bajas en calorías y en sodio"
Strika querida
Jaja, me has hecho reír tanto, ahorita que estoy en ayunas.
Ay querida, harta pena de confesar que soy medio contreras y que ciertas expresiones del feminismo a ultranza, me dan un poquito de huevita.
Así que yo prefiero la versión políticamente incorrecta... como yo, jeje
Un beso correctísimo
Strika
Por cierto querida, en tu entrada anterior, la denominación española de "caperucita encarnada", me remitió a lo religioso; me recordó un colegio de monjas llamado algo así como "Las hijas del verbo encarnado"
Un beso
Esta versión es demasiado intelectual desde el punto de vista en que los personajes le dan clarito a la lata como dios manda, parece un grupo de discusión de cualquier índole. La profilaxis de las palabras, caramba.
Ahora bien, la otra versión, la patética y didáctica tiene lo suyo.
Prefiero ésta.
Los cuentos infantiles clásicos me dan piel de gallina. Pensar que generaciones se criaron escuchando esas cosas.
Un abrazo, Strika.
No me cuentes de Lost.
:)
muy interesante, curioso que a caperucita le pongan el estereotipo de feminista/sexista/fundamentalista cuando su estereotipo es mas tirado a lo erotico, de hecho hay un chiste muy bueno de Polo Polo que lo titula: Capirujita Roja y el Lobo Precoz.
No entendí el porqué del título. Más allá de eso, versión interesante para leer jajajajajja
saluditos.
Me ha gustado mucho esta version...jeje
aunque hay otra por la red con tintes mas perversos...jaja
Marichuy..que crees?...no es por nada pero yo mera estuve en el colegio de esas monjas que dices y que goza de gran prestigio en mi ciudad... =)
Y en lugar de color encarnado, lo representan como color guinda y ese color lo alucino!! tantos años luciendo ese color, no manches!..jeje me hiciste recordar mil cosas.
Saludos!
Diana
Jajjaa!! Buenísimo el chiste este! Si hay algo que me gusta son los cuentos que espantan a la progresía bienpensante. Es como la reducción al absurdo de un discurso insostenible en la realidad.
Saludos!
Hola Strika
Recuerdo que hace poco más de un año cuando publiqué mi post de la caperucita, me recomendaste esta versión.
Aún así disfruté mucho tu post.
Te mando un abrazo.
Aún habría que quitar la crueldad hacia la raza animal de este sanginario cuento. Pobrecito lobo.
¡Sexista! ¡Racista!
Ay que risa....
besos extremistas
A.
Buenísimo, estamos en la misma onda.
Un saludo.
Hay otro libro que se llama
"Cuentos en verso para niños perversos" Rold Dahl Ed Altea
que también es muy divertido,
a los niños les encanta, pues explorar su lado perverso
que los adultos censuramos.
Pobre operario, si le hubieran dicho que iba a resultar así, mejor no entraba. En todo caso ahora entiendo cuando ponen carteles o banderas, que siempre me parecieron redundantes: reunión feminista, grupo antiracista, etc. En todo caso imagino que al menos habrá habido un afiche de valerie solanas en casa de abuelita pero el boludo del operario no lo vio. Pobre... y si era sindicalista y se dejó llevar por una reacción cuasi instintiva producto de siglos y siglos de relacionamiento hombre + lobo + armas? quizá hubiera sido más correcto educarlo. Saludso
No hay nada qué hacer, igual te pueden "matar" (literal y figurativamente) con palabras PC.
Gracias por la historia y las risas provocadas... ¿Hay más...?
Hola Strika
Según el libro Así Habla la Delincuencia, la denominación "Caperucita Encarnada" se utiliza como sinónimo de un condón en los barrios bajos.
Hola Strika
Leyendo el cuento recordé la existencia de un libro que se llama Psicoanalisis de los cuentos de hadas de un tal Bruno Bettelheim, no estoy muy seguro del contenido, igual y no tiene nada que ver, pero esto me hizo recordar.
Saludos
Bruno Bettelheim aboga por los textos complejos en los que aparezcan tanto el bien como el mal para que los niños donde puedan sublimar sus impulsos negativos. De hecho los cuentos para hadas no eran lo rosa que hoy conocemos.
¡Hola a todos!
Perdonen por tener abandonado este espacio pero he estado muy complicada con trabajo. Como siempre, gracias por sus comentarios.
Miroslav: Es que siempre he dicho que lo políticamente correcto termina siendo más incorrecto. Aquí se puede ver claramente. Un beso
Marichuy, querida: Pues yo no soy feminista, de hecho me caen mal las feministas. Creo que hay que recordar las diferencias que hay entre hombres y mujeres, pues la realidad es que no somos iguales. Ojo, eso no significa que no abogue por la igualdad de derechos entre las mujeres y los hombres. Besos igualitarios
Mariano: Sí, es demasiado intelectual. Pero es parte del chiste... Saludos
Arcángel: No te preocupes. Jamás te arruinaría Lost. Pero mejor descárgate los episodios para que podamos discutirlos, ¿no? Está buenísima la nueva temporada. Un abrazo
Il Hell Dogma: Es que yo creo que precisamente le pusieron el estereotipo opuesto en esta versión políticamente correcta. Saludos
Bluekitty: ¿Qué es lo que no entendiste del título?
Güera: Ja, ja, ja. Ahora sí que me hiciste reír con el nombre del colegio donde estudiaste. Me puedo imaginar el uniforme. ¡Qué horror!
Ojaral: Ja, ja. A mí también me gusta espantar a esa progresía. ;) Un saludo
Enrique: Con razón cuando publiqué el cuento me acordé de ti. Y tengo que buscar ya ese libro, pues me lo has recomendado muchas veces. Un abrazo
J: Pues ni tan pobre lobo. Al final terminó viviendo un menaje à tríos con Caperucita y la abuelita. ;)
A: Ja, ja. Besos radicales
Mimí: Gracias por pasar. Saludos
Implicada: Gracias por la recomendación. Un saludo
Ever: Ja, ja, ja. Sí, definitivamente el que salió perdiendo en esta historia es el pobre operario. Cómo me has hecho reír con lo de que si era sindicalista. Un abrazo
Gevalher: Qué bueno verte por aquí. Un abrazo
Gama: Pues buscaré el libro que dices. Además lo que comenta Implicada al respecto suena muy bien.
Sendos abrazos,
Strika
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