1. Unas semanas antes de salir de vacaciones pedí a Gandhi.com unos cuantos libros que deseaba desde hace tiempo, con el fin de leerlos en los sagrados momentos de ocio que por fin llegarían a mi vida después de tantos meses de friega. Al preparar mi maleta, una noche antes de irme a la playa, me di cuenta de que uno de los libros (2666 de Roberto Bolaño) tenía mil ciento y cacho de páginas. Aun así me llevé dos libros: el de Bolaño y uno de Daniel Sada. Por supuesto fue mucha ambición de mi parte y no me alcanzó el tiempo para abrir el segundo libro. El de Bolaño lo terminé anoche, a dos días de mi regreso. Es la primera vez en mi vida que devoro una novela de tantas páginas en diez días. Es una de las contadas veces en mi vida que me da tanta pena terminar de leer un libro. La última vez que me sucedió fue con Los detectives salvajes.
2. Con Roberto Bolaño sucede algo curioso: el culto que hay alrededor de su figura parece dar derecho a sus admiradores a interpelar a un compañero de viaje en un autobús, a un vecino de banca en un parque o uno de mesa en un café, que casualmente esté leyendo alguno de sus libros, para hacer un comentario acerca del libro en particular o de Bolaño en general (en este derecho está implícito otro derecho: el de interrumpir la lectura del otro). Uno de los primeros días en la playa estaba concentrada en la lectura, apenas llevaba unas 200 páginas, cuando oí que alguien se detenía cerca de mí y decía algo con respecto al libro o a Bolaño o algo que tenía que ver conmigo en ese momento. Alcé la mirada y vi a un hombre de unos sesenta años que me decía que justamente venía hablando de Bolaño con su hija, que estaba a su lado y tenía mi edad aproximadamente. Me preguntó si había leído Los detectives salvajes y le dije que sí pero que éste me estaba gustando más. No sé por qué le respondí eso, pues en ese momento no necesariamente lo creía (tampoco ahora, que ya terminé, lo pienso necesariamente; pero sobre eso volveré más tarde). Supongo que se lo dije porque no tenía nada de ganas de entablar una tertulia literaria con arena y sol. Supongo también que él no había leído 2666 porque me dijo “bueno, ése es un tabique” (expresión que me parece un poco despectiva para referirse a una obra tan monumental como 2666) y, acto seguido, me volvió a preguntar “¿pero sí leíste Los detectives salvajes?”. En ese momento di por terminada la conversación que de todos modos no me apetecía, y volví a la lectura.
3. 2666 está compuesta por cinco partes. Ante la inminencia de su muerte, Bolaño dejó instrucciones a su editor para que la novela se publicara en forma de cinco libros independientes, con el fin principal de dejar asegurado el futuro económico de sus hijos. Cuando Bolaño murió, tras una lectura del trabajo, el editor junto con los herederos decidieron publicarla toda entera para respetar el valor literario de la obra. Qué bueno que así lo hicieron. Si bien cada parte podría leerse y entenderse de forma independiente, éstas comparten un tejido común; forman parte de una totalidad. Eso no impide que la novela pueda tener otro tipo de lecturas o relecturas. A mí se me antoja, de hecho, releerla en otro orden.
2666 es una novela inacabable cuyas historias se quedan abiertas, sin un final acabado. Esto no significa que sea una obra inacabada o interrumpida. De hecho, ese estilo no es nuevo en Bolaño. Como dice Ignacio Echevarría, el amigo del escritor que se ocupó de sus asuntos literarios tras su muerte, si Los detectives salvajes se hubiera publicado póstumamente, seguramente muchos habrían especulado también acerca de su inacabamiento. Quizás a Bolaño no le alcanzó la vida para pulir más algunas partes de 2666, pero es muy probable que la versión que hoy podemos leer es muy similar la que él hubiera publicado estando vivo.
4. Es difícil decir de qué se trata 2666 porque en esta novela convergen varias historias: la de un misterioso escritor alemán cada vez más en boga pero que nadie, salvo su editor, ha visto nunca, la de sus críticos europeos, la de un profesor chileno de filosofía que por azares del destino acaba en una ciudad de Sonora azotada por crímenes de mujeres, la de un periodista afroamericano que también va a dar a esa ciudad y la de los mismos crímenes. A su vez en esas historias convergen un sinfín de subhistorias contadas por los personajes. Sin embargo, creo que el tejido común que comparten todas esas historias es la ciudad de Santa Teresa, fiel trasunto de Ciudad Juárez, en la frontera de México con los Estados Unidos. Y el telón de fondo es la ola (o más bien el goteo) de feminicidios que ahí ocurren. Por algo el epígrafe de Baudelaire que abre la novela dice: “Un oasis de horror en medio de un desierto de aburrimiento”.
La parte de los crímenes, que es la cuarta de la novela, es de hecho la más densa y siniestra de todo el libro: en ella se describen cada uno de los crímenes que ocurrieron en Santa Teresa en un período de cuatro años. Estoy segura de que los lectores que no terminan de leer esta novela se quedan ahí. Yo misma estuve tentada en algunos momentos de, si no dejar el libro, sí saltarme algunas partes. Pero no lo hice. Me quedé pensando que la intención de Bolaño era precisamente crear en el lector la misma sensación de hastío y de horror que se vivía en Ciudad Juárez. Por lo demás, afortunadamente las descripciones de los crímenes se alternan con otras historias que lo hacen más llevadero: las de algunos policías judiciales, las de unos periodistas, la de un curioso profanador de iglesias, la de una diputada feminista, etc.
5. Una de las cosas que más admiro de Bolaño como narrador es su audacia para crear polifonía. No sólo es capaz de dar voz a distintos personajes que cuentan un sinfín de historias a manera de anécdotas, recuerdos, sueños, relatos de otros personajes que nunca conocemos, sino que además tiene una habilidad admirable para cambiar de registro. El crítico habla como crítico, el policía habla como policía, el personaje español habla como español y el mexicano como mexicano. Todos esos cambios se dan con una naturalidad indiscutible y casi sin que nos demos cuenta de ello.
6. Los detectives salvajes me conmocionó cuando la leí hace algunos años, e inmediatamente entró en mi lista de libros imprescindibles. Ahora me topo con esta obra monumental y me quedo sin palabras. No hay por qué elegir entre las dos, pero creo que, como leí en algún lugar, Los detectives salvajes es el taller que hace posible 2666.
2. Con Roberto Bolaño sucede algo curioso: el culto que hay alrededor de su figura parece dar derecho a sus admiradores a interpelar a un compañero de viaje en un autobús, a un vecino de banca en un parque o uno de mesa en un café, que casualmente esté leyendo alguno de sus libros, para hacer un comentario acerca del libro en particular o de Bolaño en general (en este derecho está implícito otro derecho: el de interrumpir la lectura del otro). Uno de los primeros días en la playa estaba concentrada en la lectura, apenas llevaba unas 200 páginas, cuando oí que alguien se detenía cerca de mí y decía algo con respecto al libro o a Bolaño o algo que tenía que ver conmigo en ese momento. Alcé la mirada y vi a un hombre de unos sesenta años que me decía que justamente venía hablando de Bolaño con su hija, que estaba a su lado y tenía mi edad aproximadamente. Me preguntó si había leído Los detectives salvajes y le dije que sí pero que éste me estaba gustando más. No sé por qué le respondí eso, pues en ese momento no necesariamente lo creía (tampoco ahora, que ya terminé, lo pienso necesariamente; pero sobre eso volveré más tarde). Supongo que se lo dije porque no tenía nada de ganas de entablar una tertulia literaria con arena y sol. Supongo también que él no había leído 2666 porque me dijo “bueno, ése es un tabique” (expresión que me parece un poco despectiva para referirse a una obra tan monumental como 2666) y, acto seguido, me volvió a preguntar “¿pero sí leíste Los detectives salvajes?”. En ese momento di por terminada la conversación que de todos modos no me apetecía, y volví a la lectura.
3. 2666 está compuesta por cinco partes. Ante la inminencia de su muerte, Bolaño dejó instrucciones a su editor para que la novela se publicara en forma de cinco libros independientes, con el fin principal de dejar asegurado el futuro económico de sus hijos. Cuando Bolaño murió, tras una lectura del trabajo, el editor junto con los herederos decidieron publicarla toda entera para respetar el valor literario de la obra. Qué bueno que así lo hicieron. Si bien cada parte podría leerse y entenderse de forma independiente, éstas comparten un tejido común; forman parte de una totalidad. Eso no impide que la novela pueda tener otro tipo de lecturas o relecturas. A mí se me antoja, de hecho, releerla en otro orden.
2666 es una novela inacabable cuyas historias se quedan abiertas, sin un final acabado. Esto no significa que sea una obra inacabada o interrumpida. De hecho, ese estilo no es nuevo en Bolaño. Como dice Ignacio Echevarría, el amigo del escritor que se ocupó de sus asuntos literarios tras su muerte, si Los detectives salvajes se hubiera publicado póstumamente, seguramente muchos habrían especulado también acerca de su inacabamiento. Quizás a Bolaño no le alcanzó la vida para pulir más algunas partes de 2666, pero es muy probable que la versión que hoy podemos leer es muy similar la que él hubiera publicado estando vivo.
4. Es difícil decir de qué se trata 2666 porque en esta novela convergen varias historias: la de un misterioso escritor alemán cada vez más en boga pero que nadie, salvo su editor, ha visto nunca, la de sus críticos europeos, la de un profesor chileno de filosofía que por azares del destino acaba en una ciudad de Sonora azotada por crímenes de mujeres, la de un periodista afroamericano que también va a dar a esa ciudad y la de los mismos crímenes. A su vez en esas historias convergen un sinfín de subhistorias contadas por los personajes. Sin embargo, creo que el tejido común que comparten todas esas historias es la ciudad de Santa Teresa, fiel trasunto de Ciudad Juárez, en la frontera de México con los Estados Unidos. Y el telón de fondo es la ola (o más bien el goteo) de feminicidios que ahí ocurren. Por algo el epígrafe de Baudelaire que abre la novela dice: “Un oasis de horror en medio de un desierto de aburrimiento”.
La parte de los crímenes, que es la cuarta de la novela, es de hecho la más densa y siniestra de todo el libro: en ella se describen cada uno de los crímenes que ocurrieron en Santa Teresa en un período de cuatro años. Estoy segura de que los lectores que no terminan de leer esta novela se quedan ahí. Yo misma estuve tentada en algunos momentos de, si no dejar el libro, sí saltarme algunas partes. Pero no lo hice. Me quedé pensando que la intención de Bolaño era precisamente crear en el lector la misma sensación de hastío y de horror que se vivía en Ciudad Juárez. Por lo demás, afortunadamente las descripciones de los crímenes se alternan con otras historias que lo hacen más llevadero: las de algunos policías judiciales, las de unos periodistas, la de un curioso profanador de iglesias, la de una diputada feminista, etc.
5. Una de las cosas que más admiro de Bolaño como narrador es su audacia para crear polifonía. No sólo es capaz de dar voz a distintos personajes que cuentan un sinfín de historias a manera de anécdotas, recuerdos, sueños, relatos de otros personajes que nunca conocemos, sino que además tiene una habilidad admirable para cambiar de registro. El crítico habla como crítico, el policía habla como policía, el personaje español habla como español y el mexicano como mexicano. Todos esos cambios se dan con una naturalidad indiscutible y casi sin que nos demos cuenta de ello.
6. Los detectives salvajes me conmocionó cuando la leí hace algunos años, e inmediatamente entró en mi lista de libros imprescindibles. Ahora me topo con esta obra monumental y me quedo sin palabras. No hay por qué elegir entre las dos, pero creo que, como leí en algún lugar, Los detectives salvajes es el taller que hace posible 2666.
12 comentarios:
Con Bolaño me pasa algo curioso: leí Los detectives salvajes, no me gustó.Aaprecie en la novela muchas cosas y de talles, guiños para 'letraheridos', pero advertí, creo, demasiadas costuras, estructuras y artificios. Sé que es una opinión minoritaria, tanto más cuando el personaje Bolaño me cayó simpático y sé que su temprana muerte le convirtió en una suerte de santo laíco.
Quiero decir que ha surgido otra secta, más dispersa y vergonzante que los bolañistas: la de los que nos guista la literatura, somos lectores habituales, hemos leído a Bolaño y, ¡santo dios!, no nos gusta en exceso y hasta nos parece exagerada tanta reverencia. Creo que no eemprenderé la tarea de leer algo tan extenso como 2666. Quizá yo me lo pierdo.
Querida
Es en estos casos cuando me siento outsider: no he logrado sentirme contagiada por el "fenómeno Bolaño". Y de serte sincera, me parece algo bluf: de pronto, cinco años después de su muerte, los gringos "descubren (y decretan of course)" que Bolaño es el escritor que el mundo estaba esperando y entonces, como en cascada, se suceden una tras otra las desmedidamente alabanciosas reseñas sobre su obra, en especial 2666.Y si hay algo que me choca es eso: leer a alguien porque el NYT (o Letras Libres) dice que es lo máximo. Soy rejega, lo sé.
Leí "Los Detectives salvajes" y aunque me gustó mucho, no necesariamente me convirtió en fan incondicional del escritor. No sé cómo explicarlo, quizá podría decir que no hicimos click. Luego, para ver qué pasaba, me leí una selección de cuentos y hasta sus poemas. Y no soy quién para decir tal o cual sobre un escritor y de hecho, estoy de acuerdo con los críticos especializados en que Bolaño es un escritor estupendo; el problema no es la calidad de narrativa, nadie pone en duda su calidad como escritor. Sin embargo, algo me falta para conectarme con él; pero ya un amigo muy querido, me dijo que 2666 es su mejor obra y que podría gustarme más. Veré
Un beso
Me avergüenza decir que aún no le he dado una oportunidad a Bolaño. No sé si en ello juega papel decisivo que me lo pusiesen en el escaparate los gringos. De todas formas, vivir en Catalunya es un factor periférico que ha de valer más que mis reticencias sobre las categorizaciones de la cultura del Imperio. Esto es, ya hace un tiempo que tengo decidido que le daré una oportunidad a Bolaño. Es más, será a través de 2666. Acaso cuando en mi querida Costa Brava sea tiempo de lecturas que pueden interrumpirse en la playa.
No deja de ser curioso que haya conocido a Bolaño como personaje antes que como escritor. Fue hace tiempo en "Soldados de Salamina".
Besos.
Me faltan leer esos dos libros de Bolaño! Can't wait!
¡Hola Strika!
Soy lector de Bolaño desde el 2005, y medio fan a partir de su segundo libro: Los detectives salvajes (el primero en caer en mis manos fue sus cuentos de Putas asesinas).
A mí, por el contrario, me han interpelado antifans de Bolaño, y lo peor de todo es que al final descubrí que no habían leído en forma completa ninguno de sus libros, apenas una que otra entrevista o artículo publicado en la red, y, cómo no, estaban muy bien enterados de su fama póstuma en los "yunaites", como si de un baldón se tratase.
Esta entrada que le dedicas a 2666 te ha salido redonda. Igual que tú devoré el libro y sentí una pena infinita cuando no me quedaban más páginas por disfrutar (siempre queda el consuelo de la relectura). Ojalá que más personas dejen de lado sus prejuicios y se animen a leerla.
Algo que me desconcierta es que a Bolaño lo quieran resucitar cada tanto, con inéditos como el anunciado El Tercer Reich.
Saludos y felicitaciones por el post,
R.
¿Qué tal, Strika? Muy linda tu forma de comentar una lectura. Yo no he leído a ese autor todavía porque, como decimos con un amigo, falta mucho aún para que esté en mesa de usados: acá en Córdoba son carísimos. Y, entre gastar esa plata en una novela o en un nuevo libro de poesía, prefiero esto último, a pesar del posible chasco.
Saludos.
¡Cuidado! Sigo sosteniendo lo que afirmé en mi primera intervención y que quizás mejora 'marichuy' cuando dice que "no hicimos click", bien expresado: yo tampoco. También estoy de acuerdo en ridiculizar a ese lector frivolamente a la moda que sigue los dictados de los suplementos literarios como un bobo, pero, repito, ¡cuidado!
Cuidado con no caer en el otro extremo, marichuy, jnj, etc. El Quijote, un best seller en su momento en pleno Siglo de Oro, fue olvidado durante los siguientes dos siglos y fue la crítica inglesa la que le volvió a descubrir, traducir y difundir. Si hoy sabemos tanto de la modernidad del Cervantes de El Quijote (y no de la pesadez anacrónica de La Galatea) es gracias a Sterne,Thackeray y otros así. Más cercano en el tiempo, así que 'salvando las distancias', lo mismo con Cien años de soledad. Bolaño es Bolaño, diga lo que diga el NYT y hasta puede que suene mejor traducido al inglés, no sería el primer caso, pero no tengamos tantos prejuicios, ni a favor ni en contra.
Un beso, Strika (y mi invitación sihgue en pie)
No puede ser que la gente base sus preferencias literarias (o, por lo que veo en este blog, sus anti-preferencias) por lo que creen que dicen "los gringos." Es increíble lo que hace la gente por se "alternativa"... Por cierto, no he leído nada de Bolaño, pero ya está formado hasta el final de una larga cola de libros.
Me ha gustado mucho esta entrada, y al leer a R, me animáis a leer a Bolaños. Lo tengo siempre ahí pero no me animo, seguro que después de leeeros, lo haré.
Ya lo comentará.
Un saludo
Teresa
¡Hola a todos!
Primero hago un comentario general y luego paso a contestarles individualmente:
En efecto, Bolaño es un escritor que se ha puesto de moda en los últimos años, sobre todo tras su muerte (aunque ya desde antes era famoso). Efectivamente, hay una especie de secta de bolañistas que idolatran a Bolaño y, entre ellos, como en todo, hay mucho bluff. Yo misma hacía burla de ellos en mi entrada, en la parte donde hablo sobre el tipo que me interpeló en la playa. Sin embargo, así como hay una secta de bolañistas, también hay una de antibolañistas en la que también destaca el bluff (como dice R, muchos de ellos ni siquiera han leído sus libros). Hay a mucha gente que le gusta llevar la contra o ser "alternativos", como dice Francisco.
Hasta hace muy poco yo ignoraba sobre la conmoción que Bolaño creó en los Estados Unidos. Soy bibliófila y lectora (aunque cada vez tengo menos tiempo para leer), pero nunca leo reseñas literarias en el NYT, ni en Letras Libres, ni en El País ni ningún otro medio. Las únicas reseñas que leo son las de los blogueros a los que sigo y que, hasta dónde sé, no son críticos literarios sino lectores. Ésas sí que las leo con gusto. Las de los críticos literarios (whatever that means) y las de otros escritores simplemente me dan mucha flojera. Los dimes y diretes entre escritores, que se pelean para decidir si Bolaño es un genio o un escritor sobrevalorado, también me tienen sin cuidado. Ésa es la farándula literaria, que no la literatura.
Ahora bien, eso no significa, por supuesto, que todos tengan que amar a Bolaño. Así como Lansky y Marichuy no hicieron clic con el autor, conozco a otros que tampoco. Es más, después de terminar 2666 le dije a G. que si quería le prestaba el libro pero que la verdad no creía que le fuera a gustar. A él le gustan las historias más lineales, por decirlo de algún modo, y estoy segura de que tanta digresión (tan bolañesca) terminará por exasperarlo. El gusto se rompe en géneros.
Ahora sí, respondo a cada uno:
Lansky: Estoy viendo que tú resumiste en una frase todo el rollo que me acabo de echar: Bolaño es Bolaño, diga lo que diga el NYT. ¡Gracias por la invitación! Un beso
Marichuy: Ya me dirás si emprendiste la aventura de leer 2666. No sé si necesariamente te va a gustar más (al final ambos libros tienen algunos paralelismos), pero yo no puedo dejar de recomendarte su lectura. ;) Un beso
Jnj: Quizá yo te recomendaría que empieces por Los detectives salvajes. Conforme pasan los días, cada vez pienso más que 2666 es por mucho superior a la primera. No es que uno deba empezar por la obra menor, pero me temo que si lees primero 2666, Los detectives (que también es sublime) ya no te entusiasme tanto. Claro, es sólo mi opinión y muy probablemente esté influida por el orden en que yo leí ambos libros. Ah, y yo leí Los soldados de Salamina después de Los detectives salvajes. Como ya me había enamorado de Bolaño, cuando éste apareció como personaje del libro me dio una emoción que no podría describirte. Creo, de hecho, que ese "cameo" de Bolaño contribuyó a que el libro de Cercas me gustara aún más. Un beso
Beatrice: ¿Pues qué esperas? ;) ¡Ya me comentarás! Besos
R: Del anunciado Tercer Reich me enteré por un artículo que publicó un tuitero al que sigo. A mí también me desconciertan, y me parecen un poco sospechosas, todas esas obras inéditas que siguen publicándose de vez en vez. Lo platicaba con un amigo hace como un mes. Gracias por tu comentario. Por tu blog, ya sabía que eres lector de Bolaño y me da gusto compartir esa admiración contigo. ;) Un abrazo
Tamarit: A mí no me gusta leer en la PC, pero si a ti no te molesta seguro que encuentras algunos de sus libros en línea. Si no, ojalá que pronto lleguen a las mesas de usados. ;) Un saludo
Francisco: Ya me contarás qué tal te pareció. ;) Un saludo
Teresa: Anímate y luego nos cuentas qué tal. Saludos
Llegué a Bolaño por Fresán y los primero que leí fue una novela menor. Luego un par de cuentos que bajaba de la red de temática marginal y freak.
Recién el año pasado leí Los detectives y me pareció un excelente libro, amplio, cargado de diferentes historias y voces, por momentos divertido, una novela diferente a las que venía leyendo dentro de los autores latinoamericanos pero soy un lector acotado tal vez me estaba perdiendo otros.
En el blog de Richard leí un par de post y me entraron ganas de leerlo pero lo tengo en pdf e imaginate que no sería práctico leerlo de la pantalla. El libro cuesta un perú y me pesan otras prioridades. Por lo pronto me quedo con el gustazo de los detective y 2666 será una incognita hasta que lo consiga.
saludos
Hola, Strika.
El placer de tu lectura es lo que también yo sentí con esa novela, de las pocas que sufrí acabarlas. Además, tiene esa cosa de ir cambiando la historia y ser varios libros a la vez, verdad?
Ya tocará la relectura.
Saludos
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